𝑻𝒉𝒂𝒕'𝒔 𝒂𝒍𝒍 𝒕𝒉𝒆𝒚 𝒓𝒆𝒂𝒍𝒍𝒚 𝒘𝒂𝒏𝒕, 𝒔𝒐𝒎𝒆 𝒇𝒖𝒏
𝑾𝒉𝒆𝒏 𝒕𝒉𝒆 𝒘𝒐𝒓𝒌𝒊𝒏𝒈 𝒅𝒂𝒚 𝒊𝒔 𝒅𝒐𝒏𝒆
𝑶𝒉, 𝒈𝒊𝒓𝒍𝒔 𝒕𝒉𝒆𝒚 𝒘𝒂𝒏𝒏𝒂 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒇𝒖𝒏
𝑶𝒉, 𝒈𝒊𝒓𝒍𝒔 𝒋𝒖𝒔𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒏𝒂 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒇𝒖𝒏.
𝑪𝒚𝒏𝒅𝒊 𝑳𝒂𝒖𝒑𝒆𝒓.
Llevaba media hora esperando verla aparecer entre la multitud, pero nada. Aún ni rastro de ella.
Las vacaciones de Navidad habían comenzado varios días atrás, por lo que la estación de tren estaba abarrotada de gente yendo y viniendo, llegando a Madrid de visita o buscando salir de la ciudad para pasar las festividades en otro sitio.
Mis días de descanso habían comenzado también, así que me ofrecí con muchas ganas para pasar por ella aquel día.
El panorama algo loco y ruidoso hizo que recordara con anhelo a mí país, ver aquellos sitios tan grandes y poblados me provocaba respeto. Y es que en Uruguay apenas éramos unos tres millones de habitantes, solo un puñado si nos poníamos a compararlo con Madrid.
Mis padres y yo vivíamos en la zona urbana, donde concentraba la mitad de la población pese a ser la ciudad más pequeña. Igualmente siempre comentábamos la idea de vivir en el campo, o al menos tener un lugar donde ir a descansar los fines de semana, quizás cuando papá dejara un poco de trabajo y mamá por fin decidiera disfrutar de su merecido retiro, pero era algo que veía lejano, bastante lejano de momento. Sin mencionar el detalle que ahora estaba unida a un chico español de ojos azules y pelo alborotado que me tenía loca, pero ya habría tiempo más adelante para pensar en todo eso.
Hice a un lado todos aquellos pensamientos y me concentré en encontrar a la muchacha de cabello rubio. Se suponía que el tren llegaba pasadas las doce del mediodía, eran cerca de la una y aún no la había visto aparecer.
Saqué el móvil para marcarle a Gael, quizás se había confundido con el horario, o por algún motivo no llegó a salir de Pamplona, pero entonces una voz familiar gritó mi nombre justo antes que le diera al botón verde.
- Linaaa, Linaaa aquí. - No le alcanzaba a ver pero su mano derecha saludaba por los aires entre la gente. Allí estaba.
Me abrí paso entre las personas apuradas que atravesaban la estación sin siquiera molestarse en ir con cuidado y alcancé a mi pequeña cuñada por fin.
- Ay Pili, cariño. Ya estaba yo por llamar a tu hermano. Empezaba a preocuparme. - Mencioné saludando con un abrazo a la recién llegada.
Estaba tan guapa como la recordaba. Una niña de buena altura para su edad, algo que podía asegurar era de familia, su larga melena rubia y sus ojos tan bellos como llamativos de color miel. No se parecía en nada a su hermano, pero algo en sus facciones me le recordaba muchísimo.
- Lo siento. - Se excusó con timidez. Antes de continuar resopló cargada de molestia también.- Ha habido un atraso en la estación de Pamplona, la gente estaba muy loca, todos molestos, apurados, joder, es qué no entienden que las festividades son para pasarlo bien, no para estresarse.
- Ya estás aquí ahora, eso es lo importante. Y apuesto que has ido sola a la estación y te dejaste el móvil en casa o sin carga...
- ¿Cómo es que ya me conoces tanto? - Sonreí mirándola de reojo mientras tomaba su valija verde con mi mano y caminábamos hasta la parada de taxis.
- No es que yo sepa demasiado. Es que una niña de tu edad sin interés por la tecnología es sapo de otro pozo. Le he sentido a tu hermano refunfuñar varias veces por no encontrarte en el móvil.
- Gael siempre me riñe por lo mismo. - Se encogió de hombros acompañando el gesto con una sonrisa pícara.
Pilar había pedido permiso a sus padres para venirse unos días a Madrid con nosotros. Pasaríamos la Navidad juntos y luego volvería, para el año nuevo sí, festejarlo en su ciudad.
A mi la idea me había encantado, Gael no cortaba con los entrenamientos, mucho menos Julia con los turnos del bar, por el contrario eran dobles según los días, así que me encontraba bastante sola en casa últimamente. La compañía de Pilar sería estupenda. Más aún teniendo en cuenta lo bien que habíamos congeniado cuando nos conocimos meses atrás.
Fuimos hasta la parada de taxis y subimos a uno indicándole la dirección del edificio. Nos tomó cerca de cuarenta minutos llegar. No mentía al decir que la ciudad estaba superpoblada aquellos días, pero una vez ya instalada Pilar y habiéndonos despejado un poco de todo el abrigo que llevábamos fuera, nos sentamos en el sofá grande de la sala y dimos rienda suelta a las típicas conversaciones entre dos chicas que llevan tiempo sin verse y deben ponerse al día.
Me contó sobre el instituto, ya estaba en el último año y las exigencias eran aún más grandes debido a todo lo que le tocaría afrontar a partir del siguiente curso, pero Pilar era una chica con las ideas claras, le iba muy bien en ese plano y desde niña siempre había estado segura de que quería seguir la rama de la medicina, Gael siempre decía que tenía vocación para ello. Así que con respecto a eso iba fenomenal. Me contó también sobre sus padres, sobre Isa y su nuevo novio y también mencionó que Irene estaba con proyectos gordos de trabajo, algo bueno para ella ya que soñaba bastante con abrirse paso entre los importantes del periodismo y teniendo en cuenta que todavía no estaba recibida, era un buen augurio para su futuro.
- Bueno y qué hay de ese chico... - Intenté recordar el nombre del vecino mencionado los días que pasé en su casa.
- Ahhh, Isaías.- Noté la tensión en su mirada ante mi pregunta y el cambio de tema de conversación.- Pues nada, ahí está. No ha cambiado mucho en todos estos meses la verdad, le veo de a ratos, me mira, pero nada...
- ¿Y te gusta? - Pilar no era de esas chicas de 16, 17 años muy parlanchinas, quizás por eso se veía más madura para su edad.
Al contrario de Gael que solía ser más extrovertido, Pilar había sacado ese aire más reservado de su padre. Lo había notado en mi visita a Pamplona, pero también Gael siempre mencionó aquello sobre su hermana menor, de hecho a él le preocupaba estar tan lejos el último año porque Pilar con una de las pocas personas que solía abrirse algo más era con su hermano mayor.