Esposa de Alquiler

CAPÍTULO 8: LA CEO

CAPÍTULO 8: LA CEO

La rueda de prensa sale tal cual como lo esperaba. Las preguntas absurdas sobre la situación con mi padre no se hacen esperar, pero les hago frente con la mejor actitud. De cuando en cuando miro a Charlie fingiendo admiración —eso me hará ver como una mujer enamorada —y luego retomo mi porte de futura CEO de la empresa. Es curioso como hace dos días esperaba ser la directora de la empresa de mi padre y ahora estoy anunciando mi compromiso con un hombre al que conozco muy poco y notificando que seré empresa de su empresa.

Y eso no es todo, hablamos de una cadena de cruceros que es de los principales competidores de mi progenitor. ¿Cómo me siento con eso? Aterrada, pero también fascinada. Es el momento de que Morgan y todos los que han dudado de mí vean lo que valgo. En fin, cuando termina la ronda de preguntas los periodistas se retiran y lo mismo comienza a ocurrir con el personal. Acompaño a mi ‘prometido’ hasta su oficina, la cual es enorme y luego le pregunto por el aseo.

El me señala una puerta que está en su mismo despacho e ingreso al baño. El mismo es bastante amplio, tiene todo lo que puede tener un aseo, pero me sorprendo al fijarme en una bañera. ¿En serio es necesario? ¿Dormirá aquí acaso? ¿Habrá traído a sus perras para darse un baño de espuma? Me siento en el váter para orinar y justo cuando mis piernas sienten la frialdad de la superficie escucho murmullos en el exterior.

Agudizo el oído… Se trata de una mujer, una mujer que parece estar algo histérica. Me limpio tan rápido como puedo y pego la oreja de la puerta.

—No me parece que hayas dado esa noticia así como así, sin ni siquiera avisarme. ¿Por qué no le notificaste al consejo? ¿Sabes que eso podría generarnos una caída en el mercado? Esa mujer no está preparada para llevar la empresa Charlie.

—Primero Nina baja la voz. Segundo, yo hago lo que me sale de los huevos. Si no te gustan mis decisiones bien puedes marcharte. No estaré tolerando que vengas a reclamar como si tuvieses vela en este entierro. Solo eres mi asesora financiera, nada más.

—Estuve casi desde el inicio trabajando con tu padre, el seguro estará revolcándose en su tumba al presenciar esto. ¿Por qué no sigues ocupando el cargo tú?

—Me ocuparé de otras cosas y creo que es hora de refrescar la compañía. Tal como estamos, nuevas ideas nos vendrían muy bien.

—¿Confías en esa niñata? Te recuerdo que es hija de nuestra mayor competencia y que no tiene los estudios suficientes para ocupar el cargo…

Abro la puerta y hago mi aparición monumental.

—Quizá no tenga tantos estudios como presuntamente tenga usted —digo en plan diplomática— pero desde joven he visto el trabajo de mi padre y he participado de forma activa en el mismo. Y como ya mencionó, es la principal competencia y si nos sinceramos entre nosotros, ha sido mejor.

La mujer retrocede y por unos breves instantes la veo palidecer.

—No sabía que estaba aquí —refuta mirando a Charlie con furia y este no puede evitar soltar una sonrisa.

—Lo supuse, si lo hubiese sabido se habría abstenido de soltar blasfemias sobre una mujer que con un tronar de dedos podría acabar con la carrera de la cual tanto presume. ¿Nina no? ¿Podría retirarse? Necesito hablar a solas con mi prometido.

—Claro, pero antes de irme le diré que los humos que tiene se le bajarán una vez que ocupe de forma real el cargo. Hasta luego Charlie —se despide antes de marcharme.

—¿Y esta quién es y por qué me ataca? —inquiero cuando estamos solos.

—Nina Sánchez, mi asesora financiera. Es muy hábil en su trabajo y trabajó con mi padre, así que es como de mi familia.

—Un familiar que quiere cogerte —refuto.

—Quizá, pero no relaciono los negocios con el placer. Mira Megan, nadie va a confiar aquí en ti de buenas a primeras. Tendrás que demostrar lo que vales, pero cuando lo hagas —se levanta —si me dejas darte un consejo es que evites alardear de tu origen y de tu padre. Solo quedas como mujer consentida de papá.

—¿Tú también lo crees? ¿Qué no se nada y que no estoy preparada para el puesto?

—Sí —afirma —pero ante los ojos de los demás estaré de tu lado. Además, no pienso permitir que hundas mi empresa.

Evito ofenderme y me acerco hasta su escritorio.

—¿Qué harás ahora? ¿Tienes tiempo para ponerme al día con todo?

 

 

Pasé el resto de la tarde con Charlie en su oficina. Me explico el funcionamiento en general de la empresa, el número de cruceros en el mundo, las auditorias anuales, las ganancias, las inversiones alternas, las nuevas propuestas y las pérdidas. Porque por supuesto había perdidas. También me presentó al personal, quienes se mostraron muy amables y me dijo que iba a darme la oficina que estaba al lado de la suya.

Cuando estuve en casa me dediqué por más de tres horas a idear procedimientos en el ordenador con los cuales podíamos disminuir las pérdidas y elevar las ganancias. También nuevas actividades que pudiesen llevarse a cabo en los cruceros y llamasen la atención de público joven.

Puse mi móvil en modo avión porque no paraba de sonar con llamadas de mi hermano y la asistente de mi padre. No quería ni pensar en lo que debía estar maquinando mi familia y en cómo iba a tomar aquella rueda de prensa mi padre. Parecía que todo se me venía encima, pero para mí las cosas solo estaban por empezar.

Iba a ganarme mi puesto de CEO con trabajo e inteligencia. Cuando vi que eran las 2 de la madrugada di un suspiro largo y me dormí, no sin antes recrear en mi cabeza los ojos brillantes de Charlie Wilson. Parecía que no iba a poder pegar el ojo a partir de aquel beso sin antes pensar en él. «Diablos».




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