Espera, ¡este es el Final! [libro #2]

Cerrar ciclos.

Quiero decirles que estoy agradecida con todos, de verdad gracias por quedarse hasta el final. Ahora sí, sin más preámbulos vayan a leer los últimos capítulos.

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Capítulo 36

Jules.

Una semana después.

El número que ha llamado no se encuentran en servicio...

Respiro lentamente y marcó el número de Verónica.

Tres pitidos resuenan y directo al buzón de voz.

Puede dejar su mensaje luego del siguiente sonido.

......

Estrelló el celular en la cama. Una semana, una maldita semana buscando la manera de contarme con ellos, pero no dan señales de vida. Estoy haciendo lo posible para cerrar las cosas como se deben, pero si ellos no quieren no voy a insistir más.

Recojo todas mis cosas me iría en cuatro días y necesito dejar todo en orden antes de irme, pero si ellos no quieren no los obligare.

Necesitó alejarme de todos incluida la loca de mi madre ha estado insistiendo de que me quedé, todas sus palabras el día de mi cumpleaños para que viniera en menos de 72 horas a hacer lo contrario.

Martha Andrews jamás cambiará ni siquiera si llega el Apocalipsis a eso también le encontrará fallas y diría que es mi culpa que Dios haya echado el Apocalipsis solo porque respiré.

Dejo todas las maletas a un lado de mi cama. Arreglo mi cabello en una coleta alta y bajo al infierno que me espera, por si no fuera poco que no me deja irme tranquila tampoco deja que salga a buscarlos. Fred aún había dicho nada sobre lo de Ian y eso era algo que agradecía, prefiero que piense que engañe a Ian con Ashton y mentira no era.

— Buenos días pequeña — saluda la abuela al lado de Gabriel que me sonríe y vuelve a fijar su atención a la comida.

Fred me muestra una leve sonrisa últimamente pelea mucho con mamá por mi estabilidad emocional.

Es obvio que la tengo alterada y no por Ashton ni por Ian si no que ella también hace peso en esa carga que llevó.

Tomó asiento al lado de ella que no se inmuta a mi presencia.

Como en silencio mientras el videojuego de Gabriel resuena en la mesa.

— ¿Tienes todo listo? — pregunta Fred.

Asiento sin decir una palabra no quería desgastar mis fuerzas en una pelea que pronto comenzará.

— Pasaporte, ropa, documentos... ¿todo? — volvió a insistir.

— Si, todo — dije esta vez.

— Vernazza es muy bello — siento un cosquilleo en mi mano al sentir el tacto de mi madre con sus palabras.

Y aquí viene uno de sus hermosos sermones de por qué Atlanta es mejor.

Me dispongo a responder cuando sus palabras me callan.

— Serás feliz allá — sonríe con melancolía — hasta yo sería feliz.

— Mamá — tomó su mano al sentir sus lágrimas.

-— Quiero decirte que has logrado más cosas de las que imaginé — dice mirándome — por eso tenía miedo Jules, tenía miedo a que entraras a un hueco desconocido para ambas, porque yo no estaba preparada, pero tu sí — tomo algunos mechones que caían de la coleta — siempre fuiste la valiente de las dos.

Me estaba convirtiendo en la llorona número uno y pronto le iba a quitar la corona a mamá nuestras lagrimas se juntaban.

— Espero poder irte a visitar a Vernazza.

Asiento dándole un brazo es lo único que podía hacer y no desmoronarme a llorar.

— Por dios — Me separó de mamá — que has hecho con mi madre.

Todos rieron.

— Siempre estuvo ahí un poco dormida, pero ya está despierta para animarte en todo lo que decidas.

No dejo que termine y la abrazo nuevamente.

Esto es lo único que necesitó el apoyo de mi familia diciendo que todo estará bien y ahora lo tengo. Ahora nada importa solo ellos.

— Ahora sí cuéntanos todo — dijo limpiándose algunas lágrimas.

Esto me emocionaba jamás me había preguntado.

Empiezo a contar todo sobre mi trabajo en Vernazza y de cómo conseguí el empleo. Luego de como un simple viaje de negocios de la universidad me ha dejado con el empleo de mis sueños.

Una pasantía y una tesis de casi un año me dieron el sueño tan anhelado en trabajar en unos de los mejores hoteles de Vernazza, pueblo reconocido por sus sitios turísticos y una gran variedad de hotel y yo trabajaría en el mejor condominio de hoteles de Vernazza en las oficinas de negocios. Yo una mujer al mando, jamás cambiaría eso por nada del mundo.

Todos se impresiona nunca habían querido que les mencionara algo relacionado a Vernazza, pero acá están escuchando como hablo de lo increíble que es y dándome el apoyo que merezco y que tanto anhele.

— Es tan... tan feliz — dice la abuela empañándose los ojos.

— Lo es — responde mamá por mí. — - Si Vernazza te hace feliz entonces lo amo.

Rio hacia mis afueras.

— Sigo diciendo donde está mi verdadera mamá.

Las carcajadas se hicieron más grande, pensando que este día iba hacer como los otros, pero que equivocada estaba.

Estoy realmente feliz... Soy feliz después de un largo tiempo, me siento bien.

— Pues está ahí... — menciona Gabriel — no la vez, porque yo si la veo.

Quedó observando a mi pequeño lo único que extrañaré son sus preguntas nada más.

— Es un decir amor — respondió mamá.

El negó volviendo a lo suyo.

— Sabía que mi hija no iba a decepcionarme — Fred me sonríe.

— Jamás lo haría papá.

Su sonrisa creció aún más. Amaba decirle papá, amaba que me dijera hija. Lo amaba carajos solo lo amaba para estar para mí. Él era mi padre y yo su hija.

— Quiero que vayan a visitarme — dije con tristezas, aunque quería irme, no podía soportar la idea de estar tan lejos de todos y menos de mi Gabriel — Vayan todo el tiempo que quieran, y si es por el dinero el condominio me dará bonos de viajes... también me dará un pequeño apartamento cerca del hotel y...



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En el texto hay: humor, recuentro de amor, risa y comedia

Editado: 28.09.2020

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