"𝒀𝒐 𝒔𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒖 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒂ñí𝒂
𝑬𝒔 𝒆𝒍 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓 𝒓𝒆𝒈𝒂𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒅𝒆 𝒅𝒊𝒐 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂
𝑳𝒂 𝒇𝒖𝒆𝒓𝒛𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒎𝒆 𝒆𝒎𝒑𝒖𝒋𝒂 𝒂 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒊𝒓 𝒂𝒅𝒆𝒍𝒂𝒏𝒕𝒆
𝑫𝒆 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐
𝑬𝒔 𝒍𝒐 𝒎á𝒔 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂𝒏𝒕𝒆."
𝑨𝒍𝒆𝒙 𝑼𝒃𝒂𝒈𝒐 𝑱𝒐𝒓𝒈𝒆 & 𝑳𝒆𝒏𝒂.
- ¿Me dirás entonces qué coño está pasando entre Gael y tú?
Una vez más, Julia volvía a insistir con el tema. Habían pasado tres días de la noche en que casi nos besamos. Podía sonar tonto pero aún podía notar en mi cuerpo las sensaciones que su cercanía me había provocado.
Recordaba a la perfección el roce de su aliento en mi piel cuando nos movíamos al unísono al ritmo de la música. Recordaba sus palabras, diciéndome sin titubeos que le volvía loco. ¡Dios! Que me despertaran de aquel sueño, pero ni en mis mejores deseos hubiese pensado que alguien con la carita preciosa de Gael podía sentirse así conmigo. Lina Catalina rompiendo corazones since 1999. Y lo más sorprendente de aquella noche había sido que en ningún momento, desde que le sentí parado detrás de mí, dudé. Acepté en ese instante que estar con Gael de aquella forma era todo lo que necesitaba para sentirme bien, plena, viva. No podía explicarlo con palabras, no quería sonar cursi ni exagerada, pero me daba algo que no había recibido de nadie jamás.
La cara de mi amiga se fue transformando a medida que los minutos pasaban y yo seguía sin responder a su insistente pregunta. Maldita Julia, de no ser por su borrachera la cosa hubiese sido distinta. Estaba segura. Pero entendía que no había sido su mejor noche y el tonto de Mateo no había colaborado en nada para que mejore, al contrario.
- ¿Cómo puedo contestar algo que ni yo sé, Julia? -respondí más fría de lo que pretendía, dejando de limpiar la cocina para sentarme en una de las banquetas de la isla.
Intenté acomodar las ideas, no era todo tan sencillo como tirarme a la pileta por algo que no sabía si podía dar fruto. No con mi manera de pensar. Y tampoco quería lastimar a Gael. Era el hombre más bueno (luego de papá) que conocía. Eso no era poca cosa.
Froté mi frente con ambas manos, dejando los codos apoyados en el mármol de la isla. Levanté la mirada hasta mi amiga y encogí mis hombros sintiendo como los ojos se me llenaban de lágrimas por toda la impotencia que tenía en el corazón.
- Ayyyy, no, no, no...Lina Catalina, mi niña, no vayas a llorarrr. - Julia se acercó y rodeó mi cuello fundiéndonos en un abrazo. Y cómo necesitaba ese abrazo.
- Creo que me estoy enamorando de Gael. - confesé por primera vez en voz alta y entonces todo se sintió muchísimo más real y complicado.- Pero Julia, tú sabes lo que supondría estar conmigo. Y sabes que tu primo no compartiría algo así. - La angustia se hacía notar en mi voz entrecortada y mi amiga estaba tan sorprendida como yo de la confesión que acababa de hacer. Lo veía en sus ojos abiertos como dos platos.
- Lina, ¿cómo puedes estar tan segura de eso? Dime, ¿qué pierdes con intentarlo? Déjalo ser, no proyectes algo que no sabes si pasará. Así como tú dices, ¿cómo era? - la ví rascarse la cabeza pensativa.- Ah sí, déjalo en manos de Dios.
No pude evitar sonreír al escucharla decir aquello. Vi en su rostro un aire de satisfacción por ser consciente de que había dicho las palabras adecuadas para el momento.
- Eres la mejor, mejor, mejor amiga del mundo mundial. - Fui yo esta vez la que se acercó a abrazarla. Estaba orgullosa de estar con ella y de la amistad que teníamos.
- Necesito verlo. ¿Sabes dónde está? - cuestioné a mi amiga notando ahora una sensación de ansiedad tremenda.
- Está en el turno de fisioterapia que perdió el jueves. Lo cambió para hoy sábado al final. Ve. - La miré dudando.
Al final no sabía qué tan buena idea sería, entendiendo que llevaba tres días evitando a Gael. Llegaba del trabajo y me encerraba en la habitación, volvía a pie cada día para hacer tiempo. Pasaba por el mercado para comprar cualquier cosa con tal de demorar y no verlo. Pero por lo visto, Gael también estaba bastante perdido, al menos no le había sentido siquiera, más que un rato por la mañana, mientras que con Julia estábamos conectadas al curso desde el ordenador.
Dejé de darle vueltas al asunto, ya bastaba de aquel comportamiento. Dios, tenía 22 años. Lo dejaría ser. Sin forzar nada, pero tampoco iba a evitar lo que tuviera que suceder.
Le di un sonoro beso en la mejilla a mi niña, tomé el bolso del perchero y cogí las llaves de la casa.
- Que no me olvido que hoy te ves con Mateo - señalé en su dirección desde la puerta- más le vale no joderte de nuevo. Luego me lo cuentas todo. -Y dicho aquello salí cerrando tras de mí.
***
Miré la puerta principal de la clínica, nerviosa. No iba a dar marcha atrás. No ahora. Me hice paso entre la gente que entraba y salía por allí, intentando no pecharme con nadie, pues los nervios me generaban más torpeza de la que ya poseía.
Me acerqué al mostrador donde una chica de más o menos mi edad atendía al público. No había más personas en la zona de información, por lo que no tardó en dirigirse a mí.
- Buenas tardes, estaba buscando la zona de fisioterapia. Vengo a acompañar a una persona que supongo por la hora ya la están atendiendo.
Le di los datos de Gael y luego de buscar por unos segundos en su ordenador, me indicó el piso en el que se encontraba. Agradecí a la muchacha y tomé el pasillo principal que me llevaba a los ascensores.
La espera pareció eterna, mis ojos no se apartaban del cartel indicador de pisos con los números en rojo. Venía bajando a cámara lenta. 5, 4, 3, 2, 1... Nada más abrirse las puertas me adentré en el aparato a trompicones. Estaba apurada. Por un lado me generaba nerviosismo aparecerme allí, pero por otro, no quería que se fuera del lugar sin que supiera que estaba ahí por él.
Bajé del ascensor una vez alcanzó el tercer piso y al cual yo me dirigía. Doblé a mano izquierda y como bien me habían indicado, un gran cartel anunciador se podía ver colgado: "FISIOTERAPIA". Seguí las señales de éste hasta llegar a una doble puerta de vidrio por la que claramente se podía ver hacia el interior.