Taylor llevó junto con él a su esposa, al verlo entrar de la mano de una bella chica a la clínica todos se quedaron sorprendidos, y mucho más cuando él la presentó como su esposa. Llegó tarde a su cita médica, pero eso no ha sido un inconveniente para que le brinden atención médica, saben que tiene dinero y es capaz de comprar ese hospital con tal de que lo atiendan este mismo día.
—Qué raro, aquí los médicos te saludan como si ya te conocieran. —Comentó Pamela.
—Pronto sabrás el motivo, es probable que la noticia te deje un sabor amargo por el impacto, o quizá, ni siquiera te importe por lo que yo estoy atravesando. —Habló Taylor, con tranquilidad.
—Cómo te atreves a decir eso, creo que tus mareos se deben a una debilidad que estás desarrollando.
—Es probable que sea así, o puede ser que sea algo peor. En fin, no te preocupes, recuerda que tú no tienes una buena impresión de mi persona porque desde que te conocí te he tratado de la patada, es muy entendible y aceptable si decides alejarte de mí ahora que lo sepas.
—No entiendo a que me has traído, está claro que no vienes porque yo te lo pedí, entonces, explícame lo que tratas de hacer al mostrarme tu dichoso secreto.
—No quiero que malinterpretes mi ausencia de varios meses, tendremos un bebé y me encantaría que nos llevemos muy bien por un tiempo, solo te pido que me permitas disfrutar de tu embarazo. Quiero que sepas que la mujer del hotel no es nadie en mi vida y …
—Taylor, ahora no estoy para hablar de amantes. Lo que no entiendo y de verdad me interesa saber es por qué me hablas así, ¿qué es lo que está pasando y ocultas con recelo?
—No es nada. —Respondió Taylor, sin una pizca de tolerancia.
—Parece que te preparas para en un futuro no estar al lado del bebé.
En eso estaban cuando el nombre de Taylor Morotova se escuchó, el médico ya lo está esperando para atenderlo como se debe tratar a un paciente con carácter trascendental, debido a la gravedad de su enfermedad y de la que pocos se han salvado.
—¿Cómo se ha sentido, señor? Su familia ya debería de estar al tanto de su enfermedad. —Comentó el especialista en oncología.
—¿Enfermo?
¿Qué enfermedad tienes, Taylor? —Preguntó Pamela, abriendo sus ojos de par en par y alternando su mirada del médico hacia su esposo.
—¿Quién es la señorita que lo acompaña?
¿Puede ella, enterarse de su enfermedad? —Preguntó el doctor, ya que Taylor le había mencionado anteriormente que nadie de su familia se enteraría de su enfermedad.
—Ella es mi esposa, y claro que puede hablar frente a ella, solo le pido que no sea tan rudo para que ella no reciba un shock. —Pidió Taylor, con su voz en total calma.
—¿Cómo que no? Ahora quiero saberlo todo, Taylor, dígame que es lo que tiene mi esposo y si es muy grave. —Le exigió Pamela al doctor.
—Bien, su esposo está en tratamiento con nosotros desde hace dos meses, ya que está padeciendo de un agresivo cáncer de páncreas, es probable que a él no le quede mucho tiempo de vida, a menos que él acepte someterse a una operación con la probabilidad del 20% en sobrevivir, acto que él se niega a hacer.
—Lo harás, ¿verdad? —Preguntó Pamela, con sus ojos llenos de lágrimas y su voz entre cortada. Casi lo ha dicho en tono de mando.
—Bueno, yo los dejo a solas por un momento mientras voy a traer la placa de tus estudios. —Anunció el doctor, antes de salir de la sala. Sabe que no debe ser fácil asimilar una noticia como esa y es por eso que ha decidido darles unos minutos a solas hasta que la esposa se tranquilice.
—Pamela, por favor no llores. No merezco tus lágrimas, no soy digna de ellas por lo malo que te he tratado.
—Vos sos mi esposo, Taylor, aunque sea de mentira. Pero eres el padre de mi hijo, ¿cómo quieres que no me preocupe por ti? Yo no quiero que mi bebé crezca sin su papá.
—Tú y yo no nos queremos, Pamela, nos odiamos.
—Y eso que importa, no quiero ser viuda a temprana edad. Bueno, es decir, imagínate a mi hijo cuando pregunte por su padre, crees que él no querrá estar contigo, jugar, caminar, dibujar. Por lo menos has el intento, de lo contrario todo se quedará en que pudo haberlo hecho y lograrlo.
—Ya lo he decidido, no lo haré, esperaré lentamente por mi muerte y hasta entonces mis padres quedarán a gusto. Ellos me han arruinado la vida al obligarme a casarme, esta no es la vida que yo soñé y ellos lograron convertirla en un infierno.
—Hazlo por tu bien y no por el de tus padres o el de otras personas, imagínate que logres vencer ese cáncer maligno, puedes irte de viaje lejos de todos nosotros y rehacer tu vida como tú lo desees.
—¿Por qué hablas con tanta seguridad? He dicho que no estoy a gusto con el hecho de que seas mi esposa, y aun así me sigues dando aliento para que me someta a esa operación. ¿Por qué eres así, Pamela?
—Porque yo te amo Taylor, y aunque tú no sientas nada por mí, no te deseo el mal y quiero que recuperes tu salud.
—Lo lamento Pamela, yo no puedo decirte lo mismo porque estaría mintiendo. Creo que es mejor que nos vayamos de aquí, te enviaré a la casa en un vuelo privado. —Dijo, Taylor, dándole la espalda a su esposa. Él no se percató, pero el semblante de Pamela cambió de un momento a otro, y no para bien.
—¿Por qué? —preguntó ella, refiriéndose al hecho de que ha decidido enviarla de regreso.
—Porque no te quiero a mi lado, solo te pido que seas buena madre para el bebé y olvídate de mí.
—¿Estás seguro de que quieres que me vaya y te deje lidiar solo en este proceso?
—Estoy seguro. Anda, te acompaño al aeropuerto.
—Puedo irme sola, no es necesario que me acompañes, tú tienes que quedarte a hablar con tu médico.
Pero ten por seguro, Taylor, que si me dejas salir por esa puerta, no volverás a saber nada de nosotros porque ni siquiera a la casa de tu familia regresaré. Te lo vuelvo a preguntar, ¿Quieres que me vaya?