Esperaré Para Amarte

Capítulo 41 - Lina

𝑪𝒖𝒂𝒏𝒅𝒐 𝒚𝒂 𝒏𝒐 𝒔𝒆𝒑𝒂𝒔 𝒅ó𝒏𝒅𝒆 𝒊𝒓
𝑺𝒐𝒍𝒐 𝒗𝒆𝒕𝒆 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒅é 𝒎á𝒔 𝒎𝒊𝒆𝒅𝒐
𝑳𝒂𝒔 𝒄𝒐𝒔𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒏𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒆𝒔 𝒄𝒂𝒎𝒃𝒊𝒂𝒓
𝑺𝒐𝒏 𝒍𝒂𝒔 𝒎𝒊𝒔𝒎𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒄𝒂𝒃𝒂𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒃𝒊á𝒏𝒅𝒐𝒕𝒆 𝒍𝒖𝒆𝒈𝒐
𝑻𝒆 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕í 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒕𝒐𝒅𝒐 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊
𝑷𝒆𝒓𝒐 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒛 𝒚𝒐 𝒏𝒐 𝒑𝒖𝒆𝒅𝒐
𝒀 𝒔𝒊 𝒗𝒂𝒔 𝒂 𝒔𝒆𝒓 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒔𝒊𝒏 𝒎í
𝑷𝒐𝒓 𝒇𝒂𝒗𝒐𝒓, 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒔𝒆𝒂𝒔 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒕𝒆 𝒉𝒊𝒄𝒊𝒆𝒓𝒐𝒏
𝒀 𝒚𝒂 𝒑𝒂𝒔ó 𝒖𝒏 𝒅í𝒂 𝒚 𝒏𝒐 𝒕𝒆 𝒗𝒆𝒐
𝒀𝒂 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒅𝒐𝒔 𝒚 𝒕𝒆 𝒑𝒊𝒆𝒓𝒅𝒐
𝑺𝒊 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒔 𝒅𝒆 𝒑á𝒈𝒊𝒏𝒂, 𝒚𝒂 𝒏𝒐 𝒕𝒆 𝒍𝒆𝒐
𝑻𝒆 𝒆𝒄𝒉𝒐 𝒅𝒆 𝒎𝒆𝒏𝒐𝒔
𝑨𝒖𝒏𝒒𝒖𝒆 𝒚𝒐 𝒇𝒖𝒊 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒏 𝒕𝒆 𝒆𝒄𝒉é
𝑨 𝒗𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒏𝒐 𝒔é 𝒒𝒖é 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒐
𝑪ó𝒎𝒐 𝒕𝒆 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒒𝒖𝒆𝒓𝒆𝒓
𝑷𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒖𝒏 𝒑𝒆𝒓𝒐
𝒀𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆 𝒕𝒆 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓é
𝑳𝒐 𝒎𝒂𝒍𝒐 𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒕ú 𝒆𝒓𝒆𝒔 𝒇𝒖𝒆𝒈𝒐
𝒀 𝒚𝒐 𝒕𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒎𝒊𝒆𝒅𝒐 𝒂 𝒂𝒓𝒅𝒆𝒓.

𝑩𝒆𝒓𝒆𝒕.

Nunca antes me había sentido atada a alguien con tanta necesidad. Y no sabía si esto me volvía una novia tóxica o no, pero echaba de menos a Gael como no hubiese esperado. Las mañanas sin sus buenos días no eran las mismas, echaba de menos sentarnos juntos a beber el café casi en silencio mientras disfrutábamos de el amanecer, de lo simple. Regresar del trabajo y saber que no estaría esperándome en casa, o que no llegaría poco después para hacer algún plan juntos también se volvía tedioso.

Siempre fui de esas personas que creen que la necesidad desmedida era mala. Pero ahora no lo veía así, por el contrario, entendía que Gael formaba parte de mi día a día y que era más que lógico que le extrañara cuando llevábamos casi una semana sin vernos. Sabía por lo que me había comentado la noche anterior que hoy era su último juego, de hecho, en un par de horas ya lo estarían llevando a cabo, así que intenté agarrarme de eso para contar los pocos días que quedaban para verle.
De todos modos algo agradable o diferente tenía eso de no vernos por tantos días. La sola idea de encontrarme con él cuando volviera hacía que mi corazón se acelere por los nervios.

Durante aquella semana me había dedicado profundamente al trabajo, tanto en la biblioteca como en casa, estaba dando inicio a una nueva historia y eso me tenía entusiasmada, así que a diferencia de otras veces, en pocos días había avanzado más que de costumbre. 
Julia tenía por fin algunos días de descanso, luego del lío por las festividades le habían permitido tomarse dos semanas. Pero claro, ni bien concederle aquello se las había tomado lejos de Madrid junto a Mateo que también había arreglado en su trabajo. Me ponía feliz por ambos, pero la soledad  de esos días se hacía sentir. Aunque los primeros fueron buenos ya que estar con uno mismo es necesario cada cierto tiempo, ya con el pasar de los días fue haciéndose más cuesta arriba.

Luego de haber limpiado sobre limpio todo el apartamento decidí que era buen momento para tomar una siesta. Los días en la biblioteca estaban siendo agotadores y al parecer las noches no estaban siendo muy apetecibles para dormir. Saberme sola en un lugar tan grande me generaba bastante inquietud, así que últimamente conciliar el sueño se volvía difícil. 
Dejé la habitación completamente a oscuras, la lluvia que estaba cayendo aquella tarde de domingo se podía escuchar bastante fuerte y no podía existir mejor combinación que esa para dormir una siesta. El apartamento era bastante caliente cuando funcionaba bien la calefacción así que me quité los jeans y los zapatos y me metí dentro de la cama únicamente con la camiseta de tirantes que llevaba puesta, perdiéndome por completo en un sueño profundo, sabiendo que eso me traería consecuencias por la noche al intentar dormir, pero ya me ocuparía de aquel problema más tarde.

***

La sensación de haber dormido por varias horas seguidas se apoderó de mí en cuanto recobré la conciencia. No sabía qué, pero algo me hacía cosquillas en torno a la piel de mi cuello. Y ese aroma tan familiar, Dios… ¿Se podría extrañar tanto a alguien al punto de sentirlo en cada partícula del cuerpo sin tenerle cerca?

Pero ningún sueño o sensación podía sentirse tan real como la que estaba notando. Abrí los ojos y a pesar de la oscuridad de la habitación lo vi. Era humanamente imposible haber dormido hasta el martes, día en que supuestamente llegaba, pero tampoco veía viable que estuviera allí.

-    ¿Eres tú? – Pregunté ya conociendo la respuesta pero necesitaba oír su voz para entender que era real.

-    ¿Esperabas a alguien más? – Saqué mis brazos de debajo de las mantas y rodeé su cuello para pegarlo a mi.- Joder como te echaba de menossss.

-    Mmm, joder contigo cariño, creo que es la primera vez que te oigo decir un taco y puedo asegurar que se escuchó perfectamente sexy de tu boca.

-    ¿Qué haces aquí? ¿Te has escapado? – Pregunté con confusión y con algo de temor por lo que hubiese hecho.

-    Así es, me escapé. Le dije al entrenador que era un capullo, que no pensaba quedarme ni un maldito día más a su lado y que me iba.

Me senté en la cama de un sopetón haciendo que nuestras frente se dieran un golpe a causa de la cercanía.

-    Auch, excelente bienvenida de mi chica eh… - En lugar de sobar su propia frente lo hizo en la mía con ternura.- Solo pedí autorización para irme luego del segundo juego, un problema familiar que no podía esperar, ya sabes…

-    Lo que sí sé es que las mentiras tienen patas cortas, cariño.

-    Y yo lo que sé es que no podía estar ni un día más alejado de ti, eres mi novia, eso te convierte en familia y verte era un asunto importante el cual  no podía esperar. Cumplí con mi obligación de ganar los dos juegos así que técnicamente no mentí ni hice nada malo.
Sonreí ante su respuesta y no me aguanté más las ganas de besarlo. Tomé su rostro en mis manos y lo atraje hacia mi.
-    Te amo, pequeño travieso. – Me copié de sus propias palabras que en varias oportunidades usaba conmigo y lo besé.

Su respuesta fue automática, no necesitamos preámbulos para hacerlo, mi boca se abrió en respuesta a la suya, que buscó mi lengua con desesperación. Aquel beso se sentía casi como el primero, cargado de contención y buscando calmar un poco toda la necesidad que en los días separados se había generado.
Gael se removió buscando mayor comodidad y con su brazo alrededor de mi cintura me levantó del colchón para liberarme de las sábanas. En ese momento caí en cuenta de que estaba en ropa interior debajo de la camiseta, algo que él no se esperó al quitarme del interior de la cama. 
Fui testigo entre las penumbras de la habitación de cómo su respiración se aceleró de un segundo a otro y cuando quise darme cuenta, de un solo movimiento me había posicionado encima de sus piernas, como aquella vez en la sala, a diferencia de que ahora yo no llevaba pantalón.



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En el texto hay: distancia, amor, amistad

Editado: 27.04.2024

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