𝑺𝒊 𝒎𝒆 𝒅𝒂𝒔 𝒍𝒂 𝒐𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅, 𝒄𝒐𝒓𝒂𝒛ó𝒏
𝑫𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐𝒔 𝒃𝒆𝒔𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒂 𝒔𝒐𝒍𝒂𝒔
𝑻𝒖 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒔𝒆𝒓á 𝒖𝒏𝒂 𝒄𝒂𝒏𝒄𝒊ó𝒏
𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒂 𝒎𝒂𝒏 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒔 𝒂 𝒘𝒐𝒎𝒂𝒏
𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒖𝒏 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒂𝒎𝒂 𝒂 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓
𝑳𝒐 𝒔𝒂𝒃𝒆 𝒅𝒆𝒔𝒅𝒆 𝒆𝒍 𝒎𝒐𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒆𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒗𝒆
𝒀 𝒏𝒐 𝒊𝒎𝒑𝒐𝒓𝒕𝒂 𝒔𝒊 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒇𝒂𝒍𝒍𝒂 𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒂 𝒎𝒂𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒗𝒂𝒚𝒂
𝑺𝒊 𝒔𝒆 𝒓í𝒆 𝒐 𝒔𝒊 𝒔𝒆 𝒄𝒂𝒍𝒍𝒂...
𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒖𝒏 𝒉𝒐𝒎𝒃𝒓𝒆 𝒂𝒎𝒂 𝒂 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓
𝑬𝒔 𝒄𝒐𝒎𝒐 𝒔𝒊 𝒍𝒆 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒓𝒂 𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒆𝒄𝒆𝒓
𝑸𝒖𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂 𝒕𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒅𝒐𝒓𝒎𝒊𝒅𝒐, 𝒑𝒆𝒏𝒔𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒃𝒂 𝒗𝒊𝒗𝒐
𝒀𝒐 𝒕𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒐, 𝒄𝒐𝒏𝒕𝒊𝒈𝒐
𝑬𝒏𝒗𝒆𝒋𝒆𝒄𝒆𝒓.
𝑴𝒆𝒍𝒆𝒏𝒅𝒊.
Nunca había visto tantos girasoles juntos, solo en fotos o películas únicamente. Pero ahora ahí los tenía. No podía creer cómo Gael se había guardado aquel detalle desde que llegamos. Y no vi como una casualidad que en su campo los sembraran. Al contrario, era una señal más de que mi camino era por ahí, de la mano de aquel chico de ojos azules que me tenía perdida y enamorada.
Estábamos sentados sobre el césped. El detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos y yo con mi cabeza sobre su pecho.
Miré una vez más delante de mis ojos, buscando guardar aquella imagen en mi memoria. El sol se ocultaba por el horizonte, tiñendo el cielo de varios colores que a juego con aquel lienzo de girasoles perfectamente agrupados, hacían que el paisaje frente a nosotros fuera el mejor condimento para ese comienzo de relación entre él y yo. Aquel día, nuestros primeros besos y cada una de las palabras que Gael me había dicho iban a quedar guardados en mi corazón para siempre.
Todo lo ocurrido fue pasando por mi memoria una vez más.
Desde temprano había sido especial. Compartir varias horas con las hermanas de Gael me había encantado. En todo momento me sentí parte de ellas, incluida en cada conversación, aunque la mayoría de veces no conocía de quién o qué hablaban, Pilar se había encargado de ponerme en tema sobre la marcha.
A las cuatro nos hicieron tratamiento para el cabello, la manicura y el maquillaje completo para la fiesta. Había sido una auténtica experiencia de autocuidado, y debo admitir que no acostumbraba ni a ir demasiado a la peluquería. Lo justo cada cierto tiempo para recortar las puntas desprolijas y ya. Pero aquel rato había sido aprovechador. En cuestión de minutos ya éramos como 4 amigas de la infancia. Riendo, gritando y pasándolo en grande en la habitación de invitados enorme que habían dispuesto para que las chicas nos arreglemos.
El momento de encontrarme con Gael después de tanto rato sin verle también había sido especial. Más que eso diría yo. Fue el comienzo de lo que vendría a continuación.
Jamás le había visto tan formal. Iba en traje negro, con camisa blanca y corbata gris aperlada. Estaba segura que mis ojos me habían delatado al verle, si algo no se me daba muy bien era ocultar mis sentimientos cuando estos eran demasiado fuertes. Y en aquel momento, más allá de la elegancia de ambos por el acontecimiento, su mirada fue la confirmación de que aquello era real. Nadie me había mirado con tanto amor y transparencia como lo hizo él en el momento exacto en que me aparecí donde tendría lugar la celebración.
En tan sólo unas horas todo había dado un giro increíble. De la mejor manera posible. Tantas primeras veces en un solo día me tenían el corazón saltando de alegría.
Todavía podía sentir los labios de Gael sobre los míos. Apoderándose unos a otros con deseo y ganas. Gael me besó con amor, lento y suave, pero al mismo tiempo con pasión y desesperación, necesitando buscar más y más en aquel contacto. La tibieza de sus labios y la seguridad con la que llevaba adelante el beso acariciándome con su boca, me habían puesto los pelos de punta.
Yo tampoco me había quedado atrás en demostrarle todo lo que me provocaba, pero mi niño sabía lo que hacía, y eso demostraba y prometía.
- Creo que deberíamos volver ya. Hace rato nos perdimos. – Mencioné mirando hacia arriba para buscar los ojos de Gael.
- Vale.- Respondió dejando un besito tierno en mi cabeza.- Está bien, pero que quede claro que es contra mi voluntad.- Su respuesta me dio risa.
Estiré mi mano hasta su nuca y lo atraje hacia mí para acariciar sus labios con los míos una vez más. Esta vez de manera más profunda, necesitada, como si supiera que por un buen rato no iba a tener ese contacto y necesitara guardarme reservas.
- Joder, cariño, ese beso…- Gruñó contra mi boca, se paró de golpe y me ayudó hacerlo a mi.- Vámonos antes de que me quede contigo aquí hasta mañana.
- Ahhh si, hermoso va a ser cuando la noche caiga del todo y el césped húmedo sea tu colchón.
Los dos reímos y emprendimos la vuelta hasta la zona de la casa y el patio con las carpas.
En el trayecto no pudimos evitar frenar varias veces para devorarnos nuevamente, al parecer, todo indicaba a que aquello se volvería nuestro pasatiempo favorito.
Llegamos justo para el baile, en la puerta de la carpa me volví a colocar los zapatos con ayuda de Gael, había tenido suerte de no haberlos perdido después de toda la emoción anterior.
Ya todos los invitados estaban ubicados en sus mesas y varias miradas conocidas se situaron en nosotros cuando hicimos presencia dentro del lugar. Pilar me guiñó el ojo enseguida haciéndome sonreír con timidez mientras que de costado, vi como Ana le hacía señas de algo que no entendí a Gael, en respuesta él le levantó el pulgar como señal de afirmación y entonces su señora madre sonrió emocionada en nuestra dirección.
-¿Qué fue eso? – Le susurré con cuidado de que nadie nos oyera.
- Mamá sabía a lo que íbamos. Se lo conté mientras esperaba por ti esta tarde.
- Ohhh, genial -pasé saliva nerviosa- ahora se que tu madre sabe que nos estuvimos enrollando frente a los girasoles.- Gael rió bajito y se acercó hasta mí oído.
- Lo que sabe es que eres mi novia ahora. No entré en más detalles con ella, tontita.- Y dicho aquello me robó un rápido beso de los labios haciéndome sonreír.
Los músicos sobre el escenario comenzaron a tocar, regalando los acordes de una balada que se me hacía familiar.