Esposa de Alquiler

CAPÍTULO 3: LA PROPUESTA

CAPÍTULO 3: LA PROPUESTA

Estoy delante del edificio, es la hora acordada. Paso una mano por mi rostro sintiendo una hebra de pelo en la mejilla, pero no hay nada. He de estar nerviosa, supongo. Charlie Wilson es un hombre con un aura similar a la de mi padre. Su sola presencia impone demasiado y he de admitir que resulta intimidante. Tiene unos ojos azules —aunque en ocasiones parecen grises— sedientos de poder y estos van a juego con su sonrisa de suficiencia que a veces resulta macabra.

Digamos que tiene todo lo que cualquier persona podría soñar, dinero, poder y belleza. Tras la muerte de su padre se ocupó diligentemente de su compañía y su equipo lo respeta. Esto, a pesar de que los medios de comunicación hablan pestes de él por frecuentar a mujeres de la noche. ¿Sus aficiones? Cazar, jugar al golf y la natación.

—¿Desea que suba con usted? —me pregunta José. Lo miro, aunque confío en él nunca se sabe si podría ponerse del lado de mi padre así que niego.

—Será rápido.

Llamo a Charlie y me indica que me abrirá la puerta. Me adentro en aquella edificación que resalta lujo por todas partes y luego tomo el ascensor que me subirá hasta el último piso. Una vez allí, me topo con la puerta abierta y una empleada doméstica con una sonrisa de oreja a oreja.

—Buenas noches señorita Megan Jones, El señor la espera en el salón.

—Gracias —le respondo y evito pasar las manos por mi traje. Cuando estoy nerviosa debo ocupar en algo las manos. Sin embargo, no caeré en este juego de descontrol.

Trago saliva cuando veo a Charlie. Lleva una bata de estar en casa roja con un borde negro. De la cintura para arriba está desnudo y de la cintura para abajo sabrá Dios que lleve. Me fijo en su pecho firme y depilado, pero subo la vista ante sus ojos. Gran error porque sus pupilas están enormes y oscuras.

—¿Estos son modos de esperar a la visita? —inquiero sin tomar asiento y sintiéndome ridícula. «¿Pretende burlarse de mí? Yo me puse uno de mis mejores trajes y este patán está como en un domingo por la tarde.»

—Si las cosas se dan como espero, me verás de este modo mucho más seguido —indica con los brazos apoyados de forma relajada en el sillón.

—No entiendo qué pretendes —espeto.

—¿Prefieres que te lo explique antes o después de comer?

—Mi padre me enseñó que los negocios siempre van antes, así que adelante.

—Toma asiento Megan —sisea y su pecho se eleva y baja despacio.

Lo hago solo porque parece que las piernas van a temblarme en cualquier momento. Soy una mujer de negocios, pero tengo ojos y aquellas vistas pueden poner nervioso a cualquier mortal.

—Pues mira —continua —imagino que sabrás que mi reputación pende de un hilo. Cuando estaba vivo mi padre parecía que los medios no me tomaban tanto en cuenta, pero ahora cada semana hay una nueva noticia sobre mí. Me da completamente igual, si te soy sincero; pero no pasa lo mismo con los accionistas, tampoco con las empresas con las que deseo hacer negocios. Me ofende que estar con prostitutas sea tan mal visto cuando es el oficio más antiguo de todos los tiempos.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —lo interrumpo ya que no me interesa que me cuente su vida.

—Pues para nadie es un secreto el que no se te toma en serio en la empresa de tu padre. Para todos allí eres un perrito faldero o la mujer de los recados. Nada más.

Hago puños con las manos, pero evito mostrar un signo de molestia en mi rostro.

—Al enterarme de que no ibas a liderar la compañía —prosigue —se me ocurrió que tú y yo podríamos llegar a algún acuerdo que nos convenga a ambos.

—¿Qué clase de acuerdo? ¿Por fin estás dispuesto a vendernos tu empresa? —inquiero con curiosidad. Entregarle a mi padre a Charlie en bandeja de plata podría hacer que reconsidere lo de mi hermano. Sería un nuevo modo de demostrar que la ideal para el cargo soy yo.

—Casarnos —suelta como si nada y me dedica una sonrisa.

—¿Perdón? ¿Quién en su sano juicio se casaría contigo? No me expondría a que me contagies sífilis o algo peor.

Charlie se ríe y cruza las piernas. Me distraigo con su bata y me pregunto si exponerme a alguna de esas ETS valdría la pena. «¡No te distraigas Megan!».

—Casarnos por conveniencia Megan querida —sisea como serpiente —tú te convertirías en una especie de esposa por alquiler y yo a cambio te daría el puesto directivo de mi cadena de cruceros.

Mi boca se abre con sorpresa.

—¿La directora dices?

Lo veo asentir.

—¿Por qué?

—Porque quiero comprar una franquicia de parques de diversiones y eso me mantendrá muy ocupado. No te daré nombres, pero puedo adelantarte que es mucho más grande que los cruceros, así que no me molestaría cederte el liderazgo a ti. —se inclina hacia adelante —piénsalo. Yo limpio mi reputación casándome con una mujer de buena familia y tú consigues el cargo que tanto anhelas. Podrías demostrarle a Morgan tus capacidades.

—No lo sé —reflexiono —dudo que a él le agrade la idea de que me case contigo. Sería una traición monumental. Además ¿Qué me garantiza que cumplirás tu palabra? Tampoco quiero ser el hazmerreir de los medios casándome con un hombre que… Ya sabes. Por otro lado, ¿Lo de estar casados llevaría todo incluido? Porque no me vendo por nada Charlie y no puedes alquilarme como mencionas. Ni toda tu fortuna sería suficiente.




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