"𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒖𝒓𝒂
𝒏𝒐 𝒆𝒔 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒊𝒈𝒖𝒂𝒍
𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒊𝒈𝒖𝒂𝒍
𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒅𝒖𝒓𝒂 𝒑𝒐𝒓 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆."
𝑴𝒐𝒓𝒂𝒕~
La primera cena en familia había resultado muchísimo mejor de lo que había imaginado. Todo había ido perfecto, hasta el plato preparado especialmente por Ana. El error con los condimentos no había podido con el sabor exquisito de aquel menú.
Según me había comentado más temprano Gael, las pochas a la navarra eran la especialidad de su mamá y uno de los platos más reconocidos de su ciudad natal.
Admito que a simple vista no me había provocado ganas de probarlo, pero una vez que lo hice, la mezcla de sabores había explotado en mi boca, recreándome el paladar de manera impresionante.
Según Gael eso solo lo generaban las manos de su madre. Y no tuve dudas sobre su comentario.
Una vez acabada la cena, todos habíamos pasado a la sala de estar, donde Luis, el padre de Gael, nos invitó a los mayores con un fuerte licor también característico de la región. Era rojo, intenso y ardiente. Apenas me habían servido una pequeña medida pero aún así, con mi corto pero reciente historial negativo con el alcohol, preferí no acabarlo.
Los temas de conversación tanto en la cena como en aquel momento de reunión en la sala habían variado aleatoriamente. Se habían interesado por conocer mi vida en Uruguay, mis costumbres, como por ejemplo la de tomar mate. Que por cierto, si algo extrañaba de mi anterior rutina eran las tardes de mates con papá, viendo el atardecer y disfrutando de las típicas charlas espontáneas entre nosotros.
Les había contado lo que estaba haciendo en España también, detalle que a su hijo mayor se le había pasado. Pero fue bueno mencionarlo ya que eso me dio pie a interactuar bastante con Pilar, aficionada por la lectura con sus apenas 16 años.
Según me había comentado, estaba leyendo actualmente una novela que se había popularizado bastante. Y que también yo le había sentido nombrar en varias oportunidades. Algo de Boulevard y sueños por lo que entendí. El título ya atraía mi atención, así que lo había anotado mentalmente en mi memoria para comprarlo y leer aquella reconocida historia lo antes posible.
- ¿Crees que puedas compartirme tu usuario para buscarte y leer online tu novela? – Pilar se dirigió directamente a mí mientras el resto seguía otro tema de conversación.
Su interés por leer algo escrito por mí me gustó. Siempre me gustaba cuando conocía alguna nueva lectora, de esos fieles que siempre siguen y apoyan. Pensar que a la hermana pequeña de Gael le motivara todo este mundo como a mí me encantaba.
- Claro que sí. La idea de que me leas es todo un desafío para mí, más sabiendo de tus buenas elecciones para la lectura.
- Si, bueno, leer me ayuda a escapar de la realidad muchas veces. Es mi pasatiempo favorito.
- Yo creo que a todo lector le pasa eso. Y qué difícil se hace a veces que alguien que no lee comprenda nuestra pasión.
- Eso es completamente real. Me han hecho algunos comentarios a modo de broma, pero no les doy importancia. En general lo que piense la gente de mi me tiene sin cuidado.
- Esa es una buena filosofía de vida para vivir feliz, Pilar. Haces bien. A mí me cuesta un poco más que no me afecte lo que la gente piense. Lo estoy trabajando, pero bueno…– Me encogí de hombros sonriendo en su dirección.
Gael se acercó a nosotras quedándose de pie a mi lado con su mano sobre mi hombro izquierdo.
- No quiero ser el típico aguafiestas e interrumpirlas, pero Pili, si no te molesta, me gustaría enseñarle a Lina la parte trasera de la casa.
La menor puso los ojos en blanco a modo de queja. Y es que realmente lo estábamos pasando bien en nuestro mundo.
- Vale, pero solo tienes mi permiso porque nadie puede irse a dormir en su primera noche aquí sin haber disfrutado de semejante maravilla.- Respondió la pequeña a su hermano y yo me sentí sapo de otro pozo sin entender de qué hablaban.
- Esa es mi hermana comprensiva y atenta como pocas. Anota eso Lina Catalina, auguro una futura cuñada de lujo para tí.
Mis mejillas se encendieron al oír lo que decía Gael frente a su hermana, pero la carcajada de ella liberó la tensión de mi cuerpo sonriendo por las palabras de aquel chico travieso.
Nos despedimos de Pilar prometiendo volver a tocar el tema de los libros más pronto que tarde.
El resto de la familia también se despidió y cada cual tomó el rumbo a sus habitaciones.
Al día siguiente se celebrarían las bodas de plata de Luis y Ana así que todos debíamos descansar lo mejor posible ya que nos esperaba un largo día.
- Tienes una cara de cansada impresionante y me apena mucho no dejar que te vayas a dormir enseguida pero necesito una dosis de Lina para mí solo.- Mordí mi labio intentando esconder una sonrisa a causa de sus palabras.
Me tomó de la mano y nos dirigimos hasta el exterior, saliendo de la casa por la puerta trasera. Cruzar el umbral de la misma fue como trasladarnos a otro planeta. La inmensidad del campo apareció ante nuestros ojos y por más que la oscuridad de la noche no nos permitía observar en detalle, se llegaba a apreciar el paisaje.
- ¿Sabes lo que dicen de los campos? – Preguntó mientras comenzábamos a caminar para alejarnos de la casa.
- Mmm, ¿que las almas errantes vagan por ellos en busca de nuevos cuerpos para habitar?
Gael me miró de reojo de inmediato, rió bajito negando y se acercó a mí rodeando mis hombros con su brazo derecho. En ese momento no llevaba bastón. Y qué bien se sentía notar que de a poco dejara de depender tanto de esa cosa.
- Eres increíblemente impredecible, ¿lo sabes, no?
- Mamá siempre me dice eso. – Confirmé asintiendo y esa vez reímos los dos.