"𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒚𝒐𝒖 𝒕𝒓𝒚 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒃𝒆𝒔𝒕, 𝒃𝒖𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒔𝒖𝒄𝒄𝒆𝒆𝒅
𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒚𝒐𝒖 𝒈𝒆𝒕 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒘𝒂𝒏𝒕, 𝒃𝒖𝒕 𝒏𝒐𝒕 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒏𝒆𝒆𝒅
𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒚𝒐𝒖 𝒇𝒆𝒆𝒍 𝒔𝒐 𝒕𝒊𝒓𝒆𝒅, 𝒃𝒖𝒕 𝒚𝒐𝒖 𝒄𝒂𝒏'𝒕 𝒔𝒍𝒆𝒆𝒑.
𝑳𝒊𝒈𝒉𝒕𝒔 𝒘𝒊𝒍𝒍 𝒈𝒖𝒊𝒅𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒉𝒐𝒎𝒆
𝑨𝒏𝒅 𝒊𝒈𝒏𝒊𝒕𝒆 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒃𝒐𝒏𝒆𝒔
𝑨𝒏𝒅 𝑰 𝒘𝒊𝒍𝒍 𝒕𝒓𝒚 𝒕𝒐 𝒇𝒊𝒙 𝒚𝒐𝒖."
𝑪𝒐𝒍𝒅𝒑𝒍𝒂𝒚.
Me acomodé a su lado pegándome más a él. Era importante que me sintiera cerca. Un rato antes cuando le había visto tan destruido, me había movido la estantería de una manera que no entendía. De pronto un instinto de protección me había nacido hacia él. Estaba segura de que aquello hubiese pasado con cualquier otra persona...o no.
Siendo honesta conmigo misma no podía asegurar eso. Gael se estaba colando en mi vida a pasos agigantados. No sabía tampoco de qué manera lo estaba haciendo. Solo necesitaba verle bien. Acompañarlo y que supiera que podía contar conmigo.
Lo dicho antes era cierto., Rosario, mi abuela materna, cada vez que me veía mal, nerviosa, confundida, me decía que me leyera un libro.
Aún recuerdo la primera vez que lo hizo. Volvía de mis vacaciones de verano con 12 años, estaba triste y enojada con mis padres porque no me habían dado permiso para quedarme unos días más en casa de una vecina amiga a la que veía únicamente en verano. En su momento no lo entendí, como toda niña de esa edad. Hoy en perspectiva, entiendo que hacían lo que creían mejor como padres. Apenas si conocían a la familia de Sofi coómo para dejarme a 500 km de ellos en su casa.
Ese día la abuela fue a visitarnos, llevábamos casi un mes sin verla. Y al verme tan triste se acercó, me dijo aquella frase que le había compartido a Gael y me regaló mi primer libro. El Alquimista de Paulo Coelho. Al día de hoy era uno de mis favoritos, por ser el primero, por todo lo que significaba para mí, por su hermoso y movilizador contenido, y por haber sido mi adorada abuela la que me lo regaló.
Desde ese día no dejé de leer, así que daba gracias siempre por esa bronca de niña. De no ser por eso a lo mejor no estaría donde hoy, no habría conocido el mundo de los libros, no habría viajado a España... Se lo debía a ella.
Sabía que quizás sería un poco fuerte lo que había elegido leerle a Gael, pero estaba segura que era ideal para como se sentía. Necesitaba confiar que así sería.
Abrí el libro entonces donde estaba marcado por uno de los tantos marcadores que tenía y empecé a leer uno de los fragmentos que más me llegaban desde que había conocido esta maravilla de obra muchos años atrás.
Cuando terminé sentí su mirada fija en mi. Desvié la mía desde el libro a él y noté como el corazón se me aceleraba estrepitosamente. Mordí mi labio inferior e intenté ocultar todas las emociones que me estaban sofocando en ese momento.
- Eres lo más bonito que me ha pasado en mucho tiempo, Lina. - Escuché las palabras de Gael, aún pérdida en ese par de ojos completamente inundados en lágrimas.
Le había emocionado, al menos eso era bueno. Pero no podía dejar de repasar en mi mente aquellas palabras. ¿Cómo es que podía ser algo tan bueno para alguien? No recordaba haber escuchado decir eso a ningún otro chico con referencia a mi.
- Gael, yo... -busqué en mi cabeza las palabras mas oportunas para responder pero no pude.
- No puedo decir otra cosa. Hace veinte minutos era una piltrafa desganada ahí sentado. Y llegas tú...con esa sonrisa, con esa luz. Me lees esto...
- Sólo fue algo que se me ocurrió. Siempre me gusta hacerle saber a los míos que pueden contar conmigo.
- ¿Es tuyo? - señaló el libro que ya estaba cerrado sobre mis piernas.- Asentí y se lo extendí a él.
- Ahora me gustaría que lo tengas tú. Tómate el tiempo que necesites para leerlo. Y si quieres puedes ir marcando cada parte que se te haga especial. - Sugerí esperando que hiciera aquello ya que era algo que me gustaba hacer también.
-Prometo que lo leeré, será mi primera vez leyendo un libro. Otra primera vez, Lina. ¿Cuántas más vas a regalarme?-
Se me hizo un nudo en la garganta sin poder contestar. No sabía que decirle al respecto. No sabía en qué sentido había hecho aquel comentario. Pero decidí dejarlo pasar.
Finalmente Gael propuso empezar a leer el libro allí conmigo, en voz alta, desde el comienzo y hasta que nos cansáramos. Acepté entusiasmada ya que amaba cada nueva leída que le daba, pero saber que en esta oportunidad escucharía su voz recitar las palabras de aquel libro me generaba otra emoción especial.
***
No supe cómo pero entrada la madrugada desperté, notando la sensación en el cuerpo como cuando duermes profundamente durante varias horas. Abrí los ojos y noté la oscuridad de la noche. Miré la mesita de luz y vi que el reloj despertador que allí había ponía que eran las 04:15 h.
Entonces intenté moverme y sentí que no podía. Fui consciente al instante de que el cuerpo de Gael me rodeaba por completo. Estábamos los dos de costado, él detrás de mí con un brazo por encima de la cintura, sosteniéndome pegada a él como si temiera que pudiera salir corriendo. Nuestras piernas también estaban unidas y podía sentir su aliento en mi cuello acompañado de la respiración tranquila de una persona que duerme plácidamente.
No supe qué hacer, aquello no estaba bien. No podía dejar que Gael se apoderara hasta de mi mente. No sin saber lo que yo anhelaba. No sin saber que él no me conocía por completo. Y estaba segura de que de hacerlo, no se seguiría acercando a mí como si fuera la cosa más maravillosa y perfecta del mundo.
Las ganas de llorar me inundaron y supe que debía irme de ahí en ese mismo momento. De ser posible sin que él se diera cuenta.
Aguanté como pude la angustia que me vino al caer en la realidad y me solté de los brazos de Gael. Una sensación de vacío me acompañó desde ese momento. - ¿Qué pasa contigo, Lina? - me reproché mentalmente y una vez que estuve de pie, me quedé mirándolo por unos segundos.
Me incliné sobre la cama dejándome llevar por ese último impulso (prometía que sería el último) dejando un beso suave en su mejilla y sintiendo como su aroma masculino se colaba por cada poro de mi piel.