Espera, ¡esto es Guerra!

Sexo y Secretos

Capítulo 35

Ashton

La tensión sexual se podía oler a metros de esta habitación, nuestros jadeos se fundían en ella, su piel era tersa, delicada, como siempre la había soñado, sus piernas estaban enrolladas en mi cintura, la necesito. Necesitaba sentirla. Quería que gimiera mi nombre. Pero necesitaba estar seguro de su decisión.

La separó de mí lentamente, su disgusto era notorio, pero necesita estar seguro.

─ Jules, estás segura ─ vuelvo a insistir, sus manos me tomaron con delicadeza.

─ Ashton - dijo entre jadeos ─ nunca había estado tan segura.

Sus labios se pegaron a los míos bruscamente, estaba muy segura de lo que iba a pasar, la tomó apretándola de la cintura entre mi erección, su cadera subían y bajaban rozándola, nuestros labios solo se separaban para tomar un poco de aire para nuevamente unirlos, nuestras lenguas jugueteaban entre sí, no lo aguante más le quite mi camisa de un tirón no protesto en cambio soltó un gemido que me hizo ponerme más duro de lo que estaba, sus pechos quedaron a mi vista, no tenía sostén, sus tetas era un espectáculo.

Sus pechos eran arte a la medida justa para hacerla sentir todo el placer que quiero que sienta, sin dudarlo mis labios se posicionaron en ellos chupándolos.

─ Ahh... Ashton. - Soltó Jules un gemido de dolor, sus manos se posicionaron en mi camiseta quitándomela. En su rostro tenía una sonrisa pícara.

─ Esto al piso. ─ dijo arrojándola - su labio inferior lo mordía con excitación, ella sabía lo que me producía y lo estaba haciendo.

Jules no juegues con candela que estoy que ardo ─ pienso al verla.

Sonrió por su gesto, ella lo noto, sus manos se dirigen a mi pantalón de dormir llegando a dentro de él.

─ ¡Espera! -. dije haciéndola parar.

─ No otra vez Ashton. dijo con disgusto.

Sonrió parándome con ella encima de mí, mojo mis labios y la tumbó en la cama no dijo nada, no protesto. Solo me miraba con determinación.

─ hazlo. dijo firme.

Me acerque a ella quitándole el bóxer que no me ponían en años, me detengo admirándola, la tenía desnuda frente a mis ojos. Su cuerpo era un Van Gogh y yo era Picasso, iba a pintarla y tocarla en lienzos. Ella era mi Mona Lisa.

Le sostengo la mirada está tendida en mi cama, desnuda muy sensual, me dejo llevar por la lúgubre imaginación del momento, ahora solo pienso en ella, pienso que la tengo a mi lado, desnuda. Me pongo encima de ella, mis manos acarician sus senos, mis piernas y las suyas entrelazadas, me quito el pantalón de pijama haciendo que mi erección se detenga entre su entrepierna.

La beso ella me corresponde. Emite sonidos llenos de pasión y placer, entonces con brusquedad he notado que está lista, lista para mí, y quiero que ella sepa que estoy para ella. Por fin, he llegado a su paraíso prohibido, he sido el Indiana Jones en esta aventura y encontré un tesoro lleno de placer, mis besos son delicado bajo hasta la profundidad de su entrepierna no podía esperar más, emana un aroma agradable, lo pruebo, mi boca está en sus labios rosados, tiene un sabor único, especial, mis manos están en lo alto en dos montañas y sus picos son firmes, mi lengua siente ese placer.

Sus piernas están abiertas y la humedad que emana no cesa, es el momento exacto, me meto entre sus piernas, no se ha fijado, tengo una erección, mi pene quiere más y ella está dispuesta, la tomó de la cintura sutilmente para acoplarnos. Su piel es completamente blanca, tanto que las huellas de mis caricias en ella son evidentes, acaricio sus piernas, siento como retuerce su cuerpo lleno de placer, sus piernas se encogen y vuelven a tenderse, lo he notado, está excitada y yo con ella.

Esa dicha es incomparable, jamás había sentido tal sabor, sus piernas siguen en movimientos suaves, se entrega a mí, las palabras sobran cuando las acciones son las correctas y creo que estoy haciéndolo bien, en un movimiento ligero abre más sus piernas, creo que quiere más de mí.

Solo se escuchan sus gemidos, no, no se queja, sé que está disfrutando, pero cómo le hago saber que soy yo quien más goza de todo esto, tomo mi pene entre mi mano derecha y lentamente lo introduzco, suave, ella no se opone es su primera vez, lo sé, si, es su primera vez y yo soy ese afortunado.

Siento que esa cavidad es angosta, es obvio, nadie ha ingresado en ella, la arqueo un poco, tratando de buscar una mejor posición, se siente bien. Con un movimiento delicado para no maltratarla introduzco mi pene, no quiero que sufra, en cuanto me siente abre un poco los ojos y con mirada pícara pide que lo haga, que vaya hasta lo más profundo de su ser. No, no sufre, y si lo hace no me lo expresa, no puedo dañar el momento, es ahora donde debo pensar más en ella.

Ve un poco más allá, ya le has demostrado que puedes ser un caballero, pero déjale saber que puedes ser más rudo, saco mi pene y lamo su clítoris, he decidido llevar las riendas de todo y demostrarle un poco más.

Sus senos, redondos y firmes, duros, siento que los pezones quieren explotar en placer, sus gemidos se agudizan y eso, eso es algo para atesorar. Con movimientos lentos y uniformes entro y salgo de su paraíso, su piel blanca se ha tornado roja por partes mis huellas están plasmada en todo su ser, no pienses, no lo hagas, solo déjate llevar y tratarla bien, hazle sentir especial, sí, eso haré, mis manos sueltan su cadera y ahora acaricio sus senos.

─ Wow - dije al sentir tanta perfección en mis manos.

La volteó con suavidad, ha quedado boca abajo, qué piensas hacer ahora con todo ese espectáculo que tienes contigo. Sus nalgas quedan hacia arriba mientras que sus senos pegan completamente en las sábanas, decides darle un poco de dolor, eso también es placer ─ me dije a mi mismo.

La tomó de la cintura y pongo mi mano en su espalda presionando para que baje, wow... Jamás había subido a una montaña rusa y ahí, ahí estoy subiendo.




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