Esposa falsa del Ceo Taylor

2

Pamela regresó muy decepcionada a su apartamento, según ella su jefe no llegó y ahora tendrá que volver al día siguiente solo para entregar la renuncia. Ella no tiene idea de que el hombre arrogante al que le dio mal la dirección de su hogar, es el presidente al que ella tanto esperó.

Taylor está furioso porque esa noche llegó al lugar donde la chica le aseguró que vive, al no encontrarla, se llenó de rabia y frustrado le indicó a su hombre de confianza que le investigue no solo el paradero, sino la vida de esa chica atrevida.

—De mí, nadie se burla. Esa muchachita ha sobrepasado mis límites y deberá pagar por ello. —Reniega Taylor, apretando los puños y golpeando la pared de su habitación.

Al día siguiente, Pamela llegó muy temprano a la empresa, no quiere volver a toparse con el empleado arrogante y que la vuelva a insultar o a volver con la locura de su casamiento. No va preparada para trabajar, pues, según ella, ya no aceptará continuar en ese cargo y renunciará.

La puerta de la oficina del presidente ya está activa, las luces están encendidas y en el fondo se aprecia la cabellera de un hombre que se esconde detrás de su silla ejecutiva, ella se ha quedado sorprendida al ver en su reloj que aún faltan quince minutos para la hora de entrada y el jefe ya ha llegado. 

—Bueno, mi hora ha llegado, las ganas de trabajar en una empresa tan prestigiosa como esta se han esfumado el primer día de trabajo, todo saldrá bien. —Se repite en su mente.

Pamela tocó la puerta con los nudillos, el hombre, al imaginarse de quién se trata, alzó una mano y le hizo señas para que entrara.

—¡Buenos días, señor! —Saludó Pamela, respirando hondo porque está frente al gran jefe mal educado que todavía le da la espalda.

—¡Ah! Ya llegó la señorita que se atrevió a burlarse en mi cara. —Expuso Taylor, dándose la vuelta y observando a la chica que está de pie frente a su escritorio.

—¡Tú, otra vez! —Se quejó Pamela, poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué crees?                                                               

—Mire señor, no he venido a discutir con usted, ahora necesito ver al jefe, para…

—¿Para qué? —Le interrumpió Taylor. —¿Le dirás que yo te he estado acosando?, o mejor dicho, he estado haciendo justicia porque su asistente no deseada, me arruinó mis zapatos, ¿es eso lo que le dirás?

Ja, te recomiendo que no lo hagas, me debes un favor y me lo tendrás que pagar antes de que él se dé cuenta, total pronto serás mi esposa.

—Lástima por usted, señor, he venido a entregar mi renuncia, así que, ya no me verá más nunca por aquí. —Se jactó Pamela, a modo de burla y triunfo.

—¡No puedes renunciar!

—¿Y quién me lo va a impedir?

¿Usted, que es un simple compañero de trabajo?

—Yo te lo impediré, en calidad de jefe y futuro esposo.

No te molestes en entregarme nada, total, ese papel lo haré pedazos y tiraré a la basura.

Ahora, ¿qué me recomiendas que haga contigo por haber mentido?

¡Aah, ya sé!                          

Haré que te aplacen en la universidad, te cierren el semestre sin opción a regresar y más nunca puedas volver a estudiar, también le ordenaré a todas las casas de renta que no te alquilen nada para vivir, tu nombre quedará en mal frente a todo el mundo, desearás esconderte y no tendrás donde.

—¡Qué! —Exclamó asustada. —Usted no puede hacer eso, usted no es mi jefe, y aunque lo fuera, no tiene por qué hacer tal cosa.

—Para tu mala suerte, este gafete dice lo contrario.

Pamela casi se va para atrás al ver que ese hombre con el que desde ayer está discutiendo, no es nadie más que su jefe.

—Ahora no me importa quien seas, he renunciado, así es que ya me retiro. —Anunció Pamela, tragándose los insultos que muere por gritarle.

—Ah, ah, no señorita, tú no te vas hasta que no aceptes ser mi esposa falsa.

—Jamás lo haré…

—Mira, es muy sencillo, tú te haces pasar como mi esposa, claro que tendremos una ceremonia formal. Si tú me ayudas, yo también te ayudaré pagando la gran deuda que tienes en la universidad y te sobrará mucho dinero todavía para que hagas con él lo que quieras, puedes comprar la casa que siempre has soñado o montar tu propio negocio. ¿Qué dices? 

Pamela se quedó analizando esa tentadora oferta, ella sabe que si renuncia a esa empresa no volverá a encontrar un trabajo donde le paguen esa cantidad, además, con ese dinero que él le ofrece por ser su esposa falsa, puede pagar el total de su carrera y comprar su propio apartamento como él mismo se lo ha mencionado.

—¿Puedo darte la respuesta dentro de unos días?

—No, tiene que ser ahora mismo, total, tú no tienes familia a quien pedirle su opinión.

—¿Y tú como sabes eso?

—A estas alturas no hay nada que yo no sepa de ti, por cierto, muy graciosos tus pijamas y sus dibujos. —Se burló Taylor.

Pamela supo que no podría escapar de ese hombre, y si lo hace no la dejaría en paz. Ella no sabe en qué momento es que Taylor fue a su apartamento, lo que sí sabe es que esos pijamas de los que él se está burlando, sí son de ella y eso significa que la ha estado vigilando desde ayer.

—Por favor, acepta el trato. A mi padre se le ha metido en la cabeza que quiere verme casado, y como ya te habrás dado cuenta, ni siquiera tengo novia.

—Está bien, acepto. Firmaré ese contrato, pero antes de hacerlo quiero que discutamos cada una de sus cláusulas.

Taylor puso sobre la mesa el contrato que elaboró la noche anterior, luego de discutirlo y hacerle algunos cambios con los que Pamela no estaba de acuerdo, ambos lo firmaron.

—¿Cómo le harás creer a tu familia que has encontrado una esposa?

—Es muy sencillo, les diré que te conocí cuando estuve en el extranjero, y como en ese tiempo tú eras menor de edad, entonces no te pude traer conmigo y te abandoné. Pero ahora que nos hemos vuelto a ver, hemos decidido casarnos.




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