Esposa de un vampiro (eduv)

-A3- Capítulo 38 Corazón maldecido

El roce de aquellas cadenas, sólo hacían que la desesperación en Louise creciera. Empuñando el Kali, viendo a quien alguna vez adoró como un hermano, finalmente los ojos de ella se tornaron azules y aquellas marcas negras invadieron todo su cuerpo, ondeándose su largo cabello en dirección de su espada.

—Puedo ver en tus ojos, tu deseo de matarme. Ven, atraviesa mi corazón con tu espada, si no lo haces, ¡entonces yo lo haré!

Saltando a su dirección, el albino agarró su espada con sus cadenas, envolviéndolo totalmente. La mano Louise se quedó quieta alzando su mirada hacia él, para luego saltar y empujarlo de manera brusca con el impulso de sus propias cadenas, el cual cayó sobre el el piso en seco.

—Auch, esto realmente duele.–Se levantó del piso sacudiendo su ropa.—Quién hubiera pensado que algún día me golpearías de esta manera, que me alzarías la voz, mirándome con desprecio. Tú quien nunca trató de contradecirme, ignorando las advertencias de Steven, confiando ciegamente en mí.–La apuntó con sus cadenas.—¿Yo alguien amable? ¡Yo sólo fingí serlo por ti!

Ni una respuesta se oyó de Louise, quien agitó su espada a su dirección, reaccionando Erick de inmediato, al cubrirse con sus cadenas.

El albino nuevamente dirigió sus cadenas hacia Louise, pero en realidad estos iban directo a Endra, de inmediato ella soltó el Kali a su dirección y lo detuvo al golpear el filo de sus cadenas.

—No te atrevas a tocarla.

—Es cierto, mi error, aún no la he utilizado como es debido.

Nuevamente pelearon cuerpo a cuerpo, moviendo cada uno sus armas de manera muy rápida y ágil. Louise llegó a un punto de perder la noción de donde estaba y guiada por su impulso, utilizó su verdadera fuerza, está vez golpeando de manera muy fuerte a Erick. Agarró uno de sus brazos y lo tumbó hacia el frío suelo, dejándolo adolorido.

Él había perdido contra su fuerza, no importa cuantas humanas mató, aún no la superaba en poder. Su arma más mortal sería lastimar su mente y corazón.

Estando ella encima de él y agarrando el Kali en su mano derecha. Respiró hondo y con su temblorosa, pero fuerte pronunció:

—¡Un traidor, debe pagar sus pecados!

El Kali fue elevado con ambas manos en dirección a su corazón, siendo sostenido tan fuerte y firme.

—¿Un pecador? Lo soy, pero no soy el único, ¿qué harás luego de matarme? Tú, ¿realmente te atreverás? Louise, ¿esta es en verdad tu justicia?

Viéndolo fijamente, cerró ella sus ojos y rechinó sus dientes con fuerza, elevando aún más su espada. Con un grito desgarrador, sus manos se movieron hacia abajo.

(***)

Sus brazos lucían heridos, pero la sonrisa de Zen aún no desaparecía.

—Nada mal, nada mal, estoy empezando en disfrutar esto, definitivamente.

Zen siendo un vampiro, su regeneración era inmediata, lo cual le daba cierta ventaja, pero aunque había logrado lastimar en cierta medida a aquella mujer dorada. Su mente se hacía cada vez más inestable y los dulces de su bolsillo eran menos.

—Zen, él no acabará bien.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?–Fany preguntó de inmediato al oír lo dicho por Elián.

—A Steven le tomó mucho tiempo para encontrar una forma de estabilizar su mente y ansias de sangre. Pero, si pelea de esta manera, sólo está provocando que su vampiro primitivo brote de nuevo, si vuelve a recaer, me temo que Steven no podrá detenerlo como antes.

Fany al oír esto, se acercó a Elián con pasos rápidos, provocando que él retroceda un poco.

—Qué....¡¿Qué debo hacer?!

—Nada, tú no podrás hacer nada. 
No ahora.

—Fany, ten cuidado, recuerda las palabras de Louise, no seas imprudente.–Posó Dana su mano en su hombro.

Zen volvió atacar a aquella mujer, está vez logrando arrancar parte de sus puntiagudas alas. Esto provocó que la demonio se descuidara y sea atacada con más facilidad.

Sin embargo esto enfureció a la demonio, donde las espinas que sobresalían de su brazo, se insertaron de inmediato en el pecho de Zen, retrocediendo un poco él. Sacó espina por espina de su cuerpo, mostrándole siempre una sonrisa. Esta vez, su mirada y sonrisa le generó temor a Fany, preocupada por él y por lo dicho por Elián. Apuntó la especial pistola a la demonio, pasando de largo las advertencias de Dana y disparándola sin detenerse.

—Fany, detente. Este no es tu pelea, no te lastimes, sólo la herirás superficialmente, es en vano.

La mano de Fany se detuvo al oír aquello de Zen, realmente no sabía que hacer, estaba desesperada.

—Zen, tú también no sigas, nosotros podemos ayudarte.

—Acaso...¿No confías en mi?

La mirada de Fany se tornó sorprendida, respondiendo de inmediato:

—¡No es eso! Sólo que tengo miedo que realmente puedas lastimarte, sea lo que seas, no puedo permitir que te suceda una desgracia. Lo que dijo él...

—Eso no sucederá, ya que no fui realmente serio, tápate los ojos, esto se pondrá aún más aterrador.

Sus manos y garras se mostraron amenazantes. Y su mirada decidida a matar de una vez a aquella demonio.

Elián sabía que Zen sólo era una bomba de tiempo, que en cualquier momento podía explotar. Viendo fijamente a la demonio dorada, notó un olor peculiar de sus heridas, eran desagradables y distintas, pero había uno en particular que no lo era. Era un olor distinto, que no era el de un demonio.

Dando un paso hacia adelante, y con sus labios ligeramente tensionados, apretó sus puños y corrió hacia la demonio, posicionándose delante de ella y abriendo ambos brazos, en señal que Zen se detenga.

—Qué...¡Oye Elián vete!, ¿qué rayos crees que estás haciendo?

—Zen no la mates, si lo haces, definitivamente esta vez perderás tu libertad.

—Tú siempre ordenándome qué hacer, ¡él único que ha perdido la cabeza eres tú!–Lo señaló con cierta molestia.

—¡No seas estúpido!, ¿quieres volver a estar solo?–Suspiró.—Esta demonio no sólo está conformado por demonios, definitivamente, ¡hay un humano dentro! Si la matas, matarás un humano, definitivamente te encerrarán si haces eso ¡Es un delito grave! Tú más que nadie lo sabe muy bien.




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