Tal y como Pamela se lo pidió, Taylor no amaneció en casa la mañana siguiente y ella se sintió un poco triste porque ya se estaba adaptando a su presencia. No digamos el pequeño Esteban, este al solo despertar corrió a la habitación de su padre a buscarlo para jugar. El bebé no sabe que Taylor es su papá, él lo llama como su amigo de juegos y eso le duele a Taylor porque anhela que él sepa, que cuenta con su apoyo incondicional.
―Señora Pamela, el señor no ha bajado a desayunar. ―Le informó la chica que le ayuda a cuidar de su hijo y también ya se estaba acostumbrando a que en cada comida él les acompañara en la mesa, aunque Pamela estuviera en su trabajo.
―Él ya se ha marchado. ―Respondió secamente Pamela, pues quizá le molesta que se haya ido tan pronto como ella se lo ordenó.
―Qué mal, el señor es muy buena onda. ―Comentó la chica, haciendo un puchero.
―¿Qué dices? Por qué preguntas tanto por ese hombre, ¿acaso te gusta?
Pamela está indignada y sorprendida de que esa chica se la pase todo el día en casa con Taylor y que ahora lamente el hecho de que se haya marchado, Pamela lo ve como una falta de respeto hacia ella porque ya le ha confesado que ese hombre es el padre de Esteban.
―No, señora, como cree que eso sucederá. Usted ya me ha dicho quién es ese hombre en su vida y jamás le faltaría el respeto a usted. ―Se defendió la niñera, sin embargo, Pamela no ha quedado convencida.
Pamela se fue a la clínica a trabajar, se despidió de su hijo y le prometió que pronto volverá a ver a su amigo. Horas después, la chica de la casa le envió un mensaje de texto para informarle que las pertenencias de Taylor aún están en la habitación.
―No es posible que ese idiota se haya ido solo por un día y pretenda regresar a mi casa como si fuera la suya. ―Se queja en voz baja.
―Deja todo en orden como está y cuando yo llegue veré que hago con sus cosas. ―Dijo, Pamela, planeando en su mente que las echará al cesto de la basura para cuando él vuelva no encuentre nada y se marche de una vez por todas.
Por otro lado, Brandon, el padre de Taylor, ha intentado comunicarse con él desde hace unas horas y como tampoco tiene el número de teléfono de Pamela, entonces decidió llamar a la clínica y preguntar por ella.
―Señor Morotova, dígame en que le puedo ayudar. ―A la chica se le hace extraño y sospechoso que ahora su suegro quiere hablar con ella.
―Disculpa que te localice de este modo, es que me urge comunicarme con mi hijo por asuntos de la empresa y …
―Un momento, señor ― Le interrumpió ― Creo que a usted no le ha quedado claro algo muy importante y es que su hijo y yo no tenemos nada que ver a estas alturas, ni siquiera su número de teléfono tengo guardado. Así es que me disculpa, pero yo no le puedo dar información sobre él porque no sé en dónde está.
―¿Cómo así? ¿Acaso no se está quedando en tu casa? Tengo entendido que es así, de lo contrario donde más estaría durmiendo. ―Se cuestiona el señor.
―Hoy se fue para donde ustedes, señor, ya hace rato que tuvo que haber llegado.
―No está aquí.
―Seguro se ha quedado con alguna amante, usted sabe que su hijo para esas cosas sí es bueno, aunque se mantenga con la pierna herida.
―Taylor nunca ha pasado un día entero sin comunicarse con nosotros, de una u otra forma le hace saber a cualquiera de la familia si ha tenido un imprevisto. Pero este día nadie sabe nada sobre él y por eso te llamé a ti porque pensé que estaba en tu casa como él nos había comentado.
―Tengo que dejarlo, señor Brandon, el paciente que estaba atendiendo me espera porque me he quedado a medias por atender su llamada.
―No te preocupes, solo dame tu número de teléfono para avisarte cualquier cosa sobre mi hijo. Ah, también te informo que estamos pensando ir a visitarte y pasar tiempo con nuestro nieto, ah, no sabes el deseo que tenemos de que nos diga abuelo.
Pamela le dio su número de teléfono, lo ha hecho por educación hacia su suegro. A ella no le interesa la vida de Taylor, si llegó a aquel país o no, eso no es de su incumbencia, eso es lo que ella trata de decirle al corazón, pero este sigue necio y enamorado de Taylor.
Con respecto al bebé, ella no le quiso decir o contradecir al señor Morotova, pero en su mente le negó y reprochó rotundamente esa visita, ya que ella no quiere que su hijo se esté mezclando con esa familia porque tiene temor de que un día decidan quitarle la patria potestad y llevarlo con ellos a su país.
Horas después Pamela recibió un mensaje de texto de un número desconocido, al abrirlo y ver lo que contiene volvió a sentir la misma sensación de hace unos años. Taylor está desnudo en la cama y Sandy se ha tomado una selfie junto a él.
―Ah, el amor de mi vida ha llegado muy temprano esta madrugada a buscarme porque extraña mis besos, hemos hecho el amor como locos y hasta se ha lastimado su pierna, pero ha dicho que eso no importa con tal de estar a mi lado lo soportará.
Sandy cree que Taylor y Pamela ya se han reconciliado y están viviendo como esposos que son en papel; sin embargo, al decir esas palabras de provocación se molestó porque no obtuvo respuesta por parte de Pamela.
―No tienes idea de todo lo malo que me ha contado sobre ti, imagínate que quiere que a tu hijo también lo tengamos aquí para que a mí me diga mamá. ―Continúa alardeando en el mensaje de texto.
Eso si enfureció a Pamela, de inmediato le respondió que se puede quedar con Taylor, pero que a su hijo ni se atreva a tocarlo porque conocerá a la fiera en que se puede llegar a convertir con tal de defender su sangre.
Ese mismo rato Pamela solicitó permiso en la administración y por suerte se lo concedieron, canceló la lista de citas que aún le faltaban por atender y se marchó con prisa a su casa.
―No voy a permitir que me quites a mi hijo, Taylor. Mi hijo no será presa de tus malas decisiones, con esto me has demostrado que eres un completo idiota y que no vale la pena intentar nada contigo cuando me estás dejando claro que es mentira que me amas como me lo has estado jurando desde que nos reencontramos.