Taylor está ansioso esperando una respuesta por parte de Pamela, sabe que es su hijo, su corazón lo reconoce de inmediato.
Además, anteriormente ella le dijo que sería incapaz de abortar. Sabe que de su nueva pareja no puede ser porque la edad y los rasgos del pequeño dice todo lo contrario, pero quiere escuchar con palabras de ella que le confirme su sospecha.
―Te hice una pregunta, Pamela. ¿Es mi hijo?
―Es mejor que me vaya, no es mi turno ahora y mi hijo tiene que dormir. ―Comentó, queriendo esquivar la interrogante del hombre al que un día prometió amar y cuidar.
―Pamela, por favor déjame preguntarte algunas cosas, me urge saber el motivo por el cual me abandonaste.
Pero primero dime que yo soy el padre del niño, me alegrarías la vida si me lo confirmas. ―Suplicó Taylor.
―No es momento para hablar sobre este asunto, tú estás convaleciente y yo estoy agotada de trabajar.
―¿Convaleciente? Qué bueno que mencionas esa palabra para que recuerdes que en una situación similar me encontraba cuando decidiste alejarte de mí, me engañaste al decir que me amabas, y cuando más te necesité te echaste para atrás. Ahora no me vengas con que no es momento para hablar, ¿Quieres volver a escapar de mí?
―No hables si no sabes cómo fueron las cosas, sé que es raro porque he sido yo la que te abandonó, sin embargo, tus acciones me dan la razón.
―No me dejes esta noche, no repitas lo de hace unos años, por favor. ―Rogó, con la voz entrecortada.
―Ya no tengo por qué cuidarte, como ya te habrás dado cuenta, yo tengo a otro hombre en mi vida y es a él a quien me debo ahora.
Ha sido un error venir aquí, bueno, me habéis engañado al hacerte pasar como mi cuñado y haber involucrado al cirujano para que me llamara de urgencia.
―No tenía otra opción.
―Ahora no importa, adiós.
Pamela tomó a su hijo en brazos, dispuesta a salir de esa habitación. Su celular vibró en la bolsa de su pantalón y al ver que se trata de su colega del turno de la noche lo respondió.
―Doctora González, sé que no son horas de llamar y tampoco es de mi agrado hacerle perder su sueño privado. Tengo una emergencia y le quiero pedir que si me puede venir a cubrir el turno, mi pariente ha fallecido y tengo que viajar fuera de la ciudad. ¿Usted me haría ese favor?
No se preocupe por el tiempo invertido, se lo recompensaré el doble con su acción si lo acepta.
―Es que… bueno, ahora yo me encuentro aquí en la clínica, en un momento voy a su consultorio y hablamos. ―Respondió con tristeza, ya que es la primera vez que le tocará tener a su hijo dentro de esas instalaciones porque no piensa negarse a hacerle un favor a la doctora, que ya le debe tantos turnos ella.
―He escuchado lo que ha dicho tu compañera, no ha sido mi intención.
―Ah, sí, es que esta mañana se me dañó mi teléfono y solo funciona con el altavoz, ya debo irme.
―Déjame al niño, prometo que lo cuidaré.
―Ja, ja, ja, ¿postrado en una cama, te ofreces a cuidar de él? Patético. ―Se burló la chica.
―No es broma, si decides ayudarle a tu colega puedes dejarme al niño, verás que él estará bien.
―Ni loca dejaría a mi hijo en tus manos. ―Le aseguró, abriendo la puerta para salir.
―Recuerda que también es mi hijo y aunque quizá no lo merezco, pero tengo el derecho aunque sea a tenerlo durante esta noche. ―Gritó, antes de que la chica cerrara la puerta.
Pamela fue al consultorio de su colega, está triste porque no sabe qué decisión tomar. Le da lástima decirle que no le puede cubrir el turno porque recuerda que en casa no hay nadie para que cuide del pequeño Esteban. Pero no le quiere quedar mal a la colega y decide hacer lo que nunca se imaginó.
―No hay de otra que dejar que Taylor cuide de su hijo, total solo será por unas horas y pronto amanecerá para irnos. Además, no creo que se lo quiera llevar sin mi permiso porque ni siquiera puede mover su pierna. ―Comentó en su mente.
Finalmente, el niño se quedó a cargo de su padre, este muy feliz lo recibió con los brazos abiertos y para que estuviera tranquilo le prometió que en unas horas le dará una sorpresa.
―Pamela, quiero que mantengamos oculto a nuestro hijo, por el momento no quiero que nadie de mi familia se entere de él. ―Propuso. ―Seguro, ellos piensan que lo perdiste durante el embarazo y no indagarán tanto en el tema.
―Estuve a punto de perderlo, Taylor. Mientras tú te revolcabas feliz de la vida con tu amante, yo estaba en un hospital con puros medicamentos para lograr que él se mantuviera en mi vientre, fue terrible saber que yo no contaba con el apoyo de nadie más que mi prima.
―Lo siento mucho Pamela, pero la culpa la tuviste tú porque te marchaste.
―Ya te dije que tu amante me dijo un montón de cosas tuyas y hasta me mostró las evidencias de que se seguían viendo aun cuando tú me habías prometido que no lo hacías. Eres un falso hipócrita y sinvergüenza que embarazaste a otra sabiendo que yo también estaba esperando un hijo tuyo.
―No es cierto, durante yo estuve en terapia y la contraté a ella, yo no sabía que tú habías quedado en cinta, fue hasta que mi amigo me informó sobre los exámenes que te hiciste y me dio la noticia.
Yo no te mentí, Pamela, yo te dije que ya no me veía con ella y era cierto, más, sin embargo, tú caíste en su trampa y preferiste creerle a ella en vez de a tu esposo.
Y sí, hablé con ella en dos ocasiones más después de que me fue a buscar al hotel, pero lo hice porque ella me estaba chantajeando que te lo contaría a ti y eso me asustó porque para ese entonces yo ya no te quería perder.
Me enamoré demasiado de ti, Pamela. Me había hecho muchas ilusiones si sobrevivía a mi operación. Sin embargo, cuando todo acabó me di cuenta de que tú ya no estabas, ese ha sido el golpe más grande que he recibido en mi vida. ―Expresó con sus ojos llenos de lágrimas.