Capítulo 25 - Lina

"𝑵𝒐 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒏𝒆𝒈𝒂𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊 𝒕ú 𝒏𝒐 𝒆𝒔𝒕á𝒔 𝒎𝒆 𝒇𝒂𝒍𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒂𝒊𝒓𝒆
𝑵𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓 𝒏𝒊 𝒖𝒏 𝒎𝒊𝒏𝒖𝒕𝒐 𝒎á𝒔 𝒔𝒊𝒏 𝒕𝒊
𝑵𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒐 𝒐𝒄𝒖𝒍𝒕𝒂𝒓, 𝒏𝒐 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒄𝒂𝒍𝒍𝒂𝒓, 𝒎𝒆 𝒅𝒖𝒆𝒍𝒆 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒕𝒆
𝑵𝒐 𝒅𝒊𝒈𝒂𝒔 𝒂𝒅𝒊ó𝒔, 𝒏𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒐 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓 𝒂𝒕𝒓á𝒔

𝑫𝒂𝒍𝒆 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂𝒍 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏
𝑸𝒖𝒊𝒛á 𝒎𝒂ñ𝒂𝒏𝒂 𝒆𝒔 𝒕𝒂𝒓𝒅𝒆
𝑵𝒐 𝒕𝒆 𝒂𝒍𝒆𝒋𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒎í."

𝑨𝒙𝒆𝒍~

Llevaba cuatro días sin saber nada de Gael. El viernes por la noche, a pocas horas de su cumpleaños, todo había explotado de la manera menos pensada. Recordar aquel momento me provocaba nuevamente esa sensación cuando los ojos se te llenan de lágrimas y a tus emociones no les importa dónde, con quién, ni haciendo qué estés.

Lo extrañaba. Extrañaba cruzarlo de manera imprevista, extrañaba sus bromas y sus frases de El Alquimista. Lo extrañaba a él y a la idea de lo que hubiésemos podido tener.

A pesar de eso, no tenía sentimientos de rechazo hacia Gael. Lo entendía tanto que me impedía odiar la manera en la que me había dejado aquella noche. Estaba mal por mí pero mucho más por él. Más que nada por él.

Sabía por Julia que estaba en el mejor lugar posible. Un poco al pasar, otro poco adrede, la escuché comentarle a Mateo que estaba donde Iván. Algo que me dio tranquilidad porque por un lado, estaba triste de sentir, con el paso de los días, que cada vez lo perdía un poco más. Pero saber que estaba bien, en buenas manos y que no era el típico hombre que se pierde de mala manera cuando algo le sale mal, era un alivio.

El tiempo en la biblioteca se volvió muy tedioso. Disfrutaba de los momentos en los que leía, es cierto, disfrutaba de recorrer pasillos y encontrar curiosidades de aquel mundo, pero había algo, o mejor dicho alguien, que se estaba llevando toda mi atención aquellos días.

Observé desde el escritorio de recepción a una pareja de adolescentes sentados en la mesa de lectura frente a mi. No tendrían más de 15 años. Se veían felices y enamorados. Quizás su primer amor. Quizás ese amor que recordarían siempre por más que los años pasaran. 
El chico tenía su brazo por detrás de la espalda de ella y la chica no dejaba de sonreír por algo que él le decía al oído. Tenían un libro abierto entre ellos pero mi intuición femenina me decía que solo era una excusa para estar ahí. Solos, lejos de la mirada juzgadora de la gente, lejos quizás de la vista de sus padres. No podía saberlo. Pero como siempre, imaginar y pensar diferentes escenarios era mi pasatiempo predilecto cuando estaba sola. Y aquel par de tortolitos no habían sido la excepción.

Suspiré triste con la escena, no me gustaba el sentimiento de la envidia, pero por un momento lo sentí, sentí ese inevitable deseo de estar así con Gael, en un mundo donde mi manera de creer y llevar el amor no eran un impedimento para amar a nadie, ni de que alguien lo haga conmigo.

Mi móvil sonó en mitad de mis pensamientos, trayéndome a la cruda realidad nuevamente.

Tomé el aparato de arriba del escritorio y al instante sentí como mí corazón se aceleró estrepitosamente al leer el nombre del emisor de aquel mensaje. 
Deslicé el pulgar por la pantalla para desbloquear la misma y presioné la notificación con su nombre. Empecé a leer lo que ponía, notando las manos  temblar como gelatina mientras avanzaba con las palabras.

De pronto la pareja de adolescentes frente a mí habían dejado de ser los protagonistas de la historia. Ahora eran simples personajes secundarios, a la espera de mí reacción ante el mensaje del chico del que me había enamorado inevitablemente en el correr del tiempo que llevaba en España.

"- Mi corazón tiene miedo de sufrir -dijo el muchacho al Alquimista, una noche en que miraban al cielo sin luna. 
-Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la eternidad.”

Bastó con que leyera la primera línea del texto para reconocer que se trataba de uno de mis fragmentos favoritos del libro que le había regalado a Gael. No sabía qué quería decir con aquel mensaje, no sabía si era un paso para adelante. Si se sentía como ese muchacho del libro con miedo, incapaz de arriesgar y avanzar. O por el contrario, aquella parte le había hecho tomar valentía y sentirse como aquel Alquimista, fuerte, poderoso, valiente para luchar por lo que su corazón quería.

Dudé mucho para responderle, pero finalmente lo hice. Le di al botón de responder y tecleé lo primero que se me vino al corazón.

"Estoy aquí. Te entiendo. Te echo de menos.”

Envié el mensaje y guardé el móvil pero con la ilusión de que volviera a contestarme. Esta vez con palabras propias. Pero no lo hizo. 
Esperé el resto del día por otra respuesta pero no llegó.

***

Más tarde, ya con mi horario laboral cumplido y luego de mi cotidiana caminata de regreso a casa, entré por la puerta principal por fin. El calor era insoportable aquel día por lo que mi único objetivo siguiente era tomar una ducha fresca y sentarme a escribir mientras comía un buen plato de fruta fresca. Estaba sola como era de esperar, así que no perdí más tiempo y fui a mi habitación a buscar un cambio de ropa.

El corazón se me detuvo al entrar y ver sobre mi cama el libro que le había prestado a Gael, intuí que era una especie de devolución ya que ahora le había regalado uno para él pero algo en mi interior me hizo ir hasta el libro, tomarlo en mis manos y pasear mis dedos por las hojas buscando algo.

Efectivamente no me equivocaba. Estaba marcada la página que contenía el fragmento que me había mandado más temprano. Pero eso no fue lo que me sorprendió, sino más bien que era nuestra foto lo que había usado como marcador. La di vuelta y me encontré con la letra de Gael y las siguientes palabras:

"Cada segundo valdrá la pena mientras espero para amarte. Tuyo, G.”

Los ojos se me llenaron de lágrimas al instante y noté la esperanza apoderarse de mi ser. Ahí lo ponía claro, no podían ser ideas mías.