Esposa de un vampiro (eduv)

-A3- Capítulo 35 Confesión

La oscura y fría noche alivió un poco la mente de Fany y Dana. Aunque no sabían exactamente qué era lo que quería Louise de ellas dos ¿Acaso no era suficiente el entrenamiento que recibía de aquel exigente oficial? Se preguntaron intrigadas.

—Bien, sé que han visto estas dos armas.–Hizo aparecer en ambas manos, las dos especiales pistolas.

—¡Ah!, esa es la arma con que mataste esos demonios ¡Son realmente geniales!—Exclamó Fany.

—Sí, pero, ¿por qué nos las muestras, Louise?

—Ahora son de ustedes.–Estiró ambas manos con las pistolas, para que lo tomarán.

—¿Nos estás regalando? ¡¿En serio?!–Fany estaba algo sorprendida y emocionada a la vez. Nunca había tocado un arma como aquella en su vida, pero siempre quiso manipular una arma así.

—Pero portar un arma así en este lugar, ¿no es peligroso para nuestra estadía? Nos podría pasar lo mismo que a Nadia.–Preguntó Dana con cierto nerviosismo.

—No hay problema. Pueden ocultarlo tal como yo lo hago, nadie sabrá que lo poseen.

—¡Oh! Es cierto, viste como aparecían en sus manos y luego desaparecían ¡Es tan genial!

Louise sabía que era un regalo de Steven, pero ahora estás dos armas podrían estar en mejores manos. Si las entrenaba de manera correcta. Ellas no tenían poderes ni magia, esa arma era lo único que podía ayudarlas pelear con aquellos seres, si se presentaba un evento inesperado.

Ya le explicaré que un regalo suyo terminó en nuevos dueños. Después de todo mañana iré a visitarlo.–Pensó Louise dando un breve suspiro.—Inténtenlo.– Ambas amigas tomaron las armas.—Ahora cierren sus manos.

Fany sonrió al ver que algo "mágico" pasaba, aquello sobrenatural repitió abriendo y cerrando repetidas veces, para ver aparecer y desaparecer la pistola en su mano.

—¡Fany! Que vergüenza, eso no es juguete.–Dana le llamó la atención como si fuera una pequeña niña.

—Perdón, me emocioné.

Louise sonrió un poco, para luego poner un rostro más serio y hablar.

—Al elegir estar a mi lado, es también involucrarlas en futuros peligros. Tengo una principal enemiga que no titubeará en matar humanos por puro placer. Esa vampiro, sabe que son cercanas a mi. Pero no las dejaré desprotegidas, por eso les entrego esas armas. Será un arma de defensa y protección, no duden en utilizarlo si son atacadas.

—Entiendo Louise, te escucharemos.—Fany miró fijamente el arma asintiendo.

—Sí, tenemos más valentía que antes al estar en este lugar. Así que un arma así deberíamos manejarlo de todas formas.–Dio una pausa Dana.—Pero, ¿con qué tú te defenderás Louise?

—Aquella espada que les mostré, es una arma de muy buen uso. No sé preocupen por quedárselas, confío en que estarán en buenas manos.

—Gracias, lo atesoraremos.–Sonrió Dana mirando el arma.

—¡Sí!, eso mismo.–Asintió Fany con gran energía.

—Ese es el entusiasmo. Ya que no hay tiempo para preparativos. Seré un poco exigente.

Dos demonios de agua de suficiente nivel, como para ser visto por Fany, aparecieron en medio de un charco de lodo. Tenían ambos un escudo protector por parte de Louise, habían hecho una alianza con la joven Grinaida para que no los matara, debido a su actitud descontrolada en el mundo mortal.

—Tendrán que dispararles, al medio de ellos. De todas formas, no morirán al estar protegidos. Pueden intentarlo las veces que quieran, lo que quiero es que desarrollen una mejor apreciación a un mínimo movimiento, sentir los pasos de estos seres y que no teman en matarlos.

Ambos demonios sólo afirmaban aterrados sus instrucciones, por la amenaza de Louise. Y del costal de balas en que convertirían.

Fany y Dana sólo pasaron saliva al verlos y se armaron de valor para lograr los objetivos de su preciada amiga.

Louise comenzó a enseñarles desde la postura y manipulación del arma. No necesitaban ni recargarlas con más balas, al ser estas de alguna manera infinitas.
El entrenamiento duró casi cinco horas y así sería por muchos días.

Al día siguiente, para sorpresa de Steven, recibió la visita de su esposa. Abrió la puerta con una gran sonrisa y la dejó sentarse en el cómodo sillón.

—Es bueno que me hicieras caso.
Estoy tranquila de esta manera.

—Aún tengo cargo de conciencia, sabes.–Suspiró sentándose en el sillón.—Te dañaron de gravedad, estaba muy enojado, esa mujer humana, siento que va ser un gran problema.

—Es fácil de persuadir, Juliette se está aprovechando de aquello. Yo ya hice lo que debía hacer.

— No puedes salvar a todos, no todos tienen la misma mentalidad. Una sólo advertencia, basta. Ella sola decidirá su destino.–Miró de reojo sus manos.—Al parecer mis armas pasaron a nuevas manos, también. Eso es triste...

—Ah, eso.–Lo miró de reojo y tosió con brevedad.—Se los di a mis amigas para que se protegieran, sé que ellas le darán un buen uso.

—Si tu confías en ellas, no tendría por qué desconfiar–Suspiró.—Ya encontraré otro regalo con un buen significado.–Pensó Steven.

—Tú, ¿te sientes débil?

—No, por que no utilicé mi energía. Pero, estoy realmente hambriento.–Bostezó.

—¿Tan bien sabe mi sangre?

—Es el paraíso. Aún más si eres tú la dueña de esa sangre.–La miró a los ojos con una mirada de deseo.—¿Puedo tomarla ahora?

—Vine especialmente por aquello, lo sabes.–Louise alzó la mirada, mientras Steven caminaba hacia ella.

—Cierto.–Bordeó una sonrisa y se acercó a su rostro.— Pero me gusta ver tu reacción. Aún más cuando tomo tu sangre

—Eres un pervertido.–Las mejillas de Louise se pusieron coloradas.

—Sólo para una persona.

Tomando su mentón con suavidad, acercó su boca a su cuello, sus colmillos se mostraron y a la vez sus ansias de beber la sangre de Louise. Había hecho aquello muchas veces, pero ahora lo deseaba aún más.

Podía ver a la joven a su merced, con los pómulos sonrojados por aquella sensación tan placentera. Quería tocarla más, sin embargo, aún no le había dicho sus sentimientos de manera correcta.
Sacó sus colmillos de su cuello y espiró satisfecho.




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