Luego de haber tenido la discusión con el hombre que pretendía llevarse por la fuerza a la joven, Esteban la llevó al lavabo para que se refrescase un poco el rostro y limpiara las lágrimas que estaban brotando de sus lindos ojos.
― Gracias por ayudarme, temía que me hicieras a un lado y él tomara ventaja contra mí. ―agradeció, sintiéndose avergonzada pero contenta.
― ¿Quién es ese tipo y por qué te trata de esa forma?
― Él fue mi pareja por un tiempo, hace unos días decidí separarme de él porque…
Ella susurra y guarda silencio.
― Dime, ¿por qué lo habéis dejado?
― Ya no soportaba sus maltratos hacia mí, pero él no lo acepta y pretende que vuelva a casa y hacer como si nunca ha pasado nada.
Confesó Dania, jugando nerviosamente con los dedos de su mano.
― Menudo imbécil con el que te metiste, niña tonta.
― No me juzgues tan fácil, yo no estuve con él por mi cuenta. Mi madrastra me vendió y desde entonces he vivido a su lado.
― Lo siento mucho, ahora veo que tienes una vida muy complicada.
― Yo, siento mucho haberlo involucrado en esta situación, créame que es mejor que se aleje ahora mismo porque no le quiero causar problemas.
― No te preocupes por eso, sé cuidarme solo. Ahora dime tú en donde te estás quedando ahora que te has ido de su casa.
― Es que yo… bueno, creo que no es buena idea que usted sepa ese dato.
― Quiero ayudarte, te llevaré a tu casa esta noche, es probable que ese tipo regrese por ti y cumpla su propósito.
― Ya le dije que no se involucre de más, ya me ha ayudado lo suficiente y es mejor que se mantenga al margen.
Usted no sabe qué tipo de persona es ese hombre, usted ni tiene idea a lo que se dedica.
Con eso le estoy diciendo que estoy condenada a vivir toda mi vida, escondiéndome de él o quizá en cualquier momento me tome por sorpresa y me haga regresar y convertirme de nuevo en su pareja.
― ¡Eso jamás pasará! ―Exclamó Esteban, dando un golpe en la pared.
― ¡Qué!
― Perdón, me he alterado un poco. Dime a donde te llevo y no acepto un no por respuesta.
Al salir del trabajo yo no voy a ningún lado, en realidad finjo salir por la puerta e irme, pero no es así, cuando todos están en el ajetreo del cierre yo vuelvo a entrar a hurtadillas y me escondo en la pequeña bodega. Allí paso la noche sin que nadie se dé cuenta, quizá eso me ha ayudado a que mi ex pareja no me haya encontrado tan pronto hasta esta tarde.
― ¿Sabes que es lo que harás al salir de este baño?
― Seguir trabajando y fingir que esto no ha sido real.
― No, saldrás e irás a hablar con tu jefe inmediato y le dirás que renuncias a este trabajo.
― Usted está loco, no tiene idea de lo mucho que me ha costado encontrar este empleo a tiempo completo, no estoy de acuerdo con renunciar solo porque un desconocido me lo pida.
Además, de qué cree que voy a vivir mientras encuentro otro sitio.
― Te irás a mi casa.
― ¡Qué! ¿A casa de un desconocido?
― Ya nos hemos conocido desde hace varios días, es solo que tú me ignorabas cada vez y ahora que me necesitabas decidiste hablarme.
― Uf, lo siento tanto señor, perdóneme por favor.
Dania es una chica huérfana, ella perdió a su madre cuando era tan solo una niña, a los pocos meses su padre se volvió a casar y fue su madrastra quien la terminó de criar.
Ella tuvo una hija con su padre y siempre despreció a la pequeña Dania, hasta que un día su padre también falleció y siendo una joven muy hermosa y ya mayor de edad la ofreció al primo del líder de una pequeña mafia y desde entonces se convirtió en su mujer hasta que ella logró deshacerse de él y esconderse.
Dania ha sufrido mucho en su corta vida, ni siquiera logró culminar con sus estudios universitarios por la maldad de su madrastra, que pronto la obligó a convertirse en mujer con responsabilidades de un hogar.
― Entonces, a qué estás esperando. Ve a comunicar tu renuncia, es mejor irnos pronto de este lugar.
― ¿Su esposa estará de acuerdo con que llegue una desconocida a su casa?
― En el camino le llamaré. ―Mintió Esteban para que ella se quede tranquila.
Dania obedeció y fue a hablar con su jefe, le expuso su situación acerca del peligro que corre si continúa siendo su trabajadora.
Finalmente, le dieron un poco de dinero como recompensa del tiempo trabajado y muy feliz acompañó al desconocido hasta el auto.
― ¿Cómo te llamas? Es decir, debo saber tu nombre para poder comunicarme contigo, por favor no lo tomes a mal. ―consultó Dania.
― Oh, perdón, no nos hemos presentado antes, aunque tu nombre lo escuché en boca de tu expareja cuando te gritó que te fueras con él.
Mi nombre es Esteban, quiero que sepas que puedes confiar en mí sin importar cuál sea tu situación debes decírmelo, si algo te incomoda házmelo saber y te prometo que trataré de solucionarlo de inmediato.
El oficial Volkover ya se comunicó con su comando para que le encuentren de inmediato una casa amueblada, allí llevará a Dania para que no se entere de que él no es cualquier persona como se lo ha mencionado.
Sabe que nunca será castigado por su subalterno por esta buena labor que está haciendo de proteger a una indefensa joven que se aferra a la vida a como dé lugar. Junto a él estará segura y es por eso que ha decidido hacerla que renuncie, de allí no saldrá por un buen tiempo hasta que….
― ¿Qué pasará contigo cuando yo haya terminado mi trabajo en este lugar y me marche a mi país? Ah, maldición porque no había pensado en ello. ―Pelea en sus pensamientos.
― ¿Te encuentras bien?
Pregunta la chica al ver que el hombre que la ha rescatado ha cambiado su semblante y hasta un golpe ha dado en el timón.
― Estoy bien, no te preocupes.
Esteban está a la espera de la llamada de su equipo para que le confirme si han encontrado la casa que les ha pedido, por mientras eso sucede, maneja sin rumbo por las calles de Canadá para que ella piense que el lugar a donde van queda bastante lejos de donde se encontraban.