Capítulo 7 - Lina

"𝑹𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊 𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒕𝒊 𝒅𝒆𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒆𝒍 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐

𝑸𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒄ó𝒎𝒐, 𝒆𝒍 𝒄𝒖á𝒏𝒅𝒐 𝒚 𝒍𝒂 𝒓𝒂𝒛ó𝒏

𝒀 𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐

¿𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖é 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒆𝒍 𝒗𝒂𝒍𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒔𝒊 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐 𝒚𝒂 𝒆𝒔 𝒈𝒂𝒏𝒂𝒓?"

𝑳𝒖𝒊𝒔 𝑪𝒆𝒑𝒆𝒅𝒂.

Si alguien hace unas horas me hubiese dicho que esta noche la pasaría así, de seguro le diría que estaba flipando (si, me encanta hablar usando jergas españolas, lo admito) pues me esperaba todo tipo de aventuras al llegar a Madrid, menos la de pasar mi primera noche con un casi extraño que resultó llevarse mi valija por accidente, luego pasó a parecerme un loco asesino de jóvenes extranjeras y por último, me resultó el chico más auténtico y extrovertido del planeta. 

Llevábamos varias horas hablando de todo un poco. Me había contado de su lesión, algo que en cierta forma me alegró ya que supe que lo de la pierna no era algo permanente. Me contó de su traslado a Madrid para la recuperación y también de su afición por el fútbol y el campo. Era increíble cómo tantas cosas podían encerrar a una sola persona. 

Pero lo que más llamaba mi atención era descubrir a cada minuto que pasaba, algo nuevo que admirar en él. Sentía de pronto que luego de la tensión inicial, luego del momento raro en la habitación donde en cuestión de unos minutos me descolocó varias veces con palabras y actitudes, parecía que aquel jovencillo y yo estábamos destinados a coincidir. No lo digo de una manera empalagosa, suena a libro romántico pero va más allá de eso. Es entender el motivo de muchas cosas, encontrar respuestas a dudas que estaban dentro de ti mismo y de pronto todo tiene más sentido. 

Las relaciones sanas y necesarias no siempre deben darse en un sentido único, como el del amor romántico, ese amor ideal de novela donde todo es perfecto. A veces dos personas se cruzan porque así debía ser, así estaba escrito, y entonces todo encaja, como cuando te falta una única pieza para completar el rompecabezas. En las virtudes y en las carencias del otro encontramos también el sentido a querer ser mejores personas cada día. Eso me estaba pasando con él. ¿Puede alguien brindarte una energía tan intensa solo siendo él mismo?

Vi su mano abanicarme frente al rostro intentando llamar mi atención. Me había perdido en mis propios pensamientos una vez más. Sonreí negando y volviendo a centrarme en lo que hablábamos.

-Es tan lindo tener una pasión tan marcada, algo que solo hacerlo te de felicidad, como a ti te lo da el campo, tus animales, respirar ese aire distinto... Quien te oye hablar de esa forma seguro le dan unas ganas tremendas de vivir en un lugar así. -Respondí retomando el hilo de lo que veníamos hablando.

-Supongo que es lo que a ti te pasa cuando escribes. Perderte en un mundo donde solo tú te entiendes, sabes lo que necesitas y vas por ello hasta lo último. A mi me pasa con el campo, con los caballos, a ti con los libros, Lina. - dijo aquello de una manera tan espontánea que me di cuenta que entendía lo que decía y sentía a la perfección.

Luego de haber acabado con la cena nos habíamos movido hasta el ventanal que daba hacia el balcón, la noche estaba hermosa. La luna se veía enorme y alumbraba tanto que parecía un farol encendido en mitad del cielo. También veía como al pasar los temas de conversación que fluían entre los dos , Gael se perdía observando las estrellas con detenimiento. Una vez había escuchado que las personas que viven en lugares más cercanos a la naturaleza, la entienden y valoran mucho más. 

-¿Puedo preguntarte algo? -lo miré esperando su respuesta. Y cuando le vi asentir solté sin pensar- ¿Cómo puedes observar así el cielo y no creer en un Dios que lo haya creado todo? - Se quedó en silencio mirándome, con gesto tranquilo, nada que me hiciera creer que mi pregunta le había incomodado 

-Nadie me ha enseñado a creer en algo más Lina. Creo en mí, creo en los míos, creo que todos tenemos un propósito en esta vida y yo intento pensar en el mío todos los días. -pensaba que no iba a ser capaz de decir algo más profundo que eso. Pero entonces siguió hablando y le oí decir. - Enséñame a creer Lina...

No dije nada más, sonreí en respuesta y entendí que detrás de aquel pedido había una invitación mucho más profunda. 

Nos despedimos al rato volviendo cada uno a su habitación. 

Mentiría si dijera que logré conciliar el sueño rápidamente pero al menos después de varios intentos, por fin me había dejado llevar por el cansancio profundo que llevaba mi cuerpo después de tantas emociones juntas.

***

A la mañana siguiente me levanté más tarde de lo que pretendía, es verdad que necesitaba recuperar horas de sueño con urgencia, pero también era cierto que la ansiedad por empezar mi vida en aquel lugar era grande. 

Hice a un lado las horas de más que sentí haber perdido por dormir hasta casi el mediodía y me levanté de prisa, salí de mi habitación y al no notar movimientos ni voces provenientes de la sala, me metí rápido en el baño para ducharme y espabilar. Por lo que había notado desde la ventana el sol de primavera sería el protagonista del sábado y yo pensaba disfrutarlo al máximo. 

Una vez terminé fui a poner el móvil a cargar ya que de tanta música reproducida la noche anterior había quedado muerto de carga. Por suerte el temita de la luz se había solucionado, seguramente mientras dormíamos. Pensar en eso me recordó que no había sido un sueño, Gael. Vinieron a mi cabeza los recuerdos de nuestras conversaciones nocturnas y una linda sensación me recorrió el pecho provocando que sonriera mientras avanzaba por el pasillo.

Para mi sorpresa no había nadie en la cocina, ni en la sala tampoco. Me acerqué hasta la isla y vi sobre ella una colorida variedad de fruta cortada en un plato, un café servido y una nota. Tomé el papel mal cortado y lo leí.

"Te veías tan tranquilita durmiendo que no quise despertarte. Fui por provisiones para nuestro fin de semana. Te dejo el desayuno pronto. No digas que no soy la mejor compañera del mundo : )