Esposa falsa del Ceo Taylor

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Taylor hizo que su padre confesara el motivo por el cual considera inocente a Sandy, él cree que ellos son amantes y ha estado engañando a la señora Valquiria. 

Sin embargo, su padre sonrió y les dijo que lo hace porque no quiere que se levante y se lastime por andar detrás de una mujer, además desde antes de que Taylor se lo pidiera él ya había dado la orden para que la buscaran.

Días después

―Taylor es necesario que te vayas a tu país, ya llevas un buen tiempo aquí y sabes que entre el trabajo y mi hijo a mí no me queda espacio para cuidar de ti. ―Reclama Pamela.

―No es necesario que tú lo hagas, yo puedo solo o la niñera me ayuda a alcanzar la comida. Bueno, en algunos casos nomás es que necesito de ti. ―Se defendió entre sonrisas.

―Sí, por eso te lo digo, ya no soporto estar llevándote al baño y ayudarte a … A desnudarte cuando ese no es mi trabajo.

―¿Por qué no? Eres mi esposa y te agradeceré siempre de que estés para mí, o será que sientes ganas de que hagamos algo cuando me ves medio desnudo. ―Bromeó con una linda sonrisa.

Desde que salió de la clínica, Taylor se mudó a vivir con Pamela, la hizo confesar que no está casada y que se inventó eso porque se sintió ofendida cuando Sandy entró a su consultorio llamándolo amor. 

Ha sido muy difícil tener que convivir con su esposo nuevamente, aunque no duermen en la misma habitación, pero aun así es ella la que hace la curación de su pierna y le toca estar soportando halagos o piropos que le hace a cada momento con la intención de conquistarla.

―Ya te dije que quiero el divorcio, Taylor. Te doy un plazo de quince días para que contactes al abogado y le pidas que nos divorcie.

Tú y yo no podemos estar juntos, no somos el uno para el otro y por tal razón quiero que nos mantengamos al margen. En su momento le diré a mi hijo que tú eres su padre y si él no te recibe como tal, yo lo entenderé y no lo obligaré a que llame papá a un desconocido.

―Está bien, le pediré a mi abogado que prepare una solicitud de divorcio y nos la haga llegar cuanto antes, para eso estaré aquí hasta que suceda. ―Dice Taylor, pero lo hace solo para salir del paso y ella se quede tranquila y crea que pronto se deshará de él.

Él sabe que ahora su hijo y Pamela corren peligro y nos los puede dejar solos en este país, Sandy se ha marchado y no saben de su paradero, él sospecha que en aquella intoxicación ella tiene mucho que ver porque juró que a partir de ese momento venía el calvario para ellos, pero no creyó en sus palabras carentes de sentido y ahora ha descubierto que ella no estaba bromeando y ya hizo su primera maldad.

―Querida, puedes ayudar a desvestirme, por favor. Es tarde y voy a la cama porque no me siento bien, no podré hacerlo solo.

―Estoy ocupada Taylor.

―Entonces llama a la niñera, quizá ella con mucho gusto acepte verme desnudo.

―¡Idiota! ―Exclamó Pamela, colocando el mando del televisor en la mesita y dirigiéndose hasta la habitación, mientras Taylor la sigue apoyado en un par de muletas que necesita para movilizarse.

Pero el hombre no solo necesita que le ayude con la ropa, la falta de sexo le está afectando y siente que ya no lo soportará más. Ha respetado a Pamela en estos días, sin embargo, ahora está dispuesto a intentarlo con más ímpetu y tal vez ella acceda por esta ocasión.

Aquello entre él y Sandy fue una farsa, desde que se fueron a vivir juntos no volvieron a tener sexo ni siquiera una sola vez, en la habitación eran como perros y gatos que se pelean con solo el hecho de verse. 

Taylor le dejó claro que solo lo hacía para que su hija no naciera en la miseria, además, necesitaba demostrarle a su familia que él no estaba derrotado y que la ausencia de su esposa no le afectaba en nada.

―Cariño, no me pondré mi pijama, hace demasiada calor y esta casa ni aire acondicionado tiene. ―Se quejó. ―Además, creo que estoy enfermo porque siento flojo mi cuerpo, ayúdame a subir a la cama, por favor antes de que me vaya al suelo y te toque levantar este cuerpo pesado y sexi.

―Está bien, pero promete que si mañana sigues mal irás al médico. No quiero que como pretexto para tenerme cerca quieras que yo te esté atendiendo en casa con temperaturas y todo lo que implica una enfermedad de dengue.

―El problema que yo tengo no lo puede curar otro médico, eso solo tú lo puedes hacer, mi amor.

Por favor, regálame un beso de tus suaves labios y eso hará que yo me sienta mejor, es lo único que te pido Pamela.

―¡Chantajista! Eso es lo que eres. ―Le acusó con molestia.

―Por favor, solo uno. Han pasado muchos años y siempre he soñado con que vuelvo a probar tus labios, concédeme ese deseo.

Eso es lo que más desea Pamela, pero no se lo ha hecho saber. Extraña los besos del padre de su hijo, extraña sus caricias y su forma de hacer el amor.

Ella no opuso resistencia, se inclinó hasta la altura de su boca y depositó un suave y cálido beso, pero eso no fue suficiente para Taylor. La tomó por el cuello para no dejarla escapar y la besó más fuerte, dando a entender que lo que él desea es mucho mayor.

―Taylor, no podemos.

―Shh, por favor no digas nada y solo déjate llevar con lo que tu cuerpo te indique, disfrutemos nuestro momento, ambos lo estamos deseando y no lo niegues.

Sin pensarlo, Pamela ya está desnuda encima de él y con mucho cuidado se introduce poco a poco su pene hasta que le llega muy al fondo y no queda ni un trozo por fuera.

Ambos se extrañaban a más no poder, ambos juraban que se odiaban, pero en el fondo de su corazón eran conscientes de que vivir sin el otro es una completa osadía. 

Movimientos de cadera suaves y precisos para no lastimar la pierna del hombre, así se mueve Pamela, cabalga como una diosa y eso está volviendo loco a Taylor quien desea estar completamente sano para follarla en todas las posiciones habidas y por haber.




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