En ese momento, el sentirse inferior ya era clamar que estaban derrotados.
Por primera vez, frente a los ojos de Louise, Steven mostraba sus afilados colmillos como si se tratara de una bestia llena de odio.
El hecho de haber roto el lazo de alma, sus emociones no podían ser restringidas como antes.
Era como su instinto asesino hubiera despertado. Mostrando el verdadero rostro de un vampiro que en su locura, asesinó vidas inocentes en el pasado.
Sin embargo, todavía tenía consciencia. Y también una alma dentro de él, que lo frenaba en adentrarse completamente en su instinto natural y oscuro.
Louise sabía que no podía controlar esa parte de Steven. Pero sí sabía que no importa qué rostro Steven le mostrara. Él la escucharía.
Ya que la confianza y unión de ambos, aún no se había roto.
—Sin vacilar. Sígueme el ritmo.
Los ojos carmesí de Steven miraron de reojo a Louise al oír su voz. Y no dudó en contestar.
—Sí, esposa.
En unos cortos pasos, la lanza carmesí de Steven y el Kali de Louise rodearon el cuerpo del Dios Hades. Blandiendo cada arma hacia los puntos vitales de aquel Dios. Con cada movimiento, Hades movía en unos cortos pasos sus pies para evadir cada ataque. Cansado de hacer lo mismo repetidas veces. De su cuerpo salieron sombras que parecían brazos alargados, atacando directo hacia ellos, al convertirse en armas filudas que se movían según la voluntad del Dios.
Steven al notar esto. Hizo que cientos de espadas se dispersaran sobre el cielo rojo, flotando arriba de Hades. Era un espectáculo único ver cómo Steven manipulaba a cada una de ellas. Resonaron a la vez al acercarse directo en clavarse en Hades, pudiendo él notar qué tan rápido se habían vuelto a comparación de su primer ataque. Sin embargo, aquellas sombras alargadas lo protegían y rompían cada espada que intentara clavarse sobre ellas.
Mientras tanto, Louise aprovechó esto para atacarlo de frente con el Kali, moviendo su espada en todos los ángulos posibles, hasta por lo menos, una vez herirlo. Pero el Dios Hades era demasiado ágil, incluso para seguirle el paso. Que en un descuido expulsó a Louise de él al estirar su mano, cayendo ella sobre el piso y clavando el Kali sobre el suelo mientras se deslizaba hacia atrás, para mantenerse aún firme. Louise solo apretó sus dientes manteniendo una mirada feroz sobre el Dios, decidida en atacarlo con aún más fuerza.
El uso de la espada es algo innato en las grinaidas, es su orgullo y tenacidad. Perder una lucha con aquella arma, es equivalente a perder su dignidad como guerrera.
Aunque Louise no fue criada en el clan, simplemente lo sabía por instinto.
El siguiente movimiento lo perpetuo Steven, al atacar esta vez directamente hacia él, al ya haber sido la mayoría de sus espadas detenidas. Tratando de alcanzarlo, aquellas sombras actuaron como escudo sobre Hades, evadiendo los ataques directos de Steven. Enojado por no hacerle daño. Apareció más espadas que lo atacaron desde atrás y así pudiera deshacerse de la barrera que tenía al frente. Steven logró acercarse a él de esa forma, yendo directo hacia su pecho. Pero Hades agarró el filo de su lanza con dos dedos, no pudiendo moverlo para su sorpresa.
Louise de inmediato ejerció la presión del viento sobre Hades, atacando también en el mismo lugar que el vampiro quiso dañar, pero de igual forma fue detenida por la otra mano libre del Dios. Expulsando a ambos de inmediato.
Antes de que Steven tocara el suelo, una de sus espadas se materializó hacia Hades, siendo esta evadida por muy poco, al ser dirigida hacia su rostro.
Pero.
Aun así logró cortarle parte del rostro de Hades, deslizándose sangre sobre ella.
Esto pudieron notar ambos, al amortiguar su caída y girar hacia él.
El Dios Hades tocó su herida y miró su sangre sobre sus dedos como si fuera algo raro, algo imposible de ver.
No había expresión alguna en su rostro. Pero su mirada se mostró más aguda, sin quitarle la vista a Steven.
Caminó hacia él y aquellas sombras lo atacaron de forma directa, creando Steven de inmediato una barrera para protegerse. Incluso Louise disipó la fuerza del viento para frenarlo.
Sin embargo, su barrera solo comenzó en agrietarse. Siendo la fuerza ejercida sobre su ella algo abismal.
Notando que ya no lo iba a poder contener, Steven de inmediato apartó a Louise con su barrera. Atacando con su lanza a cada sombra. Pero solo le bastó segundos, antes de que Louise pudiera llegar hacia él para ayudarlo. Que aquellas sombras se clavaron en su pecho y estómago como cuchillas. Elevando Hades su cuerpo herido de gravedad como un trofeo. Steven solo pudo escupir sangre, temblando sus extremidades al no poder moverse.
Él solo podía repetir en su cabeza «maldición», repetidas veces.
En ese instante, la expresión de Louise se notó conmocionada y luego fue aterradora. Al expresar su enojo.
Estiró su arma y atacó aquellas sombras para cortarlas a cualquier precio, pero sin éxito.
Su grito fue descomunal.
—¡Suéltalo ahora mismo! ¡Esto es entre nosotros dos!
Estando sus sombras ocupadas, Hades hizo aparecer en su mano derecha, aquella famosa espada oscura que ya se había enfrentado muchas en contra de Louise. Pero esta vez, lo tenía el dueño correcto.
Aquellas sombras se desligaron de su cuerpo. Manteniendo aún a Steven en el aire. Trató el vampiro de quitárselos de encima. Antes de que se desangrara aún más y pierda toda su fuerza.
Ahora solo quedaba Louise frente al Dios Hades.
Sintiendo Louise que sus emociones estaban en un abismo. Pudiendo caer en cualquier momento en el.
Sin importarle ser lastimada, el Kali fue dirigida hacia el Dios Hades. Deteniendo cada movimiento frenético y lleno de odio con la espada oscura. Una y otra vez, su cuerpo fue apartado de él. Sin ni siquiera poder tocarlo. Sus dientes apretaron con fuerza, al sentirse inútil.
No quería rendirse, no quería que su yo oscuro invadiera su cuerpo.
Realmente no quería. Pero, la desesperación fue más en su corazón.