𝑰 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒅𝒊𝒆𝒅 𝒆𝒗𝒆𝒓𝒚𝒅𝒂𝒚 𝒘𝒂𝒊𝒕𝒊𝒏𝒈 𝒇𝒐𝒓 𝒚𝒐𝒖
𝑫𝒂𝒓𝒍𝒊𝒏𝒈, 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒃𝒆 𝒂𝒇𝒓𝒂𝒊𝒅
𝑰 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒚𝒐𝒖
𝑭𝒐𝒓 𝒂 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒔𝒂𝒏𝒅 𝒚𝒆𝒂𝒓𝒔
𝑰'𝒍𝒍 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒇𝒐𝒓 𝒂 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒔𝒂𝒏𝒅 𝒎𝒐𝒓𝒆
𝑨𝒏𝒅 𝒂𝒍𝒍 𝒂𝒍𝒐𝒏𝒈
𝑰 𝒃𝒆𝒍𝒊𝒆𝒗𝒆𝒅 𝑰 𝒘𝒐𝒖𝒍𝒅 𝒇𝒊𝒏𝒅 𝒚𝒐𝒖
𝑻𝒊𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒔 𝒃𝒓𝒐𝒖𝒈𝒉𝒕 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕 𝒕𝒐 𝒎𝒆
𝑰 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒍𝒐𝒗𝒆𝒅 𝒚𝒐𝒖 𝒇𝒐𝒓 𝒂 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒔𝒂𝒏𝒅 𝒚𝒆𝒂𝒓𝒔
𝑰'𝒍𝒍 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒚𝒐𝒖 𝒇𝒐𝒓 𝒂 𝒕𝒉𝒐𝒖𝒔𝒂𝒏𝒅 𝒎𝒐𝒓𝒆.
𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒕𝒊𝒏𝒂 𝑷𝒆𝒓𝒓𝒊.
Los primeros rayos de luz se colaron a través de la cortina de la habitación. Aquellos sitios siempre resultaban ser de lo más incómodos para descansar. Desde el sillón duro que había para sentarse, pasando por los incontables ingresos del personal a la habitación, hasta las finas cortinas que no cumplían justamente su función de cubrir la ventana para tener privacidad y evitar molestias del exterior. Pero todo era por ella. Su mejoría era motivación suficiente para aguantar allí las noches que tocaran.
Con papá llevábamos una semana turnándonos por las noches para acompañar a mamá.
El sábado pasado, es decir cinco días atrás, mientras papá y yo esperábamos el horario para la visita de cada día, los médicos salieron antes de tiempo para hablar con nosotros. Mamá había despertado. La emoción se apoderó de nosotros, respirando con alivio después de un mes largo y difícil. Y entonces nos explicaron cómo se procedería desde ese punto.
Que hubiese despertado ya descartaba un montón de posibles secuelas a causa del ACV, pero aún debíamos seguir esperando. A mamá la tendrían ahora en un coma farmacológico, casi igual que como estaba pero con la diferencia de que ya no veían necesaria la máscara de oxígeno y también iban a probar despertarla poco a poco, quitando sedación cada día para mantenerla despierta durante algunos minutos y así ver su reacción con diferentes estímulos. Así que los últimos días los habíamos pasado así, con ella ya fuera de cuidados intensivos, pero en alerta por seguir viendo un progreso en su mejoría. Y eso parecía ir sucediendo poco a poco.
Miré a mamá, que estaba dormida a mi lado, y sonreí. Le había pedido tanto a Dios que le permitiera vivir, que el solo hecho de verla despierta unos minutos cada día se sentía como tocar el cielo con las manos.
En la tarde de ayer, el rato que estuvo sin sedación, había intentado hablarme. Por su mirada intuía que quería hacerlo, que algo buscaba decirme. Pero enseguida el cansancio y los efectos de las drogas la hacían volverse a dormir.
Miré la hora en el reloj y fruncí mi ceño al notar que papá ya estaba pasado de tiempo. Por lo general nunca llegaba fuera de nuestro horario de relevo acordado. No es como si a mí me molestara quedarme unas horas más, pero comenzaba a preocuparme.
Al final esto que había pasado me ayudaba a valorarlo todo muchísimo más. A no dar por sentado nada ni a nadie. Darle un beso a papá antes de que se fuera, o antes de irme, acompañado de un "papá, te quiero" se había vuelto ley.
Me puse de pie y caminé hasta la ventana para visualizar la entrada principal que se veía desde nuestra ubicación. Ni rastro de papá y ya pasaban las 2 de la tarde. Tomé el móvil y marqué su número sin tardar más tiempo, ni siquiera probando con mandarle mensaje. Apenas sabía darle al botón de atender, para redactar un mensaje podía estar horas y no estaba dispuesta a esperar tanto para saber de él.
Sonó dos veces y contestó con su típico tono de voz sereno.
- Hija, ¿todo va bien con mamá?- Me sentí aún más confundida por su pregunta.
- Mmm, todo marcha bien, como siempre, ¿pero dónde estás? Te estoy esperando desde mediodía, papá. Estaba preocupada, nunca llegas tarde.
- Ahhh, si...bueno, olvidé decirte anoche que llegaría un poco más tarde. Dormí un poco más de lo de siempre y ahora estaba aprovechando la tarde para hacer una limpieza en la casa.
- Está bien, papá. Pero no está de más comentarme este tipo de cosas.
Lo siento, Lina. No me he dado cuenta, pero ya pronto iré. ¿Tú necesitas algo?
No, todo está bien. Ven con cuidado. Te veo más tarde.
Resoplé al tiempo que finalizaba la llamada. Había pasado nervios en vano, únicamente por la distracción de papá.
El resto de la tarde me dediqué a avanzar en la novela que había comenzado semanas atrás. Con todo lo de mamá casi no había escrito más que algunos pocos capítulos, y aquella historia me tenía motivada e inspirada, por lo que aproveché aquellas horas más de espera y de estar al cuidado de mamá, para seguir haciendo lo que tanto me gustaba.
No sabía cuánto tiempo llevaba inmersa en mi mundo paralelo, sentada sobre aquel pequeño e improvisado escritorio, compuesto por una mesita de madera y una silla que solía utilizarse para que el paciente o su acompañante comieran, hoy le estaba dando otro uso y en conjunto con las vistas desde la ventana con los colores de aquella tarde de verano, brindaban todo un espectáculo para mis ojos y colaboraban también para que los capítulos se fueran acumulando uno tras otro casi sin esfuerzo.
Esos momentos eran los más anhelados por un escritor, cuando los planetas se alineaban y todo fluía sin problema. Podía apostar que mi rostro delataba lo bien que me sentía ahora mismo. Después de semanas en donde era difícil ver la luz a través del túnel, por fin un rayito comenzaba a asomarse.
Restaban 15 minutos para las cinco de la tarde cuando finalmente papá se asomó por la puerta de la habitación, abriendo esta con cuidado. Traía buen aspecto, por fin las horas de sueño habían sido rendidoras. Tenía dos bolsas en su mano derecha, noté que en una traía ropa, seguramente para después cambiar a mamá cuando pasaran las enfermeras del turno de la noche y había también comida casera a juzgar por el aroma delicioso que inundó el cuarto.
- Que bien te ves, papi. De a poco todo va volviendo a su sitio.
- Así es, cariño. Todo va volviendo a su sitio. - Repitió afirmando mis palabras mientras dejaba las bolsas sobre la silla donde antes estaba sentada. Acto seguido me abrazó y sentí en su abrazo que había algo que no me estaba diciendo.