Llegamos a los últimos tres capítulos y no saben lo feliz que soy por tanto apoyo que me han dado a mi primordialmente con sus mensajes de animo y de amor hacia la historia. En un principio jamás pensé que esto se iba agrandar a dos libros. Pero aquí esta ya en su final.
Ya me seco las lagrimas para que vayan a leer..
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Capítulo 38
Jules.
La felicidad que siento no se compara con nada a lo que voy a experimentar mañana. Estaba feliz. Feliz porqué por fin superé todas esas cosas que me estaba asfixiando. No como quería, pero ya estaba hecho.
No más mierda de Ashton, no más mierda con Ian y no más mierda con Verónica.
— ¿Tienes todo listo? — la pregunta de Camyl me hace girar hacía ella.
Asentí no quería hablar porque sabía que si lo hacía iba a llorar y luego ambas lloraríamos hasta quedar seca.
Su cara me lo dice todo tristeza absoluta, iba a pasar mucho tiempo para poder verla, pero iba hacer todo a mi alcancé para verla en su graduación.
El cabello lo tiene recogido en una coleta alta y sus ojos a punto de soltar todo.
— Lo siento por no estar ahí — dice con un nudo en la garganta.
Mi pecho duele y lloró con ganas. Camyl no tardó mucho en seguirme, nuestro llanto se juntaba, ella en la laptop y yo en mi cama.
— Vendrás — es lo único que producía.
— Haré lo posible para ir a verte. — respondí dolida.
— Es mejor que me vaya antes de que coja un maldito vuelo y te secuestre.
Río ante sus palabras.
— Te amo Camyl.
— Y yo te amo Jules.
Apagó la laptop antes de que el plan de Camyl haga efecto.
Esto no era una despedida.
Era un hasta pronto.
Seco mis lagrimas enfrente al espejo. Mi vista viaja a la pequeña caja que reluce en mi mesa de noche.
Sonrió con nostalgia al recordarla y tenerla por primera vez en mis manos. La sostengo con cuidado y la abro.
El anillo reluce como el primer día que lo vi. Ashton me lo dio en lágrimas diciendo que quería casarse conmigo.
Río hacía mis adentro para no llorar.
Solo teníamos 18 años y pensé que era una maldita broma.
Suspiro recordando el momento en que lo lanza y Ashton se pierde en la carretera. Al día siguiente no dude y salí a buscarlo. Necesitaba encontrarlo, aunque me estaba muriendo por su broma que a los días Aaron me lo confeso todo diciendo que él no tuvo nada que ver. Ese día supe que era un corazón partido.
Ese mismo día encontré el anillo, pasaba días en velas buscándolo y al fin lo tenía en mis manos. No sé qué quería lograr con esto, un recuerdo de su parte o un recuerdo de que había arruinado mi felicidad.
Él siempre estará en mi pasado, presente y futuro como un recuerdo de un amor fugaz, rápido y que no se olvida jamás.
Guardo el anillo en la caja y lo guardo en el bolsillo de mi chaqueta.
Dicen que es malo tener un recuerdo solo para aférrate a él. Lo que debes es soltarlo y no mirar hacia atrás. Y eso iba hacer.
El anillo iba a estar donde debía estar.
Bajo con rapidez hacia bajo.
Era la última cena con mi familia y la iba a disfrutar como se debía: feliz.
Todos tomaron asiento al observarme bajar. Mi madre sonríe como siempre al igual que abuela y Fred, él estaba triste era la primera vez que lo veía así siendo uno de los primeros que me dijo que me fuera. Gabriel tenía una que otra lagrima que no quería soltar.
— ¿Cariño tienes todo listo? — pregunta nuevamente la abuela.
Los últimos días he escuchado más esa frase que un te amo de parte de ellos...
— Si cada vez que menciona esa frase me pagarán un dólar — los señalo —señores fuera millonaria.
— Cuando llegue ese día se te olvidara todo... palabras de una anciana.... recuérdalo.
— Mamá deja a Jules en paz — dice mi madre neutral.
Sonrió dándole las gracias, la abuela ha estado muy rara últimamente, bueno todos incluido Gabriel y Fred a excepción de mamá.
Quien lo iba a creer.
La persona que más creía que iba a estar con preocupación es la que menos lo está.
Mamá sirvió la cena patatas con filete y respiró hondo, su comida tradicional es la última cena que comeré con ellos por mucho tiempo.
— Vernazza no tendrá esto — habla Gabriel por primera vez en la noche.
—Tendrá mejores platos cariño — le respondió mamá.
Me sonríe cuando la miró.
— Sigo diciendo que cambiaron a mamá.
Mi comentario hace que todos rían.
— ¿Fred que le hiciste mamá? — preguntó a modo de broma.
— Ups — dice gracioso — me has descubierto, hice un trueque con lucifer.
—¡Fred! — mamá lo golpea en el brazo con delicadeza — no digas esas cosas frente a Gabriel, puede creerla.
— Pero si es la verdad. — respondió.
Mamá no aguanto más y la risa salió al igual que la mía.
La cena transcurre entre bromas de todos que hacen que las risas no falten. El silencio se prolongó cuando todos se dieron cuenta que en menos de 36 horas me iba.
La voz de Fred hace eco en el comedor y me hace mirarlo.
—Te extrañaré — susurrar con delicadeza.
Mamá lo toma de la mano y voy directamente hacía él y lo atrapó en mis brazos.
— Yo también lo haré.
Las lágrimas por parte de ambos se estaban formando.
-—Esta bien — se alejó de mí- —ahora vez a sacar la basura.
No deja que lo vea llorar.
— ¡Que! -—grité.
— Como lo oyes ves a sacar la basura — dice nuevamente sin mírame.
Y que pasó con que te voy a extrañar.
— Papá me iré en menos de 36 horas — hago pataletas — no quiero, dile a Gabriel.
— Gabriel tendrá toda su vida para sacarla — esta vez me mira y veos sus cristalizados me quiere dar la última orden como papá — ahora vez a sacar la basura.