Esposa de Alquiler

CAPÍTULO 10: DESTERRADA

CAPÍTULO 10: DESTERRADA

Nada me prepara para lo que veo a continuación. Un video de mi padre hablando durante treinta minutos de lo ‘poco profesional que soy’, de que tenía ataques de ira en su empresa —lo cual es rotundamente falso— y de que no podía controlar mis emociones. No conforme con eso, termina diciendo que he perdido la cabeza, alega que quizá me ha afectado el consumo de drogas —cuando solo consumo cafeína — y que ya no me reconoce como su hija.

—Será bastardo —exclamo mientras José me lleva camino a casa. —Solo busca dañar mi imagen. Es, Es…

No encuentro palabras para continuar describiendo a mi padre. Estoy tan molesta que casi ni puedo hablar.

—Llévame a casa de Charlie —le pido a mi chofer. En la primera rotonda cercana el vehículo da la vuelta y vamos camino a casa de mi ‘prometido’. Lo llamo para asegurarme de que está allí y en cuestión de pocos minutos estoy ante él en su salón. Las manos me tiemblan, las cruzo en un intento por ocultar este ataque de ansiedad y él lo nota.

—No permitas que tenga tanto poder sobre ti —suelta mirándome con lo que parece ser preocupación en el rostro.

Miro en dirección al techo para que las lágrimas no caigan por mis mejillas y niego de forma repetida.

—No puedo creer que me haga esto. Yo al final, yo… —los hombros me tiemblan y Charlie se acerca, pero no me abraza, solo me da palmadas en los hombros como si nunca antes hubiese consolado a alguien.

—Saldrás adelante Megan, lo que no te mata te hace más fuerte.

—¿Aunque quien intente matarte sea tu propio padre?

Él asiente.

—¿Cómo procederemos? —inquiero pasándome las manos por el rostro —como la nueva CEO de tu empresa no podemos permitir que esté diciendo esas cosas de mí.

—A ver pues, solo tenemos que decir que tu padre es un viejo resentido y cascarrabias que no puede consentir que su hija se casa con quien considera su competencia. Creo que hacer una rueda de prensa para eso sería darle demasiada importancia, así que bastará con que hagamos uso de las redes sociales. —lo veo dirigirse a la cocina —¿Quieres algo de beber? —asiento —¿Vodka? ¿Tequila? ¿Whisky?

 —Un whisky con hielo —pido.

Mientras lo sirve continúa hablando.

—Lo puedo hacer yo ya que, que una hija habla mal de su padre por muy malo que sea este, no está muy bien visto que digamos por la sociedad.

—Entonces ¿Hablarás tú como si yo no pudiese defenderme sola?

—Tenemos que demostrar unidad Megan y si queremos demostrar que tú puedes controlar tus emociones, deberás ser un témpano de hielo.

—Yo puedo controlarme —replico cuando me tiende el vaso.

—¿Ah sí? ¿Por eso viniste temblando y llorosa?

Bufo.

—Escucha —me dice acercándose, acercándose tanto que retrocedo un paso —No puedes ni debes confiar en nadie.

—¿Ni siquiera en ti? —pregunto, aunque intuyo la respuesta.

—Sobre todo si se trata de mí —murmura y mira mis labios. Parece que va a besarme, pero solo lo parece porque tras unos segundos que se me hacen eternos, se gira y toma asiento. Pasamos una hora discutiendo sobre cómo iniciaré mi primer día de trabajo en el puesto de CEO. Es jueves, así que mañana por la mañana deberé estar a las nueve de la mañana en la compañía para ponerme al día con todo y empezar a tomar decisiones importantes.

Charlie se ocupará de lleno en el asunto de los parques y planeará una reunión con los inversionistas mayoritarios de dicha franquicia. Al parecer, tienen una mansión en Frogner, Noruega y planea hacerles una visita allí. Por desgracia, tendría que acompañarlo ya que se supone que soy su prometida, la prueba inminente de que está limpiando su reputación. Hay muchos planes en camino, la boda, la luna de miel, el viaje a Noruega, hundir a mi padre, etc, etc, etc.

Yo, aunque intento concentrarme me siento muy desdichada. Vivía del reconocimiento de Morgan, de frases en las que me decía que había hecho algo bien y ahora no tengo nada de eso y me siento como basura. Invalidada, como una mala hija. Es difícil de explicar ya que toda mi vida ha estado basada en él. Ni siquiera conocí a mi madre, solo me metieron en la cabeza desde pequeña que nos abandonó a mi hermano y a mí.

Cuando tomo mi cartera para marcharme puesto que hemos terminado Charlie dice:

—Creo que podrías mudarte aquí.

Tuerzo los ojos.

—Sería más cómodo al momento de ponernos a organizar todo y le daría credibilidad a eso de que estamos enamorados. Ya una vez que nos casemos nos mudaremos a la casa que te comenté. —añade.

—Pues no lo veo tan claro Charlie, además, eso nos resta libertad para hacer nuestras cosas.

Su mirada se oscurece.

—Sobre eso también quería hablarte. Verás, soy un hombre comprensivo, pero también egoísta y posesivo. Aunque no seamos pareja de verdad, quiero cuidar lo que se dice sobre mí, así que te agradeceré que mientras esto dure no te veas con nadie.

—¿Disculpa? No habíamos acordado eso.

—No, pero quedamos de ir revisando todos los detalles en el camino y quiero añadir eso.

—Es una locura ¿Tú planeas hacer lo mismo?

Él asiente.

—No te creo —refuto.

—Tengo mucho autocontrol Megan —responde acercándose. Me toma por la cintura y me atrae hacia él —¿Ves? Aunque te tenga así tan cerca no provocas nada en mí.

—Ese ejemplo no viene al caso —replico empujándolo —no sentimos atracción el uno por el otro. —digo, aunque bien recuerdo que sentí algo firme con el beso que nos dimos.

—Por si no lo entiendes lo diré más claro. No quiero que veas de nuevo a ese periodista y si lo haces las cosas no irán bien ni para él ni para ti.

—¿Me estás amenazando?

—Te dije que no confiases en mi cariño. Si lo quisiera, podría ser peor que tu padre.

«No confíes en nadie, sobre todo, si se trata de mí».

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.