El aire sopló fuerte cambiando la visión de Louise, estaba en un bosque, era hermoso. Los árboles eran majestuosos en altura, las aves andaban de un lado a otro sin temor a nada y el sol resplandecía vívidamente. Louise no sabía dónde estaba, pero al parecer, su corazón y la sangre de sus antepasados, sí lo reconocían.
Los sentidos de ella, se agudizaron repentinamente.
La voz de una mujer gritó dentro de la espesura de los árboles, corriendo a gran velocidad dentro de ellos y espantado algunas aves que rondaban ahí.
—¡Si no es del clan del viento, es enemigo!
Louise la siguió todo el recorrido y cuando aquella mujer descendió al pasto. Se dio con la sorpresa de ver una mujer con atuendos particulares, su ropa presentaba cortes que mostraban parte de los brazos y piernas, era de cuero negro y tenía un collar de piel blanco. Su cabello castaño estaba recogido en una cola muy larga, con plumas blancas de adorno. Ella estaba de espalda, pero poco después, su cuerpo enteró giró hacia la visión de Louise.
Su rostro mostró gran sorpresa al notarla, era idéntica a ella. Absolutamente todo, sólo sus ojos eran grises verdosos y su mirada era fuerte e imponente, tenía un aura que podría hacer irte correr si la veías. Aún cuando parecía, mucho menor en aspecto que Louise.
Comparándose con aquella mujer, Louise podría tener un carácter fuerte, pero las personas aún así no huían de ella al verla, ya que se daban cuenta de su amabilidad cuando llegaban a conocerla. Sin embargo, la situación cambiaba, si llegara a enojarse.
Sin lugar a dudas, ella era su madre, de la que alguna vez mencionó Steven como Dalia.
Y de la que vio en forma adulta en aquel oscuro lugar.
Dalia habló de repente.
—Vampiro, debí suponerlo.
Morirás en este lugar, ¡mi madre te matará sin dejar huellas! Es una lástima que no pueda aún usar el Kali, ¡sino yo misma lo haría!
Louise volteó de inmediato a ver a quien ella veía.
Estaba ahí Steven, con su lanza carmesí reposando en su hombro izquierdo, sin mostrar ni un gesto ante sus palabras, él pronunció:
—Del clan de las Grinaidas, justo lo que necesitaba. Me costó llegar este lugar, pero valió la pena. Su sangre es la más valiosa de todas.
—Tu aura es tan asfixiante que todo a tu alrededor comienza a morir, ¿cuántos seres vivos mataste? La corrupción que tienes en tu cuerpo, sólo me hace querer en desaparecerte de inmediato.
Steven no titubeó y respondió.
—¡Ustedes también son seres corrompidos!
Dalia corrió de inmediato hacia Steven y sacó una pequeña cuchilla hecha de hueso de su ropa, estaba dispuesta a atacarlo a como dé lugar, mientras su madre venía en camino.
Pero una voz femenina la detuvo.
—Dalia. Detente.
—¿Qué?
—Detente, te arrepentirás.
Athla, la ninfa del bosque apareció ante ella tocando sus brazos. No era recurrente verla tan angustiada, su mirada mostraba un poco de desesperación.
—¿Por qué me detienes? ¿Quieres que mi clan sea atacado? Soy la futura sucesora, seré una inútil si no lo detengo.
—Dalia, ¿recuerdas mis palabras de hace un año?
Louise al notar su conversación, se acercó a ellas por intuición.
Dalia vaciló en atacarlo y su expresión cambió a uno más en pánico.
—No me digas, ¡imposible! ¡Es un vampiro! ¡Es un enemigo!
—Pero mi visión es muy poderosa, no hay duda. Sólo él la salvará. Soy una semidiosa, mis predicciones son poderosas por que veo el flujo de vida de todos los seres vivos. Recuerda que soy la hija de la Diosa de la Vida.
—Imposible, ¿cómo podría recibirlo en el clan? ¡Ese ser está corrompido y sin control! ¡Es un peligro!
Athla negó con el rostro.
—Dalia, no hay opción. Se hará realidad. Yo no tengo el poder para cambiar el destino. Incluso no sé quién será el enemigo. Seres muy poderosos pueden estar involucrados en esto. Yo juro, que haré lo posible por intervenir.
—Mi madre, me mencionó de esto. Athla predijo quien sería mi destinado y me salvaría, aún antes de nacer.
Incluso si es así, ¿a qué se refiere con Dioses? Esto va más allá de vampiros y demonios. ¿Quién es el verdadero enemigo de mi clan? Oh acaso, ¿eso no existe? Yo, ¿a quién me estoy enfrentando?
Steven las miró por un cierto tiempo y al notar que no se movían, alzó su lanza para atacarlas.
Pero un centenar de mariposas azules brillantes, lo detuvo al bloquear su visión.
Con suaves pasos, recto pero tranquilo. Un hombre de cabello negro largo y ojos azules que resplandecía como joyas, ropas largas azules con adornos celestes que se ondeaban con cada paso, él fue directo hacia Steven. Su rostro era hermoso, su mirada apacible y amigable. Al verlo, sólo podía transmitirte paz.
Louise se sorprendió al verlo, sus ojos fueron lo que más le llamó la atención, era un ser que no podría ser alguien corrompido. Era como ver un ser divino, parecido a Athla.
—Jared, ¿qué tratas de hacer?–Preguntó Dalia.
Con sólo oír su nombre, las dudas de Louise fueron disipadas.
—Padre, él es mi padre...
Louise al verlos, pudo notar la gran diferencia de personalidades de ambos, eran dos polos opuestos. Y ella, el resultado de la mezcla de esas dos personalidades.
Jared extendió su brazo derecho en dirección de Steven.
—Sufrimiento, hay caos en tu corazón y se debe a ello tu desenfreno. Yo, puedo salvarte.
Steven mostró desconcierto a sus repentinas palabras y respondió:
—¿Salvarme? ¿De qué me salvarás?–Cortó con su lanza algunas mariposas.—Estas mariposas tuyas, ¡los aplastaré! Son molestas.
—Jared, tú piensas hacer aquello... Eres un tonto, ¡no seas precipitado por alguien que recién conoces! Esa amabilidad tuya te llevará a la ruina. Ya es suficiente que el clan no te acepte por completo.