A petición de Taylor, el pequeño Esteban se quedó haciéndole compañía mientras la madre entra a cubrir su turno en la misma clínica.
―No te atrevas a huir y llevarte a mi hijo nuevamente. ―Le advirtió la joven antes de marcharse y confiar su hijo al padre de él.
―Vamos cariño, sigues insistiendo en que yo soy el culpable. ―Se queja su todavía esposo.
―Papá, mi mamá ha estado muy triste en casa y ahora la veo sonreír de nuevo. Creo que ella se alegra de verte y por eso sonríe. ―Comenta el pequeño a los pocos segundos de que su madre saliera de la habitación.
―¿Papá? ¡Me habéis dicho papá! ―Reaccionó con gran emoción el joven Taylor.
―Sí, le he dicho a mi madre que me gustaría que seas mi papá.
―¿De verdad? ¿Y ella qué te respondió? ―Preguntó con inquietud al sentirse desesperado como si fuera un adolescente.
―Que no puedo llamarte papá, porque solo somos amigos y tú te puedes molestar y me dirás que no soy tu hijo. Pero es que tú me agradas mucho y me gustaría tener un papá como lo tienen los demás niños.
¿Acaso no quieres ser mi padre? Yo me sentiré muy orgulloso si lo aceptas y prometo que te voy a respetar, así como lo hago con mi madre.
El pequeño Esteban es muy manipulador y ha encontrado la manera de hacer que Taylor se crea su papel de inocente para que acepte llamarle papá.
―Claro que sí, campeón, me encanta que me hayas llamado de esa manera.
A partir de este momento puedes decirme papá y a mis hermanos deberás de llamarlos tíos. Estoy tan feliz de que me hayas elegido como tu padre, prometo que no te arrepentirás, hijo mío.
―Está bien, espero que te recuperes pronto papá y quiero que te vayas a vivir con nosotros otra vez para que me lleves a la escuela, ¿Lo harás?
―Le diremos a tu mamá y si ella me da permiso entonces viviremos juntos. ¿Estás de acuerdo?
―Está bien, ¡Ah! Estoy tan feliz porque mis compañeros que tanto se burlan de mí ahora van a quedar invitados a no volver a meterse más conmigo porque te tendrán miedo a ti.
Pamela está detrás de la puerta escuchándoles, ella no sabía que su hijo era tan infeliz por no tener una figura paterna que lo pueda representar en su escuela frente a sus compañeros. Una lágrima rodó por su mejilla, la limpió con el dorso de la mano y ahora está dispuesta a hacer lo que sea para que su pequeño saltamontes sea lo más feliz que se pueda.
Incluso ahora está dispuesta a convivir con su esposo solo para que su hijo se sienta protegido por ambos padres y demostrarle que el amor de familia es único y que jamás le va a faltar cariño porque todos lo aman.
Dos días después, Taylor salió de la clínica y fue a casa de sus padres, no quiso proponerle a Pamela si se iba para donde ella porque no quiere ser una carga. Ella ya ha comenzado a trabajar de nuevo y no le quedará tiempo de cuidar de él. Además, no la quiere presionar para que ella pretenda verlo como un molestón y finalmente decida alejarse.
―Papá, ¿qué has sabido sobre Sandy? ―Preguntó Taylor al señor Brandon Morotova en el primer momento en que llegó a casa.
―Nada hijo, le hemos perdido el rastro por completo. ―Respondió con rostro cabizbajo y avergonzado.
Te comento que el hotel donde estuviste secuestrado con mi nieto, solicitamos que lo cerraran y no me lo vas a creer, pero allí había un informante que de inmediato puso al tanto de la situación a esa malvada mujer y esta aprovechó a escaparse. ―Agregó.
―¿Un infiltrado?
¿Cómo lo descubrieron?
―Uno de nuestros hombres que se quedó vigilando para cuando ella llegara a verlos a ustedes, escuchó cuando el infiltrado estaba hablando a escondidas por teléfono, entonces procedió a interrogarlo y él lo confesó.
―¿Qué hicieron con él?
―¿Tú qué crees que se les hace a los malditos que se meten en nuestro camino?
―Está bien papá, te he entendido.
Gente como esa es mejor eliminarlos de este mundo para que no sigan molestando a los inocentes. Aunque, hubiese sido mejor dejarlo con vida y mantenerlo vigilado para que fuera un testigo protegido y declarase en contra de Sandy cuando la policía la tenga en su poder.
―No seas idiota hijo. No meteremos a la policía en nuestros asuntos, durante todo el tiempo he resuelto los problemas sin que ellos se involucren.
―Espera papá, dame unos minutos por favor, Pamela está llamando.
―Está bien hijo, dale mis saludos a ella y a mi nieto. ―Solicitó el señor Brandon Morotova.
―Hola cariño, dime que pasa, ¿están ustedes bien?
―Ya deja de llamarme cariño, idiota, ya no soy nada de ti y cuando lo fuimos nunca me demostraste amor.
Si te he llamado es porque mi hijo quiere hablar contigo, está muy rebelde porque quiere verte. No quiere hacer su tarea, dile que por favor la haga y que otro día vendrás a visitarlo.
―¿Cómo que otro día? Mi hijo me necesita y ahora mismo salgo para allá, dile que me espere y no llore porque papá está en camino.
―Taylor, aprovechando que vendrás, creo que es buena idea decirle que eres su padre, considero que se ha llegado la hora de que él sepa la verdad.
―Excelente cariño. Estoy tan feliz de que al fin hayas decidido hacerlo.
―Tengo miedo de su reacción.
―No temas, estamos juntos en esto y te prometo que nuestro hijo estará encantado de saberlo. Ah, y espero que tú también me des la oportunidad de seguir llamándote, esposa mía.
―Lo nuestro es falso, te recuerdo que nuestro matrimonio no tiene validez. ¡Soy tu esposa falsa!
―A la mierda con eso, yo te amo mi amor, y no nos vamos a deshacer de esta unión, porque sé que también tú me amas y en cualquier momento me vas a perdonar y seremos felices con nuestro hijo.
―Ven pronto, ahora estoy ansiosa por ver cómo reaccionará el pequeño cuando te vea llegar. Te confieso que me da celos por el cariño que él te tiene a pesar de que hasta hace unos meses te conoce.