Diez años más tarde...
La familia Morotova - González ha crecido un poco más en el transcurso de los años. Ahora ya no solo es Esteban el único hijo del matrimonio.
Se han sumado dos niñas más, ellas son las princesas más consentidas del planeta y las personas a las que su hermano mayor cela con locura, aunque solo tengan ocho y seis años de edad.
El sueño de Esteban es convertirse en oficial de las Fuerzas Armadas en el futuro. Él dice que no le agrada el asunto de los negocios y que no está dispuesto a ser el CEO de las empresas que su padre posee.
Los padres de Taylor ya no están con ellos, hace dos años perdieron la vida en un accidente de tránsito en el sur de la ciudad. Ese fue un duro golpe para todos, sus nietos lloraron mucho su muerte y hasta el sol de hoy los siguen recordando y extrañando.
Pamela sigue siendo la directora de su propio hospital y la Pediatra más solicitada de todo el país, aunque su esposo Taylor le pide que se retire y descanse, sin embargo, ella se empeña en continuar hasta que de verdad ya no pueda.
― Tu eres el que debe de retirarse de esa empresa, eres muy atractivo y tengo miedo de que conozcas a una chica más joven que mi y decidas abandonarme para irte con ella.
Pamela le expresa su preocupación, aunque en el fondo de su corazón sabe que él nunca le hará un desplante de tal magnitud.
Ya llevan muchos años de casados y él jamás volvió a ver con ojos de amor a otra mujer que no sea ella.
― Cariño, como crees que a estas alturas de la vida me dedicaría a buscar mujeres, estoy demasiado satisfecho contigo, aunque en ocasiones te niegues a darme de probar tu delicioso néctar.
― Ya no somos los mismos jóvenes de aquel tiempo, ahora tenemos tres hijos y aun así tú quieres que a diario y en cualquier parte de la casa tengamos relaciones sexuales; ja, ese es el colmo contigo.
Le reprocha la esposa.
― Eso no importa, mi amor. Podremos estar ancianos, pero si tenemos la fuerza y energía para amarnos de esa forma lo haremos, bueno, con tal de que nuestros hijos no nos encuentren en el acto, todo está permitido y en el lugar que lo deseemos.
―Tienes razón, me has convencido señor Taylor Morotova y es por eso que le pido que me acompañe a la habitación y arreglemos de una vez por todas este malentendido.
A pesar del tiempo, esta pareja sigue siendo caliente y apasionada, ninguno de los dos puede estar un día sin que los toques románticos estén presente.
Años más tarde...
Esteban ya cumplió su mayoría de edad y está cumpliendo su sueño, por fortuna sus padres no se interpusieron en su decisión de no ser un empresario y le respetaron la idea de servir a la patria de una manera arriesgada pero espectacular.
Él se ha convertido en un hombre atractivo que no aparenta su edad, cualquiera que lo vea puede decir que tiene más años de edad; sin embargo, la realidad es otra. Tiene un cuerpo musculoso y bien desarrollado, fornido y con una altura que le sienta muy bien, además de ser muy respetado en la milicia.
― Hijo, tú heredaste todos los genes de tu padre, no sé qué error cometí yo para que no heredaras ni una hebra del color de mi cabello.
Le reclama a modo de burla su madre Pamela.
― Deja de criticar a mi hijo, él tiene cada cualidad en su lugar y es gracias a mí. ―Habla Taylor, hinchando su pecho y aprovechándose de la situación.
Estando en la escuela de oficiales, Esteban estudio la carrera de administración de empresas al mismo tiempo, esto a escondidas de su familia.
Él sabe que deberá estar preparado para el futuro y esa será su sorpresa.
Este año lo han enviado a Canadá para cumplir una misión, en el término de seis meses deberá de infiltrarse entre los integrantes de una banda de narcotraficantes y cuando todo esté preparado capturarlos uno a uno hasta acabar con todos.
Desde que llegó a ese país visita una cafetería que queda cerca del apartamento en donde se hospeda él y una parte de su equipo de combate.
Lo curioso es que en esa cafetería trabaja una chica y a él le ha llamado mucho la atención, sin embargo, ella ni siquiera muestra interés en él.
― Esta chica es un misterio, parece feliz, pero no lo es. ―Comenta para sí mismo mientras su café se consume trago por trago.
Justo en ese momento, algo muy inusual interrumpe en sus pensamientos y lo hace volver a la realidad. Un hombre entra a la cafetería y toma por el brazo a la chica. Ella se resiste a acompañarlo y en su mirada se nota el miedo que le tiene a esa persona, ellos forcejean y Esteban no puede quedarse solo observando cuando está en la capacidad de intervenir para salvar a una víctima del maltrato causado por un poco hombre.
― ¿Qué está pasando? ―pregunta al acercarse lo suficiente para que nadie más le escuchase.
― ¿Tú quién eres? No te metas en mis asuntos y regresa a tu mesa. ―dijo con arrogancia el hombre.
― Él es mi nuevo novio, no le hables así porque él tiene todo el derecho de intervenir. ―Mintió la chica, tomando el valor de soltarse del agarre de su expareja y refugiándose en el hombre al que acaba de decir que es su novio.
En su mente suplica que el atractivo hombre que la cubre con su ancha espalda no la delate y diga que ni siquiera la conoce.
Para su sorpresa, Esteban la tomó de la mano y la colocó a su lado para cruzar su brazo por la diminuta cintura de ella, provocando que se relaje y se sienta defendida por primera vez en su vida.
― Dania, te ordeno que vuelvas a casa ahora mismo. No me importa si este imbécil es tu novio, tu marido soy yo y eso que te quede claro. ―Brama su expareja.
― Ella ahora es mi chica y no irá a ningún lado y mucho menos contigo, lárgate de aquí en este mismo momento, no esperes a que llame a la policía y les cuente sobre el escándalo público que estás haciendo.
Le amenazó Esteban, haciendo un enorme esfuerzo por contenerse y no saltar encima de ese hombre y molerlo a golpes.