Esposa falsa del Ceo Taylor

25

Esa noche Pamela no quería dormir al lado de su esposo, no se siente capaz de estar junto a él y no desear sus besos y caricias. Quiso ir a la habitación del pequeño Esteban, pero justo en el momento en el que ella abrió la puerta se dio cuenta de que la chica atrevida estaba merodeando por el pasillo que da a sus habitaciones.

Sus celos fueron tan grandes y posesivos que la dominaron por completo, dio un paso atrás, cerró la puerta con cuidado y regresó a la cama con su esposo que está leyendo un libro.

Ella no va a permitir que una oportunista le quite al hombre que adora, no señor, ella no le volverá a dejar el camino libre a otra como lo hizo en el pasado con Sandy.

―¿Qué ha pasado querida?, estaba a punto de llamar a Linda para que me preparara una taza de té y me la trajera. ¿No te importa, verdad?

―¡Qué! Tú te atreves a hacer eso y juro que los mato a ambos.

Iré yo misma a traer lo que necesitas, no es necesario que le hables a ese bicho de alcantarilla que se anda merodeando por los espacios privados. ―Rezongó sin pensarlo dos veces.

―No mi amor, no vayas, ya se me han quitado las ganas de té. Ahora que has vuelto se me antoja otra cosa más deliciosa.

―¿Antojos dices? ¿Será que tienes embarazada a alguna zorra?

Recuerdo que durante mi embarazo tuve muchos antojos, dicen que cuando no le dan a la mujer se reflejan en el padre de la criatura. ―Comentó en tono reflexivo y preocupado.

―No tengo de ese tipo de antojos que tú piensas, te deseo a ti, tengo ganas de devorar tu cuerpo y hacerte temblar de placer.

El hombre se acercó a ella y la abrazó por la espalda, regó besos apasionados en el cuello de su esposa, sin embargo, ella no está dispuesta a perdonarle así de fácil, es cierto que lo desea, pero no quiere demostrar su debilidad por su amor frente a él.

―Taylor compórtate, por favor. ―Le recrimina en reiteradas ocasiones.

―¿Qué tiene de malo desearte? Sois mi esposa y no te estoy faltando el respeto si eso es lo que piensas. ―Le susurró en el oído con una voz tan seductora que hace mojar las bragas a cualquier chica y Pamela no es la excepción.

―He dicho que no, Taylor. Por favor entiende y evita tocarme y así estaremos en paz.

La esposa reaccionó de forma brusca, se apartó del esposo y se recostó en un costado de la cama.

Taylor la observa con dolor en su corazón, sin pensarlo, a aquel hombre robusto y sexi le están llorando sus ojos provocando que su vista se nuble en gran parte. Él ha vuelto a encontrar a la mujer que ama, pero ella ya no le quiere a su lado y eso causa tristeza y desolación.

―Está bien Pamela, te dejo en paz a partir de este momento. Desde nuestro reencuentro he hecho tanto por recuperarte, pero veo que ya no tiene caso seguir suplicando por algo que nunca sucederá.

No me he rendido del todo, pero me retiro de la obra para que tú te sientas feliz y tranquila, sacrificaré mi felicidad por la tuya.

Buenas noches, amada mía.

Fueron las palabras de Taylor para su esposa. En seguida se recostó en el otro extremo de la cama para tratar de dormir y olvidar lo que acaba de suceder, su amada lo ha despreciado fuertemente y ahora su corazón sangra con fuerza por las heridas causadas por el amor de su vida.

Mientras que la chica no se mueve en la cama, quizá ya se haya dormido con tranquilidad ni remordimiento, sin embargo, el esposo aún no logra conciliar el sueño. Se levantó de la cama y salió de la habitación, necesita respirar aire fresco, aire en el cual no esté impregnado con el aroma de la mujer que ama con locura.

Al sentir que el esposo se levantó y se marchó de la habitación, la esposa comenzó a llorar y a preguntarse si está siendo muy cruel con él, ahora él ha pedido perdón en múltiples ocasiones y ella aún sigue sin dar su perdón.

―¿Qué hago, voy y lo busco? Seguro que lo encontraré hablando con la oportunista de Linda, esa mujer parece que anda como buitre detrás de él. ―Se dice en su mente mientras está sentada en la cama.

Pamela no aguantó la curiosidad y más que toda la culpa, se levantó por completo y fue en busca de su amado. A lo lejos lo visualizó que está sentado en una banca que está en medio de aquel bonito jardín, se encuentra solo, la oportunista no lo está acompañando y eso le ha dado un gran alivio a ella.

Se acercó hasta él en silencio, no sabe qué palabras decir en primer lugar, sabe que él está triste o tal vez molesto, lo notó cuando él le dijo aquellas palabras en las cuales dio por zanjado el tema de su conquista.

―¡Hola! ―Saludó al llegar a su lado.

―¿Qué haces aquí?, ve a la habitación, aquí está muy helado y te vas a resfriar. ―Dijo, el esposo, siempre preocupándose por la salud de su amada, aunque sigue con sus ojos perdidos en la nada, ni siquiera la volteó a ver cuando ella se sentó a su lado.

―No estaré tranquila mientras tú estés aquí.

―No vendrá Linda, si es lo que te preocupa. Ellos ya se han marchado y nosotros nos iremos en unas horas también.

Por favor vuelve a la cama y descansa, sabes que el viaje es muy cansado y lo será de vuelta.

―No me iré a la cama sin ti y tampoco acepto que nos vayamos tan pronto de este lugar.

―No tiene caso que estemos hablando ahora, no te molestes, tú ve a la habitación y yo estaré bien.

No me perdonaré si por mi culpa te enfermas y mi hijo se preocupe por su madre.

―¿Por qué no me ves a los ojos?, estoy aquí Taylor, deja de ignorar mi presencia.

―Estoy siendo pasivo, en otro caso ya te hubiese hecho volver por la fuerza a la habitación, por favor no me provoques.

―Taylor…

―Calla, no quiero seguir escuchando tus palabras. Ya escuchaste lo que dije anteriormente, ya no deseo tener una plática formal contigo, he dejado a un lado mis sentimientos por ti y me enfocaré en pasar tiempo con mi hijo y darle todo lo que él necesite.




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