Esposa de un vampiro (eduv)

-A4- Capítulo 58 El tiempo fluye (Final)

En el restaurante, los tres vampiros, Lena y August. Aún esperaban impacientes verlos regresar. Pasaban los días y cada hora les parecía eterno.

Incluso Rocío y Endra, buscaron desesperadas el encontrar una forma de ir hacia ella, al enterarse sobre su desaparición.
Pero era imposible, Louise y Steven estaban en un lugar inaccesible. Que incluso para Athla era imposible de entrar.

Pero, en ese momento cuando el restaurante estaba vacío y ya se podía notar el tenue brillo del sol que ya se ocultaba. Al irse el último cliente. El portal que tanto esperaban se abrió y se cerró en tan solo segundos. Cayendo de forma abrupta Louise al piso. Viendo todos con asombro su cuerpo estar en un terrible estado, pero su corazón lo estaba aún más.

—¡Louise!

Lena la sostuvo de inmediato y trató de mantenerla erguida.
Acercándose los demás vampiros hacía ella, buscaron con la mirada el rastro de Steven.

La licántropo al notar el silencio de Louise y no ver a Steven.
Le costó mucho formular aquella crucial pregunta.

—¿Dónde está Steven? –Al notar el rostro abatido de Louise, Lena comenzó a llorar, intuía lo que había pasado al verla tan gravemente herida y con los ojos aún llorosos. De inmediato la tristeza invadió su alma, negando con su rostro.—No... No puede ser...

—Los hemos esperado por un mes, ¿qué significa esto..? –Elián apretó sus dientes, notándose sus ojos nublarse con lágrimas. —
¡Él prometió volver!
¡¿Qué demonios pasó?!
¡¿Dónde está Steven?!

Drake lo tomó de ambos hombros para tranquilizarlo, aunque él también estaba en shock.
A pesar de que Elián siempre era el más racional del grupo, no pudo evitar que su yo irracional actuara primero por la conmoción del momento.

—¡Detente Elián! Por favor.
No es el momento.

Incluso Zen, quien nadie nunca lo había visto llorar.
Estaba sonriendo mientras se veía lágrimas caer por sus mejillas.

—¿Qué se supone que hagamos sin ti Steven? Tú eres quien nos unió, éramos un equipo. –Volteó hacia sus compañeros, mostrando un rostro de tristeza.—Díganme, ¡¿qué debemos hacer?!

Louise veía el suelo aún desorientada.
Sus manos temblaron, mientras su cuerpo no se movía por el shock. Sus ojos eran perdidos, hasta que las lágrimas de sus ojos se desbordaron sin parar. Un desgarrador grito se oyó. Repitiendo ella sin parar.

—¡Regrésamelo! ¡Regrésamelo, bastardo Hades!
Por favor, no me puedes dejar. –su voz se volvió débil.— Prometiste estar a mi lado ¡Hasta el final! –Sus manos golpearon el suelo, gritando una vez más hasta que su garganta se sintiera que se desgarrara. —¡Quiero morir a tu lado! No quiero perderte. Steven...

Lena de inmediato la abrazó con fuerza, sollozando también con tristeza.

Los tres vampiros no pudieron decir más, al ver quien más sufría por su pérdida, era la persona quien más lo amaba.

Aún cuando sus ojos estaban nublados con lágrimas, Louise sintió la sombra de August posarse delante de ella, así que alzó su rostro con asombro.

—...
¿August?

Él era el único que aún no había dicho nada, un silencio que los dejaban atónitos. Pero de repente alzó su mano derecha, viendo su rostro mostrar una profunda tristeza y desolación.

En su mente solo se plasmó la voz de Steven y el último favor que le pidió. Un favor que nunca quiso que se hiciera realidad, ni tampoco Steven lo hubiera querido. Pero sucedió.

«Por favor, si no regreso, borra mi existencia de los que alguna vez me conocieron.»

Derramando lágrimas, August apretó su mano decidido a utilizar su habilidad. Aunque eso le causara un gran daño a su salud.

Su voz sonó temblorosa.

—Perdónenme por lo que haré.
Yo cargaré con la tristeza de todos. Esta es la última voluntad del señor Steven.

Louise pudo notar sus intenciones de inmediato, sorprendida, solo pudo gritar hacia él. Antes que su habilidad diera efecto. Su mano derecha aún apretaba con fuerza el collar rubí. Mientras trató de alzar su cuerpo hacia él.

—No... ¡Detente!
¡August! ¡No quiero olvidarlo!

Utilizando su habilidad, incluso antes de que pudieran hacer algo.
Todos cayeron dormidos en un pestañeo, llevando consigo el peso tan grande de mantener una promesa.
Y ser el único que recordaría todo.

Tosiendo con fuerza, sangre se derramó de su boca, limpiando con su mano el rastro de sangre de sus labios con debilidad.

—Señor Steven...
Gracias por todo.
Este amigo ha cumplido su palabra.

Estas fueron las últimas palabras débiles que resonó en el restaurante, antes de caer August enfermo por un largo tiempo.

Como si los años no se detuvieran, pasaron siete años y todos olvidaron la existencia de Steven, todo rastro de él fue borrado y desapareció como un frágil recuerdo. Fotos, vídeos, mensajes, pertenencias. Todo lo que evidenciara una fugaz existencia, solo sabían que había un vacío inexplicable. Pero jamás supieron el porqué.

Cada uno hizo su vida y construyó su futuro basándose en sus anhelos y sueños. Pero el restaurante nunca se disolvió. En esos siete años mantuvieron el negocio. Siendo el líder, Elián.
Unidos como siempre se mostraron, aunque les costó por momentos. Tal vez en lo más profundo de ellos. Sabían que ese negocio era tan importante como cuidar su propia vida.

De espalda, un largo cabello castaño se ondeaba con el suave viento, cuando oyó pasos conocidos detrás de ella. Su rostro giró revelando su hermosa apariencia, ojos azules y serenos, su alta figura era cubierta con un llamativo traje militar. Denotando su estatus.

—Teniente, Louise.

A quien le pertenecía esa voz, era su más fiel amiga y compañera de trabajo. Quien se mantuvo cerca a Louise en todo momento, hasta ahora. Dana.

Louise había subido de rango a teniente dentro del estatus de oficial jefe. Mientras que Dana tenía la categoría de mayor.




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