Esposa falsa del Ceo Taylor

7

Pamela se siente humillada y no desea volver a saber nada de la familia Morotova, su suegro la trajo hasta Taylor bajo engaños, eso no se lo perdonará al señor y ahora mucho menos quiere saber de su esposo traidor. Pero en parte agradece que todo haya sucedido así, pues ella pudo ver con sus propios ojos y comprobar de primera mano que él no la necesita en su vida, ni siquiera como un contrato.

Él ya tiene su reemplazo, una dama muy hermosa que no se compara a su baja estatura y cabello negro alborotado, esa es la razón por la cual ni siquiera se ha molestado en comunicarse con ella desde aquella mañana que la dejó en casa después de una noche apasionada.

Taylor sacó su teléfono para enviar un correo electrónico a un lugar en donde lo esperan dentro de dos horas, justo en ese momento entró una llamada de su amigo que es médico y al responder se llevó la noticia de su vida, casi se desmaya cuando la escuchó y su mente tardó un poco en procesarla, pero al final valió la pena y agradeció que lo haya llamado a tiempo.

—Amigo Morotova, hemos tratado de comunicarnos con tu esposa, pero se nos ha hecho imposible lograrlo y he tomado a bien llamarte a ti.

—No te preocupes, dime para qué la necesitas y yo le paso el recado.

—Es para informarle que el resultado de la prueba de embarazo que se hizo el día de ayer, ya salió y puede pasar a recogerlo. ¿Cuándo crees que podrán venir por ellos? Quiero entregarlos personalmente para aprovechar verte, hace días que no nos vemos.

—Eh, nosotros estamos fuera del país, te autorizo para que abras el sobre y me digas ahora los resultados, estamos ansiosos por saber lo que contiene. —Mintió Taylor, pues no tiene ni idea de que Pamela se haya realizado tal examen, además, ¿por qué lo haría si ellos solo una vez han tenido sexo?

—¡Es positivo!                                                

¡Felicidades, amigo, serás papá!

Anunció el médico, causando que con esa noticia Taylor se sienta mareado. De inmediato colgó la llamada y tomó la pastilla adecuada para sus frecuentes mareos y náuseas, es como si fuera él quien estuviera en cinta, lastimosamente no se debe a eso sino a otra enfermedad que él padece, pero que nadie, ni siquiera su amigo que es doctor lo sabe.

Pronto logró estabilizarse y le llamó a su padre para preguntar por Pamela, este le dijo que la está siguiendo y que va camino al aeropuerto, él jamás la dejará sola y por eso desde lejos la observa detenidamente y cuando suba al avión también lo hará.

—Papá, acércate a ella y trata de entretenerla, por favor, es muy importante. —Pidió Taylor, con desespero.

—Ahora si la quieres ver, cuando hace apenas minutos ella estuvo contigo y la rechazaste. —Le regañó el padre.

—¿Cómo lo sabes?                     

—Tú mismo me lo acabas de decir, cabrón, no sabes ni lo que estás hablando. —Rezongó con enfado su padre.

—Perdón, papá, no recuerdo haberlo dicho. Bueno, ya dejando todo atrás, por favor habla con ella y pídele que me espere un momento.

—No, no lo haré. —Dijo, su padre y le colgó la llamada dejándolo con la palabra en la boca.

Taylor no tuvo más remedio que llamar al aeropuerto y ordenar que se retrase el vuelo que está próximo a volar a Honduras. Nadie puede desobedecer a una orden emitida por el dueño de ese aeropuerto, sí, Taylor es el dueño, lo ha adquirido a escondidas de su familia y en esta ocasión le ha sido de mucho beneficio no haberlo comunicado.

En el aeropuerto, Pamela está sofocada, ya les han anunciado a los pasajeros que su vuelo ha tenido un retraso de emergencia porque están revisando la nave para que no haya ningún desperfecto mecánico.

Taylor llegó, su padre lo observa desde una distancia considerada y sonríe, ese es su hijo, ahora corre por todos los pasillos buscando por su cuenta a la chica con la que se ha casado por contrato y quizá ahora que ha estado alejado de ella y la ha vuelto a ver se ha dado cuenta del gran error que ha cometido y quiere remediar el asunto.

Pamela descansa sobre una silla en la sala de espera, de un momento a otro sintió la necesidad de hablarle a su bebé mientras se acaricia el vientre y se arropa con la soledad.

—Pequeña abejita, sé que en el futuro me reprocharás por no haberte elegido un buen padre, jamás te voy a hablar mal de él porque fue con su ayuda que tú te apareciste en mi vientre. Te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para que jamás sientas que te hace falta la presencia de un hombre, desde ahora seremos solo tú y yo contra todo el mundo.

—¿Cómo que solo ustedes dos, y a mí donde me dejan? —Se escuchó la voz de Taylor, Pamela lo observó confundida mientras él está sentándose con toda tranquilidad al lado de ella. Pamela está con los latidos del corazón acelerados porque se ha llevado un susto de muerte al verlo allí al lado suyo sin ella darse cuenta de que la ha estado escuchando.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó Pamela, llena de confusión.

—He venido por ti.

—¿Me echaste de tu habitación, ahora piensas que soy tonta de creerte que has cambiado de opinión de un rato para otro? Ja, qué patético. —Se burló Pamela, deseando que los llamen para abordar el avión.

—Sí, te eché de la habitación como tú dices, pero no lo hice de mi vida.

Me he enterado del bebé, han llamado del laboratorio y me han confirmado tu embarazo y aunque no lo creas, es la mejor noticia que he recibido en toda mi ida.

—¿De verdad?

—Claro que sí, ahora acompáñame y olvídate de viajar por el momento.

—Es que…

—¡Te levantas y caminar por tu cuenta, o esperarás a que yo te cargue en mis brazos! —Le interrumpió.

—Eh, no te atrevas a hacerlo, me dejarás en ridículo y no lo soportaré. —Dice Pamela, con inocencia y sonrojado rostro.

—Entonces camina por tu cuenta, vamos al hotel y hablamos con tranquilidad.




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