Esposa de Alquiler

CAPÍTULO 4: LA CHICA DE LOS RECADOS

CAPÍTULO 4: LA CHICA DE LOS RECADOS

Es martes y de por sí este día nunca me ha gustado. Aunque para mí todos los días están relacionados con trabajo, no sé por qué razón hoy siento tanta desgana. ¡Ah ya recuerdo! porque mi padre no me dio el puesto que había prometido que sería mío y porque tengo la sensación de que todo mi esfuerzo ha sido en vano.

Aun cuando parece que me levanté con el pie izquierdo, me preparo para ir a la empresa y pretender que mantengo la mejor actitud. Escojo un traje negro y recojo mi cabello en un moño alto. Me aplico muy poco maquillaje y tomo mi cartera. Como siempre, José me espera abajo, al verme me tiende mi café y me da un resumen de las noticias más importantes. 

—Ante la noticia del sucesor de su padre el precio de las acciones ha descendido un 4% —comenta. 

—Vaya, quizá mi padre entenderá que ha cometido un error mucho antes de lo que esperaba. 

Lo veo mirarme por el retrovisor y negar. 

—Aparentemente la enviará a supervisar los hoteles que tiene en Italia. 

—¿Estás seguro? Eso no tiene sentido, me perdería la toma de decisiones y… 

José asiente y entiendo todo. Si lo que dice es cierto, Morgan quiere sacarme del juego. Mi padre no está acostumbrado a que lo confronten, así que es natural que esté molesto porque lo desafié ayer. Pero ¿No piensa en que también estoy molesta yo? Soy su hija, tengo parte de su carácter y merecía el puesto más que mi hermano. Nadie me sacará de eso. Suspiro. 

—Ya veremos cómo marcha el día. 

Aunque tenía esperanzas de que las cosas mágicamente se arreglaran, apenas entro al despacho de Morgan me encuentro a toda la comitiva. Mi padre, mi hermano, la secretaria, el consejero financiero y la administradora general. Están enfrascados en una conversación sobre una nueva adquisición. 

—Hola hermana— me saluda Michael fijándose en mí. —¿Tu qué piensas de adquirir una cadena de moteles en Brasil? 

—¿Moteles? Eso no va con los valores de nuestra compañía, podría tener un impacto negativo en la marca. 

—Sí, pero nos generaría mucho dinero. También estaba pensando de invertir en casinos, las casas de apuestas manejan dinero por montón. 

—Somos una empresa familiar, nuestro público objetivo siempre ha sido la familia. ¿Cierto padre? 

—Así es, pero dado que el turismo familiar ha descendido un poco, al menos el turismo de lujo, podríamos expandir nuestros horizontes —señala Morgan.

—¿Con moteles y casas de apuesta? ¿En serio? 

—Dinero es dinero hermana —salta mi hermano.

—Si tomas en cuenta que tendrás que usar las ganancias para solventar la publicidad negativa. 

Morgan me mira y entrecierra los ojos. 

—¿Hoy estás como muy negativa ante todo no Megan? —inquiere mi progenitor.

Todos en el despacho se mantienen expectantes. 

—Solo estoy dando mi opinión. 

—Pues tu opinión no nos vale—refuta. 

—Exacto hermana, mejor ve a traernos un café. —Canturrea Michael y se ríe solo sin que nadie lo acompañe. —Es broma, es broma— añade al detallar mi rostro —pero ya hemos decidido lo de las casas de apuestas y los moteles, solo te pregunté para conocer tu opinión. 

—Bueno, si ya han decidido todo creo que no pinto nada aquí. 

Me giro para retirarme y Morgan me llama. 

—Hija, los periodistas ya deben estar por llegar para hacer preguntas sobre el nuevo cargo de tu hermano. ¿Puedes esperarlos en la sala de prensa? Felipe te acompañará. 

—Ok— respondo con la garganta seca. No tengo ni voz ni voto, me están tratando como… como si fuese la chica de los recados. Recuerdo la conversación con Charlie y todo cobra sentido en mi cabeza. Eso es lo que siempre he sido para Morgan, la chica de los recados. Nunca me tomará en serio, todos estos años me ha mentido con lo de que iba a ser su sucesora.

Salgo del despacho y Felipe me sigue. Aprovecho que estamos solos para resolver una inquietud. 

—¿Es cierto que mi padre me enviará a Italia? 

—¿Ya te lo han contado? —Pregunta sorprendido el asesor de finanzas. —Solo será un mes, como mucho. 

—Ah… 

—Si quieres que te dé un consejo, no vuelvas a replicarle a tu padre frente a los accionistas. 

—¿No se supone que ya dejó el cargo? 

—Ya sabes cómo es tu padre Megan, nunca dejará el trabajo del todo. Además, él sabe que tu hermano no está preparado, solo será su marioneta. 

—No tiene sentido que no confíe en mí. 

—Mira, eso ya tendrás que hablarlo con él. Ahora no es el momento, espera un poco. 

—¿Cuánto? ¿Dos o tres años? 

—Pues sí, dudo que pase de los cinco. 

Bufo. 

—La paciencia no es lo mío. 

Llegamos a la sala de prensa y nos encontramos con varios asistentes que están preparando todo. Tomo asiento en el podio con Felipe a mi lado y luego llega la asesora de comunicaciones. 

—¿Ya sabes lo que tienes que decir no? Te lo envié por correo anoche. 

Evito decirle que no leí el puto correo y asiento. 

—Que mi hermano es maravilloso y bla bla bla—comento. 

—Sí, y que estabas de acuerdo con que él ocupase el puesto, que son una familia muy unida y que confías en sus capacidades. 

—Aja… 

—Si no quieres responder alguna pregunta solo me haces una señal y yo intervengo. Esta rueda de prensa es muy importante para fomentar la unidad de los Jones. 

—¿Y por qué no está mi hermano también aquí? 

Ananda, la asesora me mira y me sonríe con cierta malicia. 

—Imagino que tiene asuntos que atender, los pesos pesados no necesariamente tienen que estar aquí. 

«Pesos pesados mis ovarios», pienso. 

Al cabo de pocos minutos llegan los periodistas e inicia el circo. Ananda da una breve presentación y luego Felipe comienza a hablar de cifras. Yo todo el rato estoy viendo al frente y asintiendo como si estuviese de acuerdo con algo de lo que dicen, pero mi cabeza no está allí. Está muy lejos y solo escucho 'la chica de los recados' una y otra vez. Lo que me frustra es que tengo conocidos que, con mi edad, ya son cabezas de grandes empresas. Tal cual como ahora lo es mi hermano y yo… ¿Yo qué diablos estoy haciendo aquí como autómata?




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