Taylor está contento con el apoyo que su esposa le está brindando, él ya le pidió que no se lo haga saber a la familia hasta que ya todo haya pasado. Sin embargo, Pamela no está de acuerdo con esa decisión y le ha dicho que en cualquier momento él mismo tendrá que hacerlo para que ellos estén al tanto de su estado de salud y por ende preparados para cualquier resultado ya sea bueno o malo.
— Pamela, ¿te sientes cómoda aquí en el hotel, o quieres que compre una casa para hospedarnos durante el tiempo que estemos aquí? ―Preguntó Taylor, ahora está dispuesto a hacer lo que sea con tal de que ella se sienta la reina de su vida.
― No tengo problema al estar en este hotel, toma tú la decisión y yo estaré de acuerdo con lo que decidas. ―Le responde Pamela, sintiéndose orgullosa del cambio que ha logrado hacer en su esposo, que antes se comportaba como un patán y ahora es todo un amor y se preocupa mucho por ella.
Pamela prefiere estar en una casa en la cual pueda cocinar deliciosos bocadillos para su esposo, ella ama preparar inventos culinarios y hacer sentir bien el paladar de los demás. Cuando estuvo trabajando en el restaurante, en ocasiones se metía a la cocina y le ayudaba al chef en algunas cosas y fue así como aprendió.
Ahora que su marido ya no está molesta con ella, está muy emocionada y ansiosa por llegar a su hogar y demostrarle su lado de ama de casa.
Taylor no pierde la oportunidad y desde ya se le está insinuando, la toca y se le arrima a cada momento, haciéndole saber que hay algo entre sus piernas que reclama estar dentro de ella. Eso provoca que Pamela se ponga extremadamente nerviosa y trate de evadirlo, sin tener resultado.
―Esta es la segunda noche que pasaremos juntos, ahora ya no hay necesidad de cuidarnos, cuando debimos hacerlo no lo hicimos y por tal razón nuestro hijo viene en camino. ―Bromea Taylor, dando suaves besos sobre el cuello de Pamela, haciendo que ella se estremezca al sentir su tacto.
Poco a poco sus prendas de vestir fueron desapareciendo hasta quedar solo en ropa interior, Pamela se arrodilló encima de la cama y su espalda descansa sobre el pecho de su marido que está detrás de ella sosteniéndola y acariciando los pechos por encima del brasier.
Apretujándolos con fuerza y restregando su pene sobre las nalgas de ella que encajan a la perfección con esa pose.
Taylor baja su mano y se detiene en el borde del bikini de su amada, mete su mano mientras Pamela se eleva un poco para que esta pueda hacer movimientos en su vagina. Ella lo disfruta, ambos disfrutan ese apasionado momento mientras Pamela inclina la cabeza hacia atrás en donde sus labios son atrapados por los de Taylor.
Ella gime, siente delicioso y espectacular que esa mano atrevida esté invadiendo su parte más privada, se eleva un poco más, a modo de hacer movimientos circulares con sus caderas, cruza una mano por detrás de la cabeza de su marido para sostenerse, la adrenalina es fuerte y se estremece.
Se mueve y se pega aún más al pene de Taylor, él disfruta ese movimiento y su miembro ha despertado por completo y exige a gritos ser liberado de la prisión.
Ambos, con ayuda del otro, se quitan por completo la ropa, quedando desnudos. Se acarician y exploran sus cuerpos mientras sus bocas no paran de degustarse.
Segundos después ya están uniéndose sus cuerpos en uno solo, son dos almas que se aman y disfrutan su segundo encuentro sexual, cada uno marca su ritmo para complacer al otro, hasta que con un gutural gemido que sale de sus gargantas, acaban al mismo tiempo.
Sudorosos, agotados y sin fuerza para más, después de unas horas de estar haciendo el amor, ambos deciden que es mejor descansar, total, vendrán muchos días más en los cuales podrán seguir disfrutando de las mieles del sexo placentero y excitante como el que han experimentado este día.
El día siguiente despertaron abrazados y muy contentos, Taylor le dijo que después de desayunar irán a dejar a su padre al aeropuerto porque él ya hizo lo que tenía que hacer, juntar de nuevo a su pareja favorita.
― ¿Por qué no le cuentas a tu padre el motivo por el cual estás aquí? Ellos tienen derecho a saberlo.
― No, es mejor que todo transcurra de esta manera. Mi viejo padece del corazón y esta noticia lo pondrá muy mal.
―Tienes razón, aunque yo no sabía ese dato, aun así nunca le diría algo sin tu consentimiento, así es que por mi parte no te preocupes porque no abriré la boca, a menos que sea necesario.
Esa conversación surge mientras Taylor está recostado sobre el pecho de Pamela y le acaricia su vientre, minutos después decidieron tomar una ducha, ahora todo lo hacen juntos. La puerta de la habitación sonó, alguien está llamando y pidiendo entrada, por lo que la pareja se puso alerta.
― Debe ser mi padre que ha venido a despedirse para volar antes de tiempo, iré a ver, tú termina de bañarte y luego nos acompañas. ―Dijo, Taylor, al momento que besa al amor de su vida y se envuelve en una toalla para salir.
― Pensé que me esperarías abajo. ―Dijo, el hombre al abrir la puerta y dar la espalda sin fijarse quién es la persona que está detrás de esta.
― Oh, amorcito, ¿eso quiere decir que me has estado esperando? ―Alardeó con emoción aquella voz de la chica con la que se ha estado acostando a escondidas de Pamela desde que llegó a este país.
― ¿Qué haces aquí? ―Ayer te dije que no te quería volver a ver en esta habitación. ―Reprocha Taylor, dándose la vuelta para intentar echarla fuera.
― Un momento, guapo, durante dos meses hemos estado follando sin parar y tú nunca me has salido con estupideces, ahora no me salgas con que ya te aburriste de mí porque te juro que no me podrás echar de tu vida.
― Bien lo has dicho, hemos follado porque para eso te contraté con la agencia, sin embargo, ahora ya no necesito de tus servicios y por eso te pido que me dejes en paz.