Esposa falsa del Ceo Taylor

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Taylor asegura que ya tiene una idea de quién es la mujer que le ha estado ventilando información privada de su pequeña familia, sin embargo, Pamela dice que eso es imposible.

―Dime, ¿de quién sospechas? Quiero saber si coincidimos con nuestros pensamientos. ―Indaga la chica.

―Sin temor a equivocarme, la niñera es la única persona sospechosa que se me viene a la mente. Ella es la que pasa más tiempo en casa y con nuestro hijo, supongo que nadie más entra allí, ¿verdad?

―Yo soy una mujer muy celosa de la intimidad de mi casa y mi hijo, si yo no me encuentro nadie puede entrar y eso lo tiene claro la niñera. Es por eso que debes descartar esa opción, además, la chica estaba muy asustada cuando se llevaron a mi hijo y no creo que siendo sus compinches la hayan molestado.

―Es lo que te digo, ella nos vendió y tú le sigues creyendo el cuento de las amenazas.  ―Insiste Taylor.

―Estás loco Taylor, ahora no hayas a quien culpar después de haber intentado robarte a mi bebé, a lo más preciado que tengo en esta vida.

Eres tan mal hombre que preferiste a tu amante unos años atrás y ahora la vuelves a elegir a ella y te tomas el atrevimiento de llevarte a mi hijo.

Tú lo haces porque no tienes ni la más mínima idea de lo mucho que yo he sufrido, desde que me enteré del embarazo he recorrido un largo camino, pero también he llorado lágrimas de sangre cuando no encontraba trabajo y tampoco tenía nada para comer.

Es fácil para ti habernos encontrado y querer adueñarte de lo que no te pertenece.

―Por favor no pienses de esa forma.        

―Eso es Taylor, Esteban es mi hijo, solo mío porque he sido la que se ha desvelado con él cuando está enfermo, he llorado junto a él cuando no se quiere dormir.

Estudié y en la mayoría de veces tuve que cargarlo en la facultad porque no tenía con quién dejarlo, incluso lo he traído en varias ocasiones cuando me toca turno y no tengo niñera.

No tienes idea de lo difícil que es ser madre soltera y que de repente se aparezca el imbécil que te preñó y quiera quitarte a tu hijo sin que tú estés de acuerdo en entregárselo.

Tú no tienes idea de lo mucho que se sufre cuando uno es de escasos recursos económicos, bendito tú que has nacido en cuna de oro y te sigues manteniendo en ese estado, en cambio, mi hijo nació entre basura, pero aun así he tratado de darle todo lo que se merece.

―No mi amor, por favor no me digas que yo le quiero hacer daño a mi propio hijo, no sabes lo mal que me hacen sentir esas palabras, es como si me estuvieses dando con un puñal muy afilado y en carne viva.

No sabes cuánto lamento que hayas vivido todo ese infierno tu sola, pero recuerda que fuiste la que decidió apartarse de mi lado y marcharse dejándole el camino libre a Sandy.

―No menciones a esa perra, ella al igual que tú eres culpable de que este niño esté sufriendo.

―Por Dios, cariño. Pregúntale al médico que me está atendiendo en qué estado me trajeron.

Soy inocente de lo que me acusas mi vida, yo también he sido víctima de Sandy, sé que fue ella porque cuando me llevaron a ese hotel la vi de pie con una inyección en la mano y con una sonrisa macabra en sus labios, pero luego no supe que más sucedió.

Ni siquiera sé cuántas horas o días han pasado, durante este tiempo es como si yo no hubiese existido porque no recuerdo absolutamente nada.

―Vete… no te quiero cerca de nosotros. ―Exigió la chica.

―¡Ah!, ¡Me duele, ah! ―Grita el hombre colocando la palma de su mano a la altura de su pecho.

―Taylor… Taylor, qué te pasa.                    

Ayuda, un médico en la sala de pediatría. ―Gritó Pamela, al mismo tiempo que comienza a darle los primeros auxilios.

Taylor ha perdido el conocimiento y ha caído al suelo. Desde que entró se veía muy débil, ¿y cómo no? Si pasó todo un día completo sin comer porque se mantuvo dormido. Y ahora se levantó haciéndose el valiente de poder mantenerse en pie y venir a ver a su hijo y a Pamela, eso le ha pasado factura y se ha desmayado.

En el instante que su padre le dijo lo que estaba pasando con su hijo, él se quiso levantar, pero el señor Brandon lo detuvo. Sin embargo, al no más retirarse el señor Morotova por unos medicamentos, Taylor se salió con la suya y aprovechó a levantarse e ir en busca de su pequeña familia.

Ahora Pamela está pendiente de sus dos amores, bueno, en realidad a Taylor solo lo fue a ver a su sala y al verle dormir pronto se regresó para donde su hijo y la señora Valquiria se quedó cuidando de Taylor.

―Al parecer el señor no ha soportado ver a su hijo en mal estado de salud y por tal razón su corazón colapsó. ―Comentó el colega de Pamela.

Ella se quedó en silencio porque considera que las verdades que le dijo sobre los primeros años del bebé y más la culpabilidad lo hicieron decaer.

El doctor pasó nuevamente a revisar a Taylor, la señora Valquiria se ha ido a descansar a casa de Pamela y el resto de trillizos vienen en camino, uno para cuidar de su hermano y el otro para cuidar de su sobrino y hacer que Pamela descanse unas horas.

―Doctor, ¿sabe cómo se encuentra el paciente de la sala cuarenta y cinco? ―Preguntó Pamela a su compañero de trabajo. Ella dudó por mucho tiempo en llamar al médico de turno y preguntar por su condición, finalmente se animó a hacerlo.

―Justo, acabo de pasar por su sala y no tengo buenas noticias sobre él.

―¿Qué pasa?                   

―Lo lamento colega, él ha entrado en estado de coma y tal parece que es grave porque no presenta indicios de mejora en las últimas ocho horas.

―Taylor… ¿Mamá, dónde está mi amigo Taylor? ―Se escuchó la voz del pequeño Esteban que acaba de despertar.

―Oh cariño, que bueno que estás bien mi amor. ―Ella corrió a abrazarlo, nada le importa más que saber si la salud de su hijo es buena ahora, y así se lo ha confirmado la pediatra de turno.




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