Esposa de mi jefe

Capítulo 8

Nos dirigimos a su auto y la familia de Oliver al suyo, desde el otro lado del parqueo puedo escuchar al señor Anderson gritar «Gute Nacht» a lo que yo contesto lo mismo que significa buenas noches, doy la vuelta y choco contra Oliver que está frente a mí.

—¿Es en serio? ¿Hablas 4 idiomas y no añadiste eso a tu currículum? Tuve que quitar mi cara de sorpresa inmediatamente para que nadie notara que no sabía que mi propia esposa habla 3 idiomas más —lo miro desconcertada.

—¿Iba eso a cambiar algo? Igual tengo el trabajo, tú no pedías una persona políglota, ¿por qué habría de añadir eso?

—Tienes el trabajo porque tu respuesta dejó a David impresionado, pero tal vez si hubieses dicho algo común no estarías aquí, las cosas cambian cuando añades más idiomas a tu hoja de vida —no sé por qué eso me da risa.

—¿Yo? ¿Impresionarlo? ¡Lo confundí con un secuestrador! —él solo frunce su entrecejo y sonríe. ¡Mierda! Sí, le contó. Mejor miro hacia otro lado antes de que me dé vergüenza.

—Así me comentó —esboza una sonrisa mientras abre la puerta del copiloto de su Porsche para que yo entre —en fin, debo admitir que estuviste estupenda en esta reunión con mis padres, mi padre es un hombre difícil de impresionar, ni siquiera Brittany lo ha impresionado como tú hoy.

Subo al auto, lo observo rodearlo y entrar por el lado del conductor.

—Bueno, a la que parece que no le agradé mucho es a Brittany —él mira al frente y pone en marcha el vehículo.

—Bueno, en realidad, a ella no le agrada nadie que sea un poco más inteligente que ella, siempre le gusta que mencionen lo inteligente que es, pero no le gusta que digan que alguien más lo es —se encoge de hombros viéndome por un par de segundos—. Por cierto, ¿tu padre es alemán? —cuestiona, viendo al frente, asiento cuando su celular comienza a sonar interrumpiendo nuestra plática.

—Dime, papá —dice al descolgar, no logro escuchar bien lo que su padre le dice—. ¿Es en serio? ¿Y así quieres dejar la empresa en sus manos? ¡Por Dios!

Con una risa sarcástica sé que está ocultando algo que no salió como él esperaba. Cuelga la llamada y se parquea, frunzo el ceño.

—Alexandra, creo que esto durará un poco más de lo esperado —me mira a los ojos, su expresión no es buena y la mía tampoco debe serlo.

—¿Cómo? ¿Qué estás diciendo? ¿A qué te refieres? —bueno, eso de tutearlo se me quedó pegado, esto me preocupa y no puedo evitar sentirme nerviosa.

—El idiota de mi hermano no hizo las reservaciones en el hotel —suspira, ¡ay por Dios! No, no, no— y ahora todos los hoteles acá están llenos, mis padres quieren... Bueno, más bien necesitan quedarse en mi casa, lo que significa que tú tendrás que quedarte conmigo.

—¡No! ¡Ese no era el trato!...

—¡Lo sé! —interrumpe y como leyendo mi mente pone el seguro al auto y no puedo salir. ¡Mierda!—. Escúchame, esto no lo vi venir. ¿Cómo voy a vivir en una casa y mi esposa en otra? Dime, ¿qué quieres?

¡Qué pregunta más tentadora! Me quedo pensando mi respuesta, que me deje estrujar su trasero no se escucharía bien en esta situación.

—Quiero un espacio en la revista, tal vez en el grupo de edición, es todo —digo, sin titubear, al menos le sacaré provecho a esto.

—¿Es todo? Alex, sabes que es más fácil darte dinero —frunzo el ceño. ¿Acaso me acaba de ofender?

—Espera... ¿Aparte me ofendes?

—¡No! No te estoy ofendiendo —suspira—, en serio lamento si lo sentiste de esa forma, pero esta es una revista de mucho prestigio y no puedo darte un espacio así por así en el grupo de edición. Ellos pasan por muchas pruebas.

—Bueno, puedo hacer esas pruebas, soy buena escribiendo, lo juro. Solo quiero ese espacio y seré tu esposa cuando quieras.

—¿Cuándo quiera? —pregunta intrigado, con una media sonrisa.

—Bueno, no ese tipo de cuando tú quieras —le digo firmemente, enarcando una ceja.

—Mente morbosa, no preguntaba eso, ni siquiera se me ha ocurrido, aunque te veas sexi con ese vestido —voltea la mirada a la carretera y pone el auto en marcha.

¿Fue eso un cumplido? Ese comentario hace que la sangre suba a mis mejillas, volteo mi cara hacia la ventana y una pequeña sonrisa se dibuja en mi rostro que de inmediato se disipa al recordar que es mi jefe y un completo grano en el trasero.

—Escucha, pensaré lo de darte un espacio en edición —interrumpe mis pensamientos—, pero envíame algo, algún escrito que hayas realizado.

—Está bien, llévame a mi apartamento, por favor.

—No —frena en seco, si no es por el cinturón juro que salgo por el parabrisas—. Alex, necesito esto, te dije que tengo que pensarlo, no me pongas entre la espada y la pared...

—No —interrumpo—. Necesito ir a mi apartamento porque no puedo dormir con esta misma ropa, ni despertar con esta misma ropa, se supone que es mi casa, ¿no?

Puedo ver el alivio en su cara cuando digo estas palabras, inmediatamente gira en u, creo que eso no es legal, me lleva al apartamento y al entrar veo a Natalie, Dereck y las tipejas de Karen y Lisa con dos amigos que están en la sala, Karen y Lisa dejan de besuquearse con los dos chicos que estaban con ellas y todos me quedan viendo, bueno, a ambos, creo que Karen y Lisa nunca me han visto salir con ningún chico, espero que Natalie no haya comentado nada.

Saludo a todos y hago señas a Natalie de que me siga a la habitación, ella asiente, y pasa saludando a Oliver y brindándole un lugar para que tome asiento, este con todo su porte varonil se sienta acomodando su saco, veo cómo Karen y Lisa se quedan viendo a Oliver y a este ni siquiera parece importarle.

Espero a Natalie en la puerta de mi habitación, una vez que ella entra cierro la puerta a mis espaldas para evitar que escuchen nuestra conversación.

—Natalie, dime que no les has contado nada —digo, girando hacia ella casi susurrando.

—Oh, no, por supuesto que no, me preguntaron por ti y les dije que habías salido con un chico, nada más.




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