Esposa falsa del Ceo Taylor

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El auto sigue avanzando con normalidad, sin embargo, pamela no está tranquila en el interior de este y ha estado a punto de intervenir en la llamada, sino fuera por Taylor que la ha detenido, quizá ya estuviese metida en un gran lío por el hecho de no saber tener paciencia.

―¿Qué significa eso, Taylor? ―Interrogó la chica cuando la llamada se terminó.

―Lo siento cariño, no encontré otra manera de hacerte ver la realidad. ―Explicó, encogiéndose de hombros.

―Pero… esa es la voz de la niñera.

―Sí, es la niñera que habló con Sandy. Antes de salir de viaje yo le dije a la chica que iríamos a ese lugar, que ella le mencionó a Sandy, yo ya suponía que entre ellas había comunicación y lo hemos comprobado ¿Ahora eres consciente del peligro que todos corremos si esa chica sigue cuidando de nuestro hijo?

―Hablas de peligro cuando ya les has indicado a esa psicópata cuál es nuestro destino. Además, ¿cómo has hecho para escuchar su llamada?

―Tuve que interceptar la línea telefónica de la niñera, solo demostrándote su verdadera identidad, tú te pondrías alerta.

―La despediré al regresar de nuestro viaje. En fin, te agradezco lo que has hecho, ahora sé que no puedo confiar ni siquiera en las mujeres. Solo de imaginar que he tenido al enemigo cerca de mi hijo se me ponen los pelos de punta, esa tipa es una maldita usurpadora.

―Ahora bien, querida; cuéntame, estabas celosa verdad, te molestó el hecho de que yo mencionara que una mujer me llamaría.

―¿Celosa? Ja, eso ni en sueños pasará, querido.

―Ya veremos si te atreves a despreciar a tu sexi esposo. ―Bromeó de manera coqueta, haciendo estremecer a la chica que no pudo más e inconscientemente se relamió los labios.

Finalmente, el viaje acabó, llegaron a su destino en horas de la madrugada. Es una bonita casa de campo que se encuentra bastante alejado de la ciudad, es el lugar perfecto para pasar un fin de semana rodeado de la naturaleza y enamorado cada uno de su mundo en silencio.

―Espero que aquí nadie nos moleste. ―Comentó Pamela.

―¡Ah, qué rico! Mi esposa quiere que estemos a solas, eso me encanta preciosa. Tú y nuestro hijo son mi compañía perfecta, daría lo que fuera para que estemos juntos por siempre.

―Calla idiota, no es eso lo que he dicho. ―Se defendió la joven esposa con sus mejillas coloradas tras ser descubierta.

―¡Taylor, has llegado! ―Grita una muchacha que sale de la casa y corre hacia ellos, se cuelga del cuello de Taylor, le da un beso en la mejilla y con sus ojos llenos de emoción lo observa detalladamente.

Pamela solo analiza la escena que se desarrolla en sus narices y presiona sus manos deseando tener entre ellas a la chica atrevida que no deja de decirle a Taylor lo mucho que lo ha extrañado.

―¿Y ellos quiénes son? ―Preguntó la joven atrevida cuando al fin se dio cuenta de que Taylor no ha llegado solo.

―Eh…

―Soy su esposa y él es nuestro hijo. ―Se adelantó Pamela a responder.

―¿Esposa? Pensé que vendrías solo, me he enterado de que te separaste de Sandy y pensé que venías a desahogarte. ―Tartamudeó, la chica atrevida, ahora separándose un poco de su lado al ver la mirada de fuego que le hace Pamela.

―Lamento no haber avisado que venía acompañado. ―Se disculpó Taylor, lleno de incomodidad por el recibimiento que la chica atrevida le ha dado, pero a la vez sonriente y feliz al saber que Pamela está celosa y trata de cuidar su territorio.

―Mi amor, ya que no les avisaste que vendría la familia completa, comprende que no deben estar listos para recibirnos a todos. ¿Por qué mejor no nos vamos y volvemos a visitarles en otro momento?

Pamela lo dijo con voz de súplica y a la vez se acercó a Taylor y le dio un beso cerca de sus labios con la intención de mostrarle a la chica atrevida cuál es su lugar.

―Mi bella esposa, nos quedaremos aquí, no te preocupemos. Ya los empleados prepararán todo, ¿No es así, linda? ―Ahora se dirige a la chica atrevida.

―Claro que sí, señor. ―Contestó con arrogancia.

―Pero que haces aquí todavía, ve a decirles lo que te he ordenado, por favor.

―Este lugar está horrible y al parecer hay bichos también, no quiero estar aquí. ―Dijo, Pamela, en el instante que la chica desapareció.

―Mi amor, que haré con tus celos de mujer enamorada. ―Se burló el esposo.

―Yo no estoy celosa, pero te advierto que si no decides que nos marchemos, al amanecer me iré con mi hijo. Total, tú quedarás muy bien acompañado por los bichos que aquí habitan.

―Esa chica a la que tú le llamas bicho y te ha puesto tan celosa, es la nieta de la señora que cuidó de mi hermanita cuando nació, o sea que fue niñera de la familia por un tiempo.

―Le has llamado linda, ¿no es eso una señal de que tú y ella son muy cercanos?

―Ella es Linda, es decir, ese es su nombre.

―¿Ah, de verdad? ¿Y solo por eso tiene el derecho de pegarse como chicle al verte? ―Protestó con evidente molestia.

―Ven aquí cariño, te abrazo y no nos iremos.

―Ni se te ocurra poner un dedo encima de mí porque te arrepentirás.

―No estés molesta, estando a tu lado jamás voltearé a ver a otra mujer que no seas tú, incluso si estamos separados. No seré el mismo idiota que cometió ese error en el pasado y ahora lo está pagando con creces.

―Ya he ordenado que preparen una habitación para su hijo, disculpen la demora. ―Se escuchó la voz de la chica atrevida que se acerca nuevamente a ellos.

―Vamos mi amor, muero de frío aquí afuera y necesito que me abraces y me des tu calor bajo las sábanas. ―Dijo, Pamela, tratando de darle celos a la chiquilla que a leguas se nota que su sonrisa es falsa.

Pamela se colgó del brazo de su esposo y juntos caminaron hacia el interior de la casa, al pasar por el lado de la chica atrevida se voltearon a ver con mirada retadora, es como si a partir de este momento se iniciara una disputa por el amor de ese hombre sexi y atlético.




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