Espera, ¡esto es Guerra!

Sabrá lo que es disci...

Capítulo 39

Jules.

 

Había pasado una semana desde que estoy en la casa de mi abuela y sus intentos para que fuera a la escuela no estaban dando frutos. Mi cuerpo estaba tumbado en la cama, alzo mi cabeza cuando la puerta se abre. Mi abuela apareció entrando a la habitación con una taza de café caliente, llego hasta mí, beso mi frente y se sentó en el borde la cama.

─Tu madre llamo.

Mi cuerpo se tensó, dejó la taza en la mesa de noche y me dirijo hacía mi abuela.

─ Antes de que digas que no irás a la escuela. ─ habla interrumpiéndome ─ dijo que, si no ibas, ella vendría por ti y te llevaría a la escuela así sea arrastrada.

─ No tengo otra opción - dije preocupada.

Mi abuela negó.

─ Ya ha pasado una semana, seguramente ya no hablaran del tema cariño.

La mirada de la abuela era de ánimo, pero la mía era de preocupación. Quizás no estaba evitando los rumores, si no a él. Solo a él. quería pensar que solo me molestaba la idea de ellos hablando de mi eso lo podía soportar, pero no soportaría verlo, no soy tan fuerte como pensaba. Las manos de la abuela eran suaves, delicada, frotaba mis brazos en señal de ánimo.

Tome un largo suspiro.

─ Está bien ─ dije finalmente, la sonrisa de mi abuela creció. Algún día lo veré ─ dije para mí.

─ Esa es mi niña - Sonríe lo que más pude a su mirada de satisfacción.

─ Te dejaré para que te aliste - dijo saliendo de la habitación.

Me revolcó en la cama mirando hacia el techo.

─ Señor... sé que no soy tu hija preferida, ni la más creyente, ni la más asombrosa, ni la más religiosa, ni la más virgen, bueno medio virgen porque solo lo hice una vez, y te aseguro que fue normalito, bueno... Fue genial sé que odias las mentiras. Así que es la verdad... Total, volviendo al tema tampoco soy la más buena del mundo. Pero tampoco soy tan mala como otras personas ─ dije con mis manos en señal de oración ─ Así que si tú me amas y si de verdad existes te pido por favor que no me lo encuentre hoy. Amén.

Con mi oración terminada me paro de un tirón.

─ La guerra terminó Jules, todo está bien.

Agarrar fuerza y a ducharme.

****

─ JULES- Grita mi abuela detrás de la puerta ─ ¿estás lista ya?

Tomo un suspiro en frente del espejo arreglo mi coleta alta y la vestimenta de la abuela, un buzo color anaranjado con un leggie de yoga. De vuelta a los ochentas. Y hola mandarina porque parezco una fruta y no de las bonitas si no una mandarina de esas que nacen con deformaciones que se ven pocas veces.

─ Jules ─ vuelve a gritar y salgo de la habitación.

─ Taran ─ dije dramática ─ dame una manzana y soy un frutero.

La risa de la abuela salió al igual que la mía.

─ Cariño te recuerdo que te ves igual a mi cuando tenía tu edad. Hermosa.

─ Losé abuela - dije sin importancia ─ te recuerdo que la belleza es de herencia.

Mi abuela se acercó.

─ Me gusta que esté de muy buen humor.

Sonreí de boca cerrada, aunque estoy muriendo lentamente adentro. No le daré el gusto a nadie de verme así por fuera.

─ Abuela te recuerdo que no tengo auto y la ruta no pasa, así que no sé cómo voy a llegar a la escuela.

─ Te recuerdo que tengo un auto.

─ Te recuerdo que ya no puedes manejar.

─ Te recuerdo que es tuyo.

Me quedo estática a sus palabras.

─ Te recuerdo que es un Cadillac - solté entusiasmada.

─ Te recuerdo que es un maldito auto Jules.

Sus manos sostenían las llaves a la altura de mi vista.

─ Te recuerdo que no se manejar muy bien.

Mi abuela se acercó a mí, sostuvo mi mano derecha y posó las llaves en ellas.

─ Y te sigo recordando que es un auto.

Solté un grito de loca psicópata, brincaba de un lado hacia otro sosteniendo las llaves en mis manos. La abuela reía por mi actuación, vuelvo hacia ella le sostengo los hombros.

─ Para que quede claro... me estas prestando o regalando el auto.

La risa de la abuela vuelve a estallar.

─ Para que quede claro ─ dijo con alegría ─ te lo estoy regalando.

Morir lentamente de felicidad.

─ Abuela te recuerdo que te amo - dije saliendo del remolque encontrándome con mi bello Cadillac rojo, me subo al auto admirando completamente.

Veo de reojo que viene la abuela.

─ Acepto tu amor chantajista - dije metiendo la llave y encendiéndolo.

─ Te recuerdo que esto debe de quedar entre nosotras - dijo llegando a mi - y que tu madre no se enterar que te di un auto sin su permiso.

Le sostengo la mirada mi abuela.

─ Abuela quién es mi madre ─ dije con una sonrisa en mi rostro.

Mi abuela negó con la cabeza y las gafas de corazones con franjas rojas que encontré en asiento trasero del auto me las pongo.

─ Efectiviwonder - dije acelerando y dejando atrás la casa de abuela.

Manejo pensando en solo una persona, cada milla recorrida, era tensión que mi cuerpo recibía. Había pasado de una felicidad absoluta a una tristeza absoluta. Mis manos sudan, mi corazón late y mierda estoy tan perdida en él, que el camino se hizo tan corto, cuando en tu mente solo hay un pensamiento matar a Ashton Cranston.

Veo la escuela y estaciono el auto. Al menos llegué tarde así que no me encontrare con nadie en los pasillos, entro con cuidado y me dirigí hacia el salón del profesor Finish. Curioso era compañera de Ashton y precisamente hoy quería evitarlo. Mis pies cesaron había llegado al salón.

Tomó una larga respiración y abro la puerta lentamente. Todos voltearon hacia mi persona incluida el espécimen perfecto del profesor, los murmullos empezaron a hacer ecos en mis oídos, al igual que las miradas de todos. paso sin decir nada sentándome en mi asiento y solo doy gracias al altísimo de arriba que Ashton no esté. El señor me ama.




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