El sonido de las sillas arrastrarse hasta ser puestas en su lugar, se entonaban en todo el restaurante. La noche era fresca, relajante. Tanto que el vampiro ojiverde, tomó una decisión basado en su intuición.
—¿Mañana irás? No han pasado ni tres días y ya la extrañas Chef, no te culpo, yo también.–Suspiró Lena empujando la última silla.—Sólo nos queda de consuelo el chat grupal y de que sale cada dos semanas.
—Le daré una sorpresa. Mi presencia.–Aclaró Steven con mucha energía.
—Me preocupa que esa sorpresa le perjudique a ella, recuerda Steven que es un internado en donde ella está.–Advirtió Drake.
—Exacto, maestro, por favor no se meta en más problemas.– Elián lo miró fijamente.
—Digan lo que digan, yo iré ¿No es así August?–Lo señaló.
—Señor Steven, espero que todo salga bien. Realmente bien.
El tono de voz que empleó, hizo sospechar a todos que algo no iba salir bien.
—Si sucede algo, puedes usar eso para arreglarlo. Como esa ves en su preparatoria.
— ¿Qué hiciste Steven?—Drake lo miró con mucha curiosidad.
—Ahora que recuerdo, en un principio ella lo acusaba de acosador.–Se frotó Lena el mentón.
August miró a Steven de reojo, por lo que el vampiro asintió que podía contarlo.
—Hace mucho tiempo la señorita Louise llamó a la policía para capturarlo por ir a su preparatoria, y pudo salir gracias a que modifiqué la memoria a sus captores.–Pasó saliva y suspiró.—He salvado de muchas al señor Steven.
—Son detalles.– Se excusó al ver las miradas fijas de sus compañeros, al intuir que hizo algo que molestó a Louise y no era novedad en ese tiempo.— ¡Larga vida a August!
...
¿Porqué no me siguen la corriente?
El vampiro ojiverde se sintió apenado por la mirada fija de todos, sólo August aplaudió por cortesía.
Drake se interesó en aquello que dijo Steven, no había escuchado hasta ahora mencionar que August poseía una habilidad. Menos siendo él un híbrido.
—Es curioso que tengas esa habilidad siendo un híbrido, tal vez eres un prodigio. Pero, aún así es casi imposible.
—Tampoco te aproveches de su longevidad, que los híbridos no viven mucho tiempo.–Intervino Zen quien se encontraba apoyado en una de las mesas.
—¡No seas inoportuno, Zen!–Elián volteó a él con el entrecejo arrugado.
—No hay problema, no hay problema.–Repitió August despreocupado.—Por los años que me queda de vida, juré servirlo.
—August, sabes que no necesitas que hagas eso. También puedes depender de mí, hay tantos favores que te debo.
—Gracias por su preocupación, señor Steven.
Zen miró fijamente a todos y tomó una bocanada de aire, para luego entonar con fuerza su voz.
—¡Yo también soy un prodigio! ¡Yo también tengo una habilidad!
Ni siquiera uno de los presentes, creyó tal cosa dicha por él.
—Zen, por favor, ni yo lo tengo. No todos los vampiros pura sangre tienen habilidades. Al menos que pertenezcas a una de la diez familias más antiguas, o por lo menos los que resta ¿No es así Elián?– Drake volteó hacia él.
—Yo tampoco lo tengo.
—¿Entonces August si pertenece a una de las diez familias?–Inquirió curiosa Lena, sentándose en una de las sillas por la interesante charla.
—No joven Lena, pero mi padre me dijo una vez antes de morir, que mi madre perteneció a una de las familias desterradas de aquella pirámide. Pero no era una de las diez, hay muchas familias que disputan la posición, más de cincuenta. Pero sólo tres fueron y son, las más agresivas y fuertes durante siglos.
—Como mi familia.–Dijo Steven con un tono obvio.
—Sin embargo, en caso excepcionales y casi imposible, puede que un híbrido pueda tener ciertas habilidades, aunque requiere de mucha energía y es por ello debo tener cierto cuidado.
—Cierto, por ello sólo le pido esos favores en situaciones algo críticas.–Aclaró el ojiverde.
—¡Yo también tengo!–Insistió Zen.
Drake se acercó a él con un aire de superioridad por lo insistente que era.
—¿Enserio? A ver, demuéstralo.
Elián habló de repente, viendo lo decido que estaba. Simplemente para él era algo absurdo lo que decía, incluso más que August.
—No puedes ni controlar tu hambre.–Cruzó sus brazos.—Usar una habilidad requiere de mucho poder, según leí, además de ser algo heredado.
Si puedes usarlo, ¿porqué no lo demuestras?
Zen mostró un rostro decido y alzó su brazo hacia la dirección de todos ellos, arrugó su entrecejo con mucha concentración. Todos sintieron algo de tensión en el ambiente, hasta que Zen suspiró y mostró de nuevo un rostro relajado.
—Ya me dio hambre.
—¡Ves que no puedes!–Drake también cruzó de brazos.
—Es porque tengo hambre.
—Mentiroso.–Sentenció Elián.
Steven vio algo extraño aquel comportamiento de Zen, así que dió pase a la duda.
—Zen, ¿realmente no sabes a qué familia perteneces?
—No, perdí la memoria cuando tenía cien años. Lo único que recordaba es mi edad y que soy un vampiro. A mi padre humano tampoco le fue fácil criarme. Me devoraba todos los postres que hacía...
—No hay duda que lo dejaste en la miseria, pobre humano, da algo de lastima.
Elián no midió la profundidad de sus palabras en ese momento, Zen era alguien difícil de ver sin una sonrisa en su rostro, haga o no maldades. Pero Elián se cayó de inmediato al ver por primera vez un rostro enojado de él.
—No te expreses así de mi padre. Nunca más.
Steven sabía que Zen estaba en una etapa difícil, uno de los factores por lo que el menor no podía controlar su hambre, era porque la edad que tenía, en cuestiones humanas sería como pasar la adolescencia. Él era aún difícil de controlar, aún peor, él no tenía control de sí mismo.
—Bueno, creo que es momento de calmarse, Zen en la refrigeradora hay dos pasteles, son todos tuyos.
Aquello que oyó, de inmediato relajó a Zen.