Dentro de un día se le hará el procedimiento a Taylor, junto a Pamela ya están preparando una maleta porque desde hoy deberá de estar interno en la clínica para cumplir con las veinticuatro horas que se recomiendan de no ingerir alimentos.
A Taylor le preocupa el hecho de morir en el intento de salvarse, sin embargo, ahora le consuela saber que su hijo quedará en buenas manos con su familia, además, las empresas que él ha estado administrando seguirán funcionando de lo mejor.
―Amor, no olvides que esto lo estoy haciendo por ti y nuestro hijo. Has sido tan buena conmigo que no me has abandonado desde que te enteraste de mi enfermedad.
―Todo saldrá bien, cariño, volverás a casa con tu familia y seguirás siendo el mismo de antes.
―Volveremos, te recuerdo que tú también eres parte de mi familia y la única que ha estado en mis malos momentos, aunque yo no lo merezca. Además, ya no seré el mismo, ahora seré una mejor persona por ustedes.
Pamela asintió con su rostro emocionado, sin embargo, en su corazón existe una inmensa tristeza. Un dolor que no se le quita ni con el abrazo o los besos que su esposo le está dando en este momento. Ella prepara su ropa y a la vez su corazón para no volver a verlo.
―Eso es porque eres un bruto que no quiere que su familia se entere, de lo contrario, aquí estuvieran a tu lado. ―Le regañó cuando él le mencionó que es la única que lo acompaña en su dolor.
Y no es que Pamela esté deseando que él no despierte de la operación, sus razones para abandonarlo son mucho más fuertes y convincentes.
Muy nerviosos llegaron a la clínica en donde una enfermera le preparará su ingreso.
―Pamela, no creo que tengas aguante de esperar hasta mañana, si gustas puedes irte al hotel y mañana regresar. ―Propuso Taylor, poniéndose en el lugar de la embarazada.
―¿Me estás corriendo de tu habitación? ―Le reprochó, fingiendo molestia.
―¡Qué! No, por favor no te lo tomes a mal, lo digo porque me preocupo por ti, querida. Pero si no me quieres dejar solo te lo agradezco, recuéstate a mi lado para que descansemos juntos, quizá esta sea la última noche que pasemos juntos. ―Expresó con tristeza.
Por cierto, quiero que hablemos de un tema que tú no has querido tocar y quiero aclararlo de una buena vez para no estar con el pendiente.
―¿De qué hablas? ―Preguntó llena de nervios, no queriendo escuchar lo que está a punto de decir.
―La chica que encontraste en mi habitación cuando entraste la primera vez …
―Taylor, ya te dije que no quiero hablar sobre ella. ―Le interrumpió.
―Es necesario, ella no significa nada para mí, solo estuve con ella en tu ausencia porque me sentía deprimido y necesitaba la compañía de alguien.
―¿Te acostaste con ella?
―Sí, lo hice, no te voy a mentir en eso. Pero como te digo, la busqué a ella por necesidad y no por cariño o amor.
―¿Y si está embarazada?
―¡Qué! Expresó con horror el hombre que está sudando, es como si Pamela ya supiera el secreto que tanto él le está ocultando.
Eso jamás, querida. Además, ya no te preocupes por ella, ha quedado en el pasado desde que tú llegaste aquí, siento como si la vida te envió para hacer un enorme cambio en mí. ―Le asegura Taylor con unas emotivas palabras.
…
Al día siguiente …
Pamela está en la sala de espera mientras a su esposo le están poniendo mano los médicos, estos le han dicho que la operación puede tardar algunas horas, que no debe preocuparse si no obtiene respuesta pronto.
Con mucho dolor en su corazón, Pamela realizó una llamada y en cuestión de minutos llegó la persona con la cual ha estado en comunicación desde hace tres días.
―Buenas tardes, señora Morotova. ―Saludó la muchacha, fingiendo humildad.
―No me hables con respeto, eso lo hubieses hecho antes de meterte con mi esposo. ―Reclamó Pamela.
―Lo lamento, yo solo trabajaba para una empresa como acompañante y el señor Morotova contrató mis servicios. Jamás estuvo en mis planes embarazarme de él, pero ahora ha sucedido y exijo que él se haga cargo de nosotros porque yo me he quedado sin trabajo.
―No te preocupes, ahora tus problemas se solucionarán, ahora el hijo que él tanto necesita para que su padre le herede sus empresas, será tu hijo el afortunado. Aunque su madre sea una completa perra baja maridos.
―No me importa que me insultes, ahora él se muere por mi hijo y al final algún día seré yo la que te gane el puesto de señora. Me imagino lo duro que debió haber sido para ti al enterarte de que tu querido esposo te ha aceptado solo porque estás embarazada. ―Se mofó la mujer malvada.
―No hay problema, agradezco que me lo hayas hecho saber, de lo contrario yo seguiría creyendo que de verdad se ha enamorado de mí.
Otra cosa, te sugiero que no cantes victoria antes de tiempo, porque el lugar que tú ocupas en este momento, habrá otra que lo ocupará en el futuro y a ti te va a desechar como lo ha hecho conmigo.
―Ah, ya deja tus sabias palabras y mejor dime para que me has pedido que venga, bueno, te confieso que me gustaría ser yo la que esté cuidando de él, envidio tu papel de ser la esposa de uno de los hermanos Morotova, no me importa si de Taylor o de cualquiera de los otros dos, yo lo único que deseo es pertenecer a esa familia.
―No lo hagas, eso de envidiarle a otro no es bueno.
Ahora por mi propia cuenta y como la quita maridos que eres, quiero pedirte que tomes mi sitio.
―¿Cómo así? Tú… tú me estás pidiendo que me quede con tu esposo, ¿con el padre de tu hijo?
―Creo que he sido muy clara en eso, y si tanto deseas que mi esposo se haga cargo de ti y de tu hijo, esta es tu oportunidad. Yo ya no tengo nada que hacer aquí, es tiempo de que tomes tu lugar como la amante que eres, a partir de este momento te quedarás a cargo de Taylor.
No quiero relacionarme con ninguno de ustedes dos, tú como mujer me das asco porque te metiste en medio de un matrimonio y no tienes dignidad ni empatía.