"𝑷𝒐𝒓𝒇𝒂, 𝒏𝒐 𝒕𝒆 𝒗𝒂𝒚𝒂𝒔 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒔𝒂𝒍𝒈𝒂 𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍
𝑪𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒂𝒍𝒈ú𝒏 𝒆𝒓𝒓𝒐𝒓 𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒈𝒂 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒊𝒎𝒑𝒓𝒖𝒅𝒆𝒏𝒕𝒆
𝑳𝒐𝒔 𝒏𝒆𝒓𝒗𝒊𝒐' 𝒅𝒆 𝒃𝒂𝒊𝒍𝒂𝒓 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐 𝒋𝒖𝒆𝒈𝒂𝒏 𝒄𝒐𝒏𝒎𝒊𝒈𝒐."
𝑴𝒐𝒓𝒂𝒕.
Un dolor punzante y fuerte en la cabeza logró despertarme, el sol llevaba horas calentando la mañana, podía notarlo por la intensidad de la luz que se colaba en la habitación a pesar de las cortinas. No podía abrir los ojos, me zumbaba el cuerpo entero y un malestar horrible en la boca del estómago terminaba de regalarme un desastroso combo mañanero al que no estaba preparada para enfrentar.
Me giré en mi lugar, buscando alguna postura que apaciguara toda esa incomodidad. Pero nada. Por el contrario, una vez que me encontré en la nueva posición y abrí los ojos, la boca se me secó aún más de lo que ya estaba. Gael dormía plácidamente al costado de mi cama, sobre una silla, con una mano que hacía de almohada apoyada en su mejilla y su boca entreabierta, no emitía sonido pero se veía natural, cómodo, algo increíble para el lugar donde dormía. Retazos de la noche anterior comenzaron a venir a mi memoria: la cena, la música, los chupitos de vodka, más música, baile... ¡Ay, no! Había bailado con Gael, más bien le había obligado a que baile conmigo. Me acuerdo que aquello fue el comienzo de todo. Pero lo que sí no podía esclarecer era cómo había terminado en mi cama y por qué aquel chico se encontraba durmiendo en una silla en mi habitación.
Sin hacer ruido, empujé la manta que tenía encima, salí de la cama y después de tomar un pantalón deportivo, un buzo tres talles más grandes que el mío (pero extremadamente cómodo, valía la aclaración) y ropa interior limpia, dejé la habitación para meterme en el baño y darme una ducha fresca. Necesitaba sentirme mejor, estaba claro que había bebido de más, los recuerdos coincidían con el malestar que tenía y ahora todo cuadraba un poco. No podía entender cómo alguien podía repetir pasarse de alcohol siendo que al otro día te sentirías de aquel modo.
Ya pronta y luego de haberme tragado dos pastillas con la intención de sentirme menos mal, fui directo a la cocina.
Todo estaba hecho un desastre. Pero desde allí noté que al menos el balcón estaba recogido, eso quería decir que alguien se había tomado la molestia de hacerlo. Porque no recordaba haber estado yo en condiciones de ser buena para eso. Gracias a Dios la cafetera también tenía el bendito líquido preparado, listo para servir y llenar mi sistema de él.
Pensé que seguramente Julia había salido y dejado listo aquello, a pesar que la cocina todavía tenía rastros de vasos, platos, botellas vacías...había café listo. Llené entonces dos tazas grandes de café puro y caliente y volví a mi habitación.
Necesitaba hablar con el bello durmiente y saber qué había pasado ayer.
Una sensación de nerviosismo se apoderó de mí mientras avanzaba por el pasillo. Por favor que no haya hecho nada de lo que me arrepienta, por favor, por favor, por favor, repetí para mí misma una y otra vez.
Puse un pie en el dormitorio y fui directo a sentarme sobre el borde de la cama dejando ambas tazas sobre la mesita de luz. Junté valor y estiré entonces mi mano hasta el hombro de Gael.
-Gael, des..despierta. Gael, soy Lina. Despierta. - moví su cuerpo con cuidado intentando hacerle reaccionar.
-¿Mmmh? -murmuró al mismo tiempo que bajó la pierna del banco y pude ver un quejido de dolor en sus gestos. No dijo nada, respiró hondo y abrió los ojos.
-Buenos días, eh..., ¿estás bien? -pregunté sin saber muy bien qué decir en aquel momento. No quería tirarle la batería de preguntas que tenía preparadas, no después de ver dónde y cómo había pasado la noche.
Le di tiempo a que se acostumbre a la luz del día, a mí, a que su cuerpo recupere fuerza. Mientras tanto no sabía bien qué decir, me dediqué a permanecer callada, concentrada en el tintineo de las pulseras que llevaba en mi muñeca derecha, haciéndolas subir y bajar por mi antebrazo, esperando que aquello calmara la ansiedad repentina que me daba tenerlo recién despierto frente a mi.
-¿Recuerdas algo de anoche? - rompió el silencio y agradecí por eso, lo vi dudar antes de mirarme. Pero entonces lo hizo y supe que esperaba mi respuesta.
-Pues...no mucho, solo hasta que te obligué a que bailes conmigo. - dije insegura y esta vez sí lo miré, quería que notara él mismo la urgencia que tenía por saber todo en detalle.
-Oh...entonces, ¿no recuerdas cuándo...? - dejó la pregunta en el aire y prosiguió- ¿Y tampoco lo que dijiste? ¿Ni lo que hiciste? - el pulso de me disparó, sentí el corazón en mi garganta golpear fuerte. No podía haber sido para tanto. Me conocía, Dios...todo se empezó a poner negro, el aire de pronto era poco. Y justo entonces, la carcajada de Gael me devolvió la cordura. Será...
-Ahhhhhj, ¡pero Dios! ¿Tienes algún problemita o algo?- la furia se apoderó de mí cuando noté que estaba bromeando.
-No pude evitarlo, en cuanto vi tu carita entrando en desesperación. Lina, solo bailamos hasta que te quedaste dormida. Te traje aquí, te cubrí con la manta y ya. - dijo en un tono sereno sentándose más derecho y empezando a masajear su pierna repetidamente.
-Nada de eso explica verte dormido aquí. - no había sido tan malo después de todo. Al menos no grave. Quitando el hecho de que me dormí en sus brazos y parada. Me recordé en ese momento no volver a beber más de una copa jamás.
-Era la primera vez que te excedías con el alcohol. Se me hizo mal de mi parte dejarte sola. Ya sabes...sin saber cómo podía reaccionar tu cuerpo ante eso. Preferí estar cerca por si me necesitabas.
Aquello quedó resonando en mi mente. No iba a decírselo porque le resultaría infantil, pero nunca nadie, a excepción de mis padres, había hecho algo tan desinteresado por mí. Contando que teniendo lesionada su pierna cargó conmigo y durmió en una silla... Sonreí en respuesta y sin contestar nada tomé ambas tazas de café y extendí una en su dirección. La tomó enseguida y nos quedamos ambos en silencio, disfrutando de aquella droga necesaria sin la necesidad de hacer algún otro comentario. De pronto sentía que no llevaba casi tres días conociendo a aquel hombre, había pasado demasiado en poco tiempo. ¿Era eso bueno?