Esperaré Para Amarte

Capítulo 3 - Lina

“𝑺𝒐𝒏 𝒎𝒊𝒔 𝒈𝒂𝒏𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒗𝒊𝒗𝒊𝒓𝒕𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒉𝒂𝒃𝒍𝒂𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒎𝒊 

𝑺𝒐𝒏 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒖𝒆𝒓𝒕𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏 𝒂𝒃𝒊𝒆𝒓𝒕𝒐 

𝑸𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒄𝒂𝒃𝒆 𝒆𝒏 𝒎𝒊 𝒎𝒂𝒍𝒆𝒕𝒂 𝒔𝒊 𝒎𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒊𝒓 

𝑷í𝒅𝒆𝒎𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂.”

 

𝑳𝒖𝒊𝒔 𝑪𝒆𝒑𝒆𝒅𝒂

¿Qué había sido eso? Una sensación rara se instaló en mi interior cuando me encontré dentro del taxi, después de que aquel extraño me siguiera prácticamente en un pie bajo la tormenta intensa con la que Madrid me había recibido una vez pisar su suelo por primera vez. 

Pero todo lo anecdótico de mi llegada y sus ya incontables accidentes quedaban a un lado después de escuchar cómo el chico que se llevaba maletas por accidente me gritaba entre tanta gente solo por la necesidad de saber mi nombre. 

Había dos opciones: o buscaría la forma de dar conmigo y vengarse por haberlo dejado en evidencia con su confusión, o, en su defecto, aquella necesidad imperiosa a tal punto de notar algo de desesperación en sus ojos se debía a un interés genuino por su parte. 

Espabilé aquellas ideas, no era momento de pensar en esas cosas siendo que recién llegaba a comenzar con esa nueva y anhelada parte de mi vida. Suspiré molesta sintiendo cómo el frío comenzaba a apoderarse de mi sistema. El clima en Madrid era opuesto que en Uruguay, si bien estábamos en abril, aún eran bajas las temperaturas de este lado del océano, contando además con el agua que había caído sobre mí en tan solo 5 minutos que me llevó encontrar el taxi. 

Corrí el cierre de mi maleta para buscar con rapidez algo para abrigarme. Tomé el primer canguro que encontré y lo pasé por encima de mi cabeza intentando compensar un poco el frío que sentía en cada rincón de mi ser. 

Al menos la casa de Julia no estaba tan lejos del aeropuerto, tan solo veinte minutos me separaban de allí y el taximetrista no era de los conductores respetuosos en lo que refiere a velocidad. Algo de lo que fui consciente apenas le indiqué la dirección de mi amiga y este salió disparado como alma que lleva el diablo. Lo agradecía en parte porque no veía la hora de estar con Julia, abrazarla, ver que era real, contarle del viaje, el chico de la maleta y sinfín de cosas más. Lo agradecía porque necesitaba una ducha caliente y sentirme en casa mientras un café cargado inundaba cada rincón de mi cuerpo. Si, tenía una complicada relación amor odio con el café, lo necesitaba para vivir, lo necesitaba para que el día me rindiera, pero sabía que no era lo suficientemente bueno al tomarlo en exceso, como repetía mamá siempre. 

Cuando quise acordar el taxi se detuvo. Intercambié el diálogo necesario con el hombre de cabello blanco que me había llevado hasta allí y una vez acomodé todas las pertenencias que traía encima me bajé del coche con ansiedad. 

Aquel edificio de 24 pisos frente a mí, con un toque elegante en su fachada, sería mi hogar los siguientes años y con eso en mente no pude evitar sonreír ante lo que me esperaba. 

Me moví con soltura, solo llevaba la dichosa maleta de tamaño medio y una pequeña mochila de mano colgada en mi espalda con lo básico para el vuelo, cosa que facilitó mi trayecto desde la entrada hasta el ascensor.

Había 3 ascensores en línea disponibles, todos en uso continuamente, algo lógico debido a la cantidad de apartamentos con los que contaba el lugar, así que presioné con mi pulgar derecho el botón específico para solicitar uno en la planta baja y esperé. 

Mi amiga Julia tenía dos años más que yo. Vivía hacía tres sola en Madrid, ya que su familia era toda de Pamplona, una localidad española bastante alejada de allí. Algo más campestre y pueblerino, según me había comentado Juli. 

Se había independizado con la sola idea de valerse por sí misma. 

Era mesera por las noches, escribía durante el día y tomaba clases en distintos cursos online como hacía yo en Uruguay. 

Aquello nos había unido enseguida cuando hablamos por primera vez en aquel blog de lectura. La conexión se dio sola, de esas veces que conoces a alguien sin mucho esfuerzo y todo fluye, así éramos nosotras. 

Nuestro plan era, una vez instaladas juntas, adaptadas a la convivencia y los cambios que para ambas suponía, empezar una maestría en literatura que duraba 6 meses, era bastante intensa pero los conocimientos que se adquirían en ese tiempo eran notorios a la hora de querer expandirse en el mundo de los libros. 

El sonido del ascensor abriéndose me trajo de nuevo al presente, dejando atrás por un momento todo el proceso que me había llevado hasta ahí. 

Entré en el aparato y presioné nuevamente el botón, solo que esta vez indicaba el número 14, piso en el que me esperaba mi nueva compañera de vida. 

Una vez bajé en el piso, observé los detalles del mismo. Notando que habían 4 puertas en el pasillo, busqué la número 1402 y me paré frente a ella con la emoción típica de cuando empiezas las clases o un nuevo trabajo. 

Julia se había excusado por no recogerme en el aeropuerto, pero los días de semana entre los cursos en línea y los horarios a los que entraba a su turno de mesera eran muy justos. Yo le había quitado importancia sabiendo que en taxi estaría allí en poco rato, así que ahí estaba. 

Respiré hondo, sonreí como niña emocionada y golpeé con mi puño dando dos toques suaves.

Enseguida sentí los pasos de alguien acercarse del otro lado de la puerta y en cuanto esta se abrió, una chica morena de ojos grandes color miel, pelo recogido y una muy linda silueta femenina me recibió con euforia, tirando de mi brazo hacia ella y rodeándome el cuello para fundirnos en un abrazo amistoso con el que tanto tiempo habíamos soñado. 

-Ayyyy mi Lina Catalina, ¡¡estás aquíííí!! – gritó con entusiasmo y sus palabras hicieron que una risa resonara en mi garganta. 

Desde el primer día me decía de aquella forma y eso me generaba una mezcla de gracia y ternura.

- Y veo que te agarró el agua. -Comentó al notar mi ropa y pelo mojado.  Correspondí a su abrazo dando pequeños saltitos de alegría junto a mi amiga y una vez que terminamos con toda esa bienvenida inicial, terminé de cruzar el umbral de la entrada, dejando que Juli cerrara tras de mí al mismo tiempo que se apoderaba de mi valija para dejarla a un costado de la puerta. 



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En el texto hay: distancia, amor, amistad

Editado: 27.04.2024

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