Espíritu Animal

III. El periquillo de mejillas rosadas.

Ya habían pasado dos semanas desde el día en que los chicos obtuvieron sus poderes. Era un lunes, y Marco se encontraba recostado en su banco, dormido y babeando. Llevaban una semana entrenando y para ellos era muy cansado. Kevin llegó al salón, aseado y completamente despierto, como de costumbre. Se acercó a Marco y dejó caer su mochila en el banco junto a él.
— Marco. — Comenzó a zarandearlo.
— Yo en tu lugar no lo despertaría. — Dijo una voz detrás de él. Kevin volteó y miró a una chica de cabello chino, demasiado largo, podías quedar atrapado ahí si intentabas tocarlo, tenía la piel aperlada y era de estatura baja. Sus ojos verdes se ocultaban tras un libro de ciencia ficción. — Dicen que la gente es irritante si interrumpen su sueño.
— Él ya es irritante aunque duerma todo el día.— Dijo Kevin mientras sacaba algunos cuadernos.
— Creo que es algo escandaloso. — Dijo la chica con su voz cantarina.
— ¿Eres Sabrina, cierto?
— Salas, Sabrina Salas. Por cierto, ¿Te firmaron el permiso para el aviario?
— ¡Maldición! —
Se levantó Kevin de su asiento. — ¡Marco! — Comenzó a jalarlo con fuerza. — ¿¡Te firmaron el permiso para ir al aviario?
— ¿Iremos al aviario…?— Preguntó aún dormido. Génesis entró de pronto al salón y fue directo hacia sus amigos.
— ¡Hola! — Saludó. — ¿Trajeron el permiso para el aviario? — Sonrió. Kevin lanzó una mirada fulminante. 
La maestra Rosy entro al salón y rápidamente pidió los permisos a todos en el aula. Todos entregaron los permisos y fueron saliendo del salón para tomar el transporte escolar, excepto Marco y Kevin. La maestra Rosy suspiró.
— Entiendo que ha sido una semana difícil, chicos, pero les dije que no descuidaran la escuela.
— Lo sabemos…— Murmuró Kevin. — Pero con lo poco que veo a mis padres y todo lo que está pasando, olvidé por completo el permiso.
— Yo seré sincero, ni siquiera recordaba que saldríamos.
— Se los pasaré por esta ocasión, pero que no vuelva a ocurrir, ¿De acuerdo?

— Muchas gracias, maestra.
Los tres salieron del aula y subieron al camión escolar, directo al aviario de la ciudad, sin notar que a lo lejos, Leafdy los miraba. Después de unos quince minutos llegaron al aviario de la ciudad, donde todos bajaron y se formaron en grupos. Marco, Kevin y Génesis estaban solos como siempre, sabrina los miraba a lo lejos, pero ya estaba con su grupito.
— ¡Muy bien! — Exclamó Rosy. — ¡Todos vamos a entrar en orden y observaremos a las aves libres en este lugar! Formen grupos y elijan un ave, hagan un resumen de todo lo que puedan observar de ella y me lo entregaran en el salón de clases. ¿Entendieron? — Todos asintieron y entraron al aviario emocionados. Al momento de entrar, un halcón miró fijamente a Marco. Esto lo puso un poco nervioso.
Los niños comenzaron a recorrer el lugar, hasta que Marco miró a un ave que le gustó.
— ¡Esta me gusta! — Exclamó mientras se acercaba a un ave de plumaje gris, pequeña, con una cresta amarilla, un fuerte pico y mejillas rosadas.
— Es una Ninfa, son originarias de Australia y son muy comunes como mascotas. — Dijo Kevin.
Bueno, es muy bonita, entiendo porque la gente la tiene como mascota. — Dijo Génesis.
— Que linda eres…— Dijo Marco mientras trataba de tocarla, pero esta le dio un picotazo. — ¡Maldito, pájaro! Podría asarte aquí mismo…— Susurró.
— Marco, cálmate. — Dijo Génesis. La ninfa voló al hombro de Génesis y acarició su cabello. — Sí que eres bonita, ¿verdad?
Como sea.— Bufó Marco — Solo hagamos el resumen y vámonos.
Kevin sonrió mientras sacaba una libreta y comenzaba a anotar. Leafdy se encontraba en el mismo lugar que ellos, solo que no la notaban porque se camuflaba entre los árboles.
Cuando los chicos terminaron de hacer el resumen, dejaron al ave y se acercaron a la maestra. Leafdy aprovecho que nadie la veía y le dio una pequeña píldora a la ninfa. El ave comenzó a aletear y todo su cuerpo se alteró. El ave aumentó un tamaño considerable, al menos unos dos metros y comenzó a aletear por todo el lugar.
¡No puede ser…! — Murmuró la maestra.
¿¡Qué diablos le pasó? — Gritó Marco
¡Todos salgan de aquí! — Gritó la maestra, pero no era necesario, ya que todos estaban amontonados en la entrada. Los chicos se quedaron viendo la gran ave que tenían enfrente. La maestra Rosy les asintió y salió del lugar. Cuando estaban seguros que estaban solos, el espíritu del león, el tiburón y la mariposa cubrieron el cuerpo de los chicos y se trasformaron.
¡Muy bien! ¡Ahora si podre vengarme de ti, maldito pajarraco! — Le gritó Marco.
La maestra y los alumnos estaban ya en el autobús, asustados.
— Muy bien, ¿Están todos? — Todos se miraron entre si y asintieron.
¡No! — Gritó Sabrina.— Faltan Marco, Kevin y Génesis.
¿Quiénes son esos? — Preguntó una chica.
— Tienes razón, iré a buscarlos.— Dijo la maestra mientras bajaba del autobús. — Llegaremos por nuestra cuenta, llévate a los alumnos de aquí. — Le dijo al chofer, y sin pensarlo dos veces, el chofer arranco el autobús y se fue.




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