Esperaré Para Amarte

Capítulo 14 - Gael

"𝑯𝒂𝒚 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔 𝒎𝒂𝒅𝒓𝒖𝒈𝒂𝒅𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒍 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍 𝒏𝒐 𝒉𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒗𝒊𝒗𝒊𝒅𝒐
𝑯𝒂𝒚 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒇𝒐𝒏𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒉𝒆 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅
𝑯𝒂𝒚 𝒕𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔, 𝒒𝒖𝒆 𝒊𝒓𝒐𝒏í𝒂
𝒀 𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒂𝒓."

𝑳𝒖𝒊𝒔 𝑪𝒆𝒑𝒆𝒅𝒂.

 

Desperté a primera hora de la mañana, solo. Estaba solo en aquella cama que ahora me resultaba tan grande. El vacío de su cuerpo junto al mío fue lo primero que sentí al abrir los ojos. Sabiendo que esa ausencia venía acompañada de mucho más que el simple hecho de haberse levantado.

La noche anterior Lina se había quedado dormida a mi lado. Y qué puedo decir…no se me cruzó por la cabeza despertarla ni una sola vez. Por el contrario, leí un poco más, el libro era realmente bueno, y luego síi, fui yo quien se quedó dormido, sabiéndome en buena compañía. 
Un par de horas después me desperté sin motivo alguno. La boca se me secó cuando noté lo cerca que la tenía. Pegada a mi cuerpo y durmiendo con una paz que me transmitía con solo mirarla. No me moví, al contrario, me pegué más a ella si eso era aún posible y seguí durmiendo.

Me senté en la cama y suspiré. A pesar de la cercanía de horas antes, tenía el presentimiento de que algo no iba bien. No podía negar que teníamos una química tan especial que cualquier plan sencillo que hiciéramos juntos se volvía único a su lado. Compartimos un rato de lectura, pasamos la noche juntos sobre una cama hecha y completamente vestidos, pero para mí se había sentido como lo más íntimo que haya experimentado jamás con una chica. Tanto o más que cualquier otra noche que pasaba entre las sábanas de diferentes mujeres.

Me vestí finalmente, tomé el bastón que había quedado en el baño luego de asearme y fui directo a la cocina para tomar las pastillas recetadas para mi pierna. Mandé un mensaje a Iván pidiéndole para ir a verlo ya que necesitaba hablar y contarle todo lo que me estaba pasando. Necesitaba sacarlo para afuera y saber si me estaba volviendo loco o qué carajos.

***

Media hora más tarde me encontraba ya tocando el timbre en casa de Iván. No tardó en hacerme pasar. 
La casa era enorme, la entrada quedaba a una distancia considerable de la puerta principal pero contaban con un portero eléctrico por el cual me habían habilitado para entrar.

-    Qué bueno verte de nuevo, amigo. – Nos abrazamos como siempre, palmeando la espalda del otro con afecto.

-     Necesitaba hablar contigo. No sé por dónde empezar. Joder…- pasé la mano por mi cabeza indeciso. Nos sentamos los dos en un sofá blanco, uno en cada punta pero enfrentados y entonces decido empezar.- Hay una chica...

Pasaron varios minutos donde le conté todo, lo tiré todo sin titubeos, necesitando hacerlo con desesperación. Cuanto más hablaba más alivio sentía y eso me motivaba a seguir haciéndolo sin miedo. Iván asentía, hacía alguna pregunta, sonreía. Pero no me interrumpió. Le conté cómo la conocí,  cómo es, que hace, las cosas que fueron pasando entre nosotros este tiempo y por último, pero no menos importante, le expliqué todo lo que me hace sentir a mi.

-    Joder macho, te has enamorado hasta las trancas. – El capullo de Iván dijo aquello con una sonrisa de oreja a oreja.

-    No, n-no es así. – Dije confundido pero negando con la cabeza como buscando convencerlo de que se equivocaba.

-    Gael, no seas terco, hombre. Siempre lo mismo. Mira…- se acomodó en el sofá apoyándose en las rodillas como si fuera a darle el sermón a un hijo.- Me dices que piensas en ella, que la echas de menos cuando pasan días sin verla. ¡Qué no piensas en follártela! Gael, ese es el motivo más grande para decirte que te ha robado el corazón. Y yo solo quiero conocer a la increíble tía que logró hacer eso contigo. Es un auténtico milagro.-

Siguió mofándose de mi estado y sus afirmaciones solo terminaron por confundirme más. Suspiré recostándome en mi lugar mirando hacia el techo pensativo.

-    ¿Cuál es tu miedo? Tienes 24 años, eres un hombre bueno, joder. El tipo más bueno y servicial que jamás he conocido. Ya es tiempo de que seas feliz con una sola persona. Lo otro solo te deja un vacío. – Lo miré con una sonrisa entendiendo lógico que él piense así. Lleva casado toda su vida prácticamente.- Lo haremos fácil, a ver si te dan a elegir entre una noche de pasión con una rubia buenorra, sexy y servicial -me guiñó un ojo pícaramente- o pasar una noche con Lina, leyendo libros y hablando de la vida. ¿Qué escoges?-

No hizo falta que respondiera. Iván asintió con una sonrisa suspicaz y supe que él también conocía mi elección aunque no la mencionara.

El resto de la tarde lo pasamos viendo fútbol tirados en el sofá, bebiendo cerveza y comiendo toda la chatarra que logramos encontrar dentro de los muebles de la cocina. Lucía era una mujer bastante exigente con la alimentación, por lo que no tuvimos mucho éxito con las provisiones. Algunos nachos de bolsa, algo de chocolate. Y unas pizzas extra queso que terminamos pidiendo para no morir de hambre.

Más tarde llegaron las chicas de la casa. Lucía, que volvía de ver unas clientas. Era encargada de un local de eventos, organizaba bodas, cumpleaños, bautismos. Que por cierto, le iba de puta madre. Y luego estaba la niña más hermosa del mundo, María. Qué con solo mirarme me hacía olvidar toda la locura que estaba viviendo en las últimas semanas.
Disfrutamos la tarde juntos jugando, como no, con los ponys y las princesas de la niña.

Como siempre pasaba, cuando estaba con ellos las horas se iban como agua. Eran mi familia del corazón y admiraba todo lo que habían construido durante todos esos años. Iván y Lucía eran el tipo de pareja que te hace creer que es posible vivir con alguien durante tanto tiempo, siendo fiel y sin actitudes tóxicas como las que abundaban hoy en día en las relaciones.

Entrada la noche volví a casa. No había rastros de Julia ni de Lina. Me fui directo a la habitación a leer un poco más de aquel libro que me tenía atrapado. Tan atrapado como su dueña. 
Estaba de acuerdo con que Lina tenía algo especial que me provocaba sentimientos que antes no había experimentado. Pero no estaba del todo seguro de que se tratara de amor. Sentía que eso debería ser algo demasiado fuerte y profundo, que se instala en uno y no deja margen ni para dudar.
Quité todo aquello de mi mente y abrí el libro donde lo había dejado la noche anterior. Las palabras eran ideales, como si algo las hubiese puesto en aquel momento para darme respuestas.



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En el texto hay: distancia, amor, amistad

Editado: 27.04.2024

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