Espera, ¡este es el Final! [libro #2]

Despedida.

Capítulo 27

Jules

Me despertó el brazo enrollado en mi cintura, con suavidad lo tomó y lo dejo a un lado. Sentándome sobre el borde de la cama.

Mi cabeza está a punto de explotar, mis ojos hinchados pesan demasiado, y mi culpa pesan aún más.

De reojo puedo observar a Ian durmiendo y una sonrisa triste con lágrimas se hace presente, pensando si todo fue un sueño si de verdad me besé al tal punto de acostarme con Ashton y de verlo a él haciendo lo que menos pensaba.

El recuerdo de anoche vaga en mi cabeza, Ian me trajo a su cabaña, luego llore en sus brazos hasta quedarme dormida y en todo momento me pidió perdón.

¿Qué podía hacer?

Dejarlo solo.

No, esa no era yo.

De verlo solo recuerdo a mi padre, y no es justo para él que lo abandoné cuando más me necesita, Ashton tenía que aprender a vivir con sus consecuencias.

Él me alejo cuando yo solo quería estar con él, ahora que me ve con alguien quiere hablar.

No, Ashton.

Esta vez no.

Me perdiste en todos los sentidos.

El sonido de un celular se hace presente lo tomó con cuidado.

Al tal punto ya me da igual la privacidad de Ian, me mintió y le va salir caro.

Muchos mensajes de un mismo número le llegan, mis cejas se encontraron en confusión y molestia cuando los abro y son del mismo demonio de ojos azules: Darewn.

Los abro uno por uno:

La necesidad de sentir algo que no sientes por ella es algo ilógico Ian... recapacita.

No sé qué más risa me da, si ella porque está contigo o por Verónica que está con alguien que la ama.

La rabia se me estaba subiendo por los poros, este chico... ¿quién carajos se creía a decirle todo eso a Ian?

Vuelvo a mirar los últimos dos mensajes que le envió.

Si quieres recapacitar ya sabes dónde estoy.

Ambos sabemos que te vas hartar de esa niña... te doy una semana.

Tiro el teléfono rompiéndole la pantalla, el ruido hace que Ian se remueva, pero no se levanta.

Maldito Darewn... es un demonio de ojos azules.

Busco mis cosas y entre ellas mi teléfono que debe de tener mil llamadas y mensajes.

Y dicho hecho, no se hicieron esperar.

Cinco llamadas perdidas de mi mamá — Carajo me matará esta vez.

Diez llamadas de Camyl.

Y 20 mensajes de donde carajos estoy.

Marcó su número esperando a que me conteste a la primera y lo hace.

— Mira pendeja de mierda, tú quieres que yo me mate o que me mate tu mamá... ¿dónde carajos estás?

Camyl no me dejo ni siquiera respira cuando me bombardea a punta de groserías y era lo normal la había dejado sola y su vuelo sale en menos de 9 hrs.

— No ... no me digas, ahórrate tus estúpidas excusas — dijo molesta —mejor vente y sácame de aquí que mi vuelo salen en 9 horas exactas.

— Mamá que dijo cuando llegaste sola — pregunté sin ganas.

— ¡Que dijo! — grito y su grito hace que me duela mis oídos a través del teléfono — yo ni siquiera he llegado a la casa Jules... estoy en el apartamento de Ian, que por cierto su cama es muy cómoda.

Hago una mueca de Asco — no quiero de nuevo la imagen tuya con Taylor desnudos Camyl — la reprendo asquienta.

— Total... vente ya.

Cuelga sin antes dejarme despedir, el viaje hacia Atlanta es dos doras y por los ronquidos de Ian no creo que se levante por ahora.

Prendo la llave y dejo que el agua fluya por mis poros, recordando ese beso en la cocina. Sus manos en mis muslos, su aliento dentro de mi garganta. Cierro los ojos para disfrutar del momento.

Que carajos estaba pensando en ese momento.

Los toques en la puerta me hacen volver a la realidad.

— ¿Jules estas ahí?

— A donde más estaría. — le contesto de mala ganas, aún estaba guardado una buena discusión con él.

Suspira derrotado sin decir nada.

Termino de arreglarme aun en el baño y salgo viéndolo a él tendido en la cama con la ropa de ayer. Su vista se alza preocupado.

— Jules...

— Ahórrate las palabras Ian — lo interrumpo — te espero en el auto, debemos ir por Camyl.

Salgo de la habitación sin que me dé una respuesta, aún no estaba lista para tener esa conversación con él.

El trayecto fue silencioso, las dos horas más largas que puede experimentar.

— Sabes que paso con mi teléfono — mencionó Ian parqueando enfrente de su casa.

Niego aun mirando por la ventana.

No optó por preguntar mas nada, sabía que no tendría respuestas de mi parte.

Solo pitó y veo salir a Camyl y Taylor de su casa, agarrados de manos y muy acaramelados.

Para insultarme por teléfono no se ve para nada furiosa como pensaba.

Entran en silencio, nadie dice nada. La tensión se sentía en el aire. La verdad no sé qué ocurrió después de que me fui, pero solo esperó que no haya ocasionado ninguna pelea entre ellos.

Mi cabeza la mantengo sobre la ventana, el aire fresco me ayudaba a pensar y era lo que necesitaba.

Pensar en ese beso con Ashton me removió todos eso recuerdos, pero la verdad era que ya no me importará lo que haga, no voy a dejar a Ian.

— Ian mueven este maldito auto como si tu vieras diarrea y quieres llegar rápido a tu casa.

Una sonrisa se posiciona en el rostro de Ian — Llegaremos a ese baño. — le contesta siguiéndole la locura a Camyl.

— No podías ser más sutil amor — mencionó Taylor con algo de desagrado en sus palabras.

Camyl resoplo — Ian, mueve este maldito auto como si estuvieras a Jules desnuda en la habitación y te la quieres coger. — su vista viaja a Taylor — eso te pareció sutil.

— Estoy satisfecho - respondió.

Pongo los ojos en blanco y sentía la mirada de Ian en mí luego de las palabras de Camyl, maldita hija de su madre... te salvaste que no tenga ánimos de discutir.



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En el texto hay: humor, recuentro de amor, risa y comedia

Editado: 28.09.2020

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