Natalie sale corriendo a abrir la puerta, apenas puedo escuchar lo que dice mientras me pongo los zapatos.
—¡Hola! Supongo que eres Oliver Anderson, soy Natalie, mejor amiga, compañera de cuarto, compañera de tragos, maquillista, sexóloga...
—¡Natalie! —riño. ¡Joder!
—De Alex —agrega, sin ponerme atención.
—Bueno, es un placer, Natalie, mejor amiga, compañera de cuarto, compañera de tragos...
¡Seee! ¡Para este tipo de cosas el jefecito sí se presta!
—¡Ya! —digo, saliendo de la habitación. Natalie voltea a verme y Oliver me observa por sobre su cabeza, hago un esfuerzo sobrehumano para caminar con glamour sin tropezar en la alfombra porque ya me ha pasado, Natalie se aparta de la puerta y esbozo una sonrisa a Oliver que ni siquiera contesta por estarme revisando de pies a cabeza, de inmediato sus ojos se encuentran con los míos, se ve impecable en un perfecto traje negro de algún diseñador que estoy segura de que ni conozco por lo caro que debe ser.
—¿Nos vamos? —pregunto, llegando a la puerta, él no reacciona hasta luego de unos segundos.
—Claro —dice, aclarando su garganta, Natalie sonríe ampliamente y me da un abrazo murmurando «usa protección», la fulmino con la mirada antes de salir por esa puerta.
El perfume de Oliver invade el ascensor en el que estamos y las tres personas que están en este lo ven de pies a cabeza, es solo Oliver Anderson, por Dios. Bueno, tal vez el asombro es que lo miren conmigo.
—No sabes cómo odio los ascensores públicos —dice una vez que llegamos al primer piso, abre la puerta del edificio para que yo salga, al menos tiene una cualidad, es todo un caballero o... me quiere ver el trasero.
Mejor yo le abro la puerta a él la próxima vez.
Sonrío a modo de respuesta, mientras él me sigue y cierra la puerta a sus espaldas, como era de imaginarse también abre la puerta de su auto para que yo suba, luego sube él y nos vamos, ninguno de los dos dice nada durante todo el camino.
Llegamos al lugar, un restaurante francés, muy lujoso, cabe mencionar, con un enorme parqueo, antes de entrar al lugar, Oliver me extiende su mano y la miro con una ceja enarcada, bueno, supongo que si somos esposos hay que tomarnos de las manos al menos. Extiendo mi mano y él la toma entrelazando sus dedos con los míos.
—Bien. ¿Qué debemos hacer y qué no? —pregunto, ¡sí! Estoy nerviosa.
—Bueno, primeramente, comienza con tutearme —dice, entrando al lugar.
—Señor Anderson, por aquí, por favor —menciona un camarero interrumpiéndonos, Oliver asiente.
Seguimos al joven y nos lleva hacia una enorme mesa redonda, puedo ver una mujer muy sonriente que se pone de pie, una sonrisa perfecta, su labial rojo delinea perfectamente sus labios como perfectos arcos de cupido, sus ojos azules nos miran con alegría. ¡Es idéntica a Oliver! Solo que, con el cabello cobrizo, seguida del mismo señor que había visitado la empresa el otro día, su padre, junto a ellos está su hermano y quien supongo que es la esposa de su hermano, todos nos ven con cara de sorpresa, excepto la señora Anderson, quien se acerca sin esperar que lleguemos a la mesa, me da un fuerte abrazo que hasta siento que la respiración me está faltando.
—Mamá. ¡Basta! La vas a dejar sin respiración —Oliver sonríe al igual que la señora Anderson, tienen una sonrisa escalofriantemente igual.
—Soy Margot —me dice mientras toma mi mano, espero no note que estoy nerviosa, bueno, toda mujer que vaya a conocer a sus suegros por primera vez siempre se pone nerviosa.
—Alexandra —contesto con una sonrisa, ella me dirige hacia la mesa con mi mano junto a la suya.
—Papá, ella es mi esposa, Alexandra, ellos son mi padre, mi hermano Henry y su esposa Brittany. Y, bueno, ya conociste a mi madre —menciona Oliver, sacando una silla para mí, la tomo luego de darle las gracias y él gesticula una amable sonrisa.
Su hermano es muy parecido a su padre, su cabellera negra como la de Oliver, lo único que compartían físicamente, sus ojos castaños como los de su padre, una cara fina al igual que su nariz y labios, ambos me sonríen y me estrechan la mano, Henry también es bastante atractivo, pero debo admitir que Oliver es mucho más, la esposa de su hermano me mira con cierto descontento, sus grandes ojos también castaños me escudriñan a través de esos enormes lentes que lleva puesto. ¿Y así Natalie no me dejó usar mis lentes?, pude leer sus labios al decirle a Henry: «Oh, es rubia, esto será divertido», debo admitir que ese comentario me indigna, esta chica no volverá a repetir esas palabras después de hoy. Las rubias no somos estúpidas, eso es solo un estigma muy grave de la sociedad.
La señora Anderson no puede dejar de verme con una enorme sonrisa en sus labios. ¡Diablos! Me pone nerviosa.
—¡Lo siento! Es que aún no me lo creo, mi bebé casado con una hermosa mujer —dice mientras lleva su mano a su pecho y una expresión de alegría en su rostro.
¿Su bebé? Me quiero soltar a carcajadas, pero no lo haré.
—Bueno, mamá, siempre preferimos mantener lo nuestro en secreto, es mejor de esa forma, y bueno, un día desperté y dije que me quería casar con esta bella mujer, nunca me había sentido así por alguien —sí, muy casual, un día te levantas y te quieres casar, toma mi mano y me mira a los ojos, pero bueno, Alexandra «Meryl Streep» Carlin tiene que trabajar, sigo la corriente.
—Usé mi anillo de compromiso por solo unas horas, él es todo un tierno, arregló su oficina con flores y un letrero «¿TE CASARÍAS CONMIGO?» y me hizo llegar hasta su oficina, obvio que dije que sí, y le pregunté cuándo, y él me dijo, ¿qué tal hoy? Y nos casamos el mismo día —láncenme un Óscar—, la verdad no me arrepiento de nada, desde que me casé con él han sido los mejores días de mi vida —también le miro a los ojos, en eso el me da un tierno beso en los labios, no habíamos hablado de besos en el contrato, tenemos que hablar de esto después. En fin, la escena no pudo salir mejor, ya que veo casi lágrimas en los ojos de su madre.
Editado: 21.02.2022