Espíritu Animal

V. La gran prueba.

Noviembre estaba llegando a su fin y el frío cada vez era más fuerte en la ciudad. En una gran mansión ubicada en la orilla de la ciudad, una pareja preparaba el almuerzo mientras hablaba por teléfono sin parar, hasta que de pronto Kevin entró en la habitación completamente adormilado y con una muy mala pinta. La mujer lo vio de pronto y dejó de prestar atención al teléfono.
— Un momento, ¿te puedo llamar después? — Dijo en la bocina del celular. — Gracias. — Colgó el teléfono. — Luces horrible, ¿Te sientes mal?
— Si, no me siento muy bien…—
Balbuceó. — Solo vine por algo de almorzar y después me arreglaré para ir a la escuela…
— ¡Estas ardiendo en fiebre! —
Dijo su madre mientras lo tocaba en la frente — No puedes ir a la escuela así.
— Tengo que hacerlo. Hoy aplican el examen de evaluación en la secundaria y nos dijeron explícitamente que no faltáramos.
— Al diablo con eso, nada que una desinteresada donación a la escuela no arregle; quédate a dormir y en la tarde te llevaremos al hospital, ¿Crees que tu hermano se pueda quedar contigo?

El pequeño hermano de Kevin entró en la habitación.
— ¡Sí! ¡Jugaremos toda la mañana! — Gritó emocionado el pequeño.
— Claro. — Sonrió Kevin con esfuerzo. — Ve y conecta la consola…
— Descansa todo lo que puedas y dile a tu hermano que no te moleste. Volveremos por la tarde, duerme.

Los padres se despidieron de los niños y salieron de la mansión, hablando por celular.
— ¿Estás listo para jugar? — Preguntó entusiasmado su hermano menor.
— Si, andando…— Lo abrazó Kevin.

Lejos de ahí, un Marco muy inquieto miraba el reloj de su aula mientras miraba la puerta.
— Si sigues moviendo el pie así, vas a abollar el suelo. — Le dijo una voz. Marco volteó y miró a la chica llamada Sabrina, solo que él no sabía quién era.
— Es mi amigo… Kevin, él nunca llega tarde, y menos en este examen para el que estudio tanto.
— Si, conozco a Kevin, es muy extraño que falte.

Génesis entró corriendo al salón
— Por poco y no lo logro…— Suspiró mientras se sentaba en su asiento — ¿Dónde está Kevin? — Preguntó una vez que recobró el aliento y miró alrededor.
— Eso es justo lo que estaba diciendo él. —
Intervino Sabrina.
— Si, le decía que se me hace muy raro que no venga, y más cuando estudio tanto.
— Lo se… ¿Crees que le haya pasado algo?
— Preguntó Génesis.
— ¿Por qué le pasaría algo? — Preguntó Sabrina. Marco miró a Génesis insinuándole que se callara, ya que al parecer la chica estaba metida en su conversación, por suerte una maestra entró al aula y toda la atención fue hacia ella.
— Muy bien, jóvenes, buenos días. En este momento iniciara la prueba para evaluar a la secundaria, no tengo que recordarles lo importante que es, pues esta secundaria siempre se ha posicionado como la mejor de la ciudad y depende de ustedes mantener el nivel con esta prueba. Confió en que no tengo nada de qué preocuparme, excepto tal vez por Marco.
Marco le sonrió hipócritamente.
— Muy bien, vamos a guardar todo, en seguida repartiremos el examen, y la prueba, que durará algunas cuatro horas, comenzará.
Marco y Génesis se miraron, aún preocupados por Kevin.

Lejos de ahí, en el viejo almacén se encontraba el grupo de Spark.
— Creo que este sería un buen momento para atacar. — Dijo Shark.
¿Por qué lo dices? — Pregunto Spark.
— La energía del tiburón está alejada de la de los otros dos, y no sé si pueden sentirlo, pero está débil.
— Tienes razón. —
Dijo Leafdy — Puedo sentirlo.
— Bien, supongo que es mi turno…—
Suspiró Spark.
— No, déjamelo a mí, me gusta hacer sufrir personalmente al tiburón. — Dijo Shark mientras se levantaba y salía de ahí.

Sin una idea de lo que ocurría, Kevin había terminado de jugar con su hermano, pues, aunque estaba ardiendo en fiebre, no le negaría nada a su único hermano.
— Muy bien, voy a descansar…— Jadeó mientras se levantaba.
Que te recuperes. — Le dijo el pequeño. Kevin sonrió y subió a su habitación. Al entrar a su cuarto se recostó de inmediato y terminó dormido al instante. Su mente se fue poniendo completamente en blanco y de pronto solo estaba él, en el lugar donde contactaba con su espíritu. Se levantó dudoso, pensando en cómo había llegado ahí.
— Recuerdo este lugar…— Dijo mientras pensaba en la última vez que habló con su espíritu.
Bueno, claro que deberías, ya que este lugar es tu mundo interno.
Kevin se exaltó por la voz y de nuevo vio al gran tiburón ahí. Solo una silueta de color azul fuerte.
— ¿Sabes? Estaba pensando que aún no se tu nombre. — Dijo Kevin.
— Mi nombre es Pistris. He estado esperándote todos estos años.
— No entiendo como llegue aquí… supongo que son efectos secundarios por la fiebre.
— Bueno, tú deberías saberlo, después de todo, ¿No quieres ser doctor de grande?
— ¿Cómo sabes tú eso? Aún no se lo digo a nadie, ni siquiera yo estaba seguro de quererlo…
— Ya te lo dije, somos la misma persona, solo que yo soy la parte espiritual y tú la parte física. Los humanos son una especie más en la tierra, al igual que los Dobutsuonis, somos una especie superior. Nosotros somos los humanos que tienen un espíritu animal en su interior, pero no todos logran escuchar su voz. El 50% muere sin siquiera escuchar la voz de su alma. Sin saber que son capaces de más. Me alegro que hayamos logrado conocernos.
Kevin no sabía que decir.
— Entiendo que hay mucho por procesar. Pero sé que lo harás, porque soy tu, y se lo inteligente que somos. Pero ahora necesitas despertar, porque algo se acerca.
De pronto Kevin despertó de golpe, jadeando por la enfermedad.
— Muy bien. — Dijo Shark cerca de la mansión. — Veamos cómo te deshaces de esto, acuático.
Un gran cangrejo gigante se acercaba por la calle, destruyendo todo a su paso con sus grandes tenazas. El hermano de Kevin entró corriendo a la habitación, asustado.
— ¡Hay un monstruo gigante en la calle! — Le dijo llorando.
— Maldición…Sabía que esto pasaría, ¡Escóndete en el sótano, yo llamaré a la policía!
— ¿Y si te lastima?
— No pasará nada, ¡Ve!
— Le dijo desesperado. Una vez que su hermano se fue, Kevin se acercó a la puerta y vio al cangrejo gigante. Suspiró, y el espíritu del tiburón lo rodeó, transformándolo. — Tengo que hacer esto rápido…— Jadeó.




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