Esposa falsa del Ceo Taylor

Extra 4

El corazón de Dania late acelerado, y, es posible que hasta el causante de ello lo sienta sobre el pecho.

―Y ahora, ¿qué opinas sobre mí? ―preguntó Esteban, sin alejarse de ella.

―Este... yo... ah, la comida se ha quemado por tu culpa. ―dice la chica y corre.

―¡Dania!

―Auch, se quemó por completo, por favor vete y deja que vuelva a cocinar, de lo contrario no habrá desayuno para nadie.

Ella habla sin saber lo que dice, pues, la estufa ni siquiera está encendida y ella aduce que la comida se le ha echado a perder. Está nerviosa y su voz la delata, sus manos tiemblan, todo su cuerpo tiembla y sus labios aún siguen adormecidos por el largo beso que han recibido.

―Dejaré que te recompongas unos minutos, te espero en la sala para que me digas de qué se trata ese asunto tan importante.

Por favor no tardes en llegar, en una hora saldré con mi comando y no quiero dejar pendientes por resolver.

―No vayas, te lo suplico, no vayas si no quieres salir lastimado.

―De qué hablas.

―Perdón, alcancé a escuchar lo que están planeando hacer, yo los conozco a ellos y son muy peligrosos, te matarán Esteban.

―Niña tonta, ¿cómo es que conoces a esos hombres?

―Mi expareja, él es primo del cabecilla de esa banda, en algunas ocasiones fui a sus reuniones o fiestas y te juro que son muy peligrosos porque están armados hasta los dientes.

―Dania, si eso es cierto, júrame por tu vida que no le informarás a tu expareja de que vamos en camino hacia ellos.

―¿Me crees capaz de hacerte un desplante?, jamás te traicionaré después de que me has ayudado tanto para mantenerme a salvo.

―¿Y si ellos te han enviado como espía para que te toparas en mi camino y sacar información?

―Te juro por mi vida que no es así. Si te es mejor y te sientes más cómodo, puedes colocar una cinta adhesiva sobre mi boca para que a partir de este momento no pueda hablar con nadie.

―Estás loca, no haré tal cosa.

Si es así como tú dices, crees que puedes colaborar con nosotros y darnos algunas pistas de en qué lugar se pueden estar refugiando.

―Claro que sí, eh... por cierto, hoy es diez de noviembre y este día ellos van al cementerio a visitar la tumba de su padre y...

Dania les dio información detallada y muy importante para que la emboscada la puedan realizar con éxito.

―¿Puedo ir con ustedes?

― Ni hablar, niña tonta, tú no estás entrenada para estar en medio de una lluvia de balas.

―Por favor cuídate mucho, espero que regreses sano y salvo.

―Te prometo que capturaré a tu expareja y lo encerraremos, entonces tú podrás salir de esta casa y ser feliz sin el temor de que alguien te esté acechando para hacerte daño.

―Eso significa que si hoy lo logran, habrán acabado con la misión y te marcharás. ―lamentó con tristeza.

― Así es, pequeña.

Esteban observó la tristeza en el rostro de la chica, pero él no puede hacer nada más por ella. Le dio un beso en la frente y se marchó junto a sus hombres, dejando siempre a dos personas encargadas de la seguridad de la chica.

«Él se irá, no importa que yo me haya enamorado de él, no le puedo hacer saber porque igual no se detendrá por mí.» Lamenta Dania.

Ella se ha enamorado de Esteban por su carisma y amabilidad con que le ha tratado desde que la rescató de las garras de su expareja, ella presiente que aquel beso que sucedió hace unas horas estuvo cargado de mucho amor. Pero también es consciente de que Esteban es un elemento activo en las Fuerzas Armadas y quizá no tenga las intenciones de enamorarse por ahora y menos de una niña tonta como lo es ella, que lo único que sabe hacer es huir de la maldad de los hombres.

Dania está impaciente, las horas pasan y Esteban no regresa a casa, ella les consulta a los guardias de seguridad, sin embargo, estos le dicen que aún no hay noticias para ninguno de ellos.

―Llámale a tu jefe, ¿Qué tal si le ha pasado algo y por eso no han regresado? ―insiste.

―Señorita, usted no entiende nada sobre nuestro trabajo. Nadie puede interrumpir al oficial a menos que sea una alerta de emergencia relacionada con el caso. ―Le repiten los hombres.

La chica no se quiere retirar del lugar donde se encuentran los dos hombres, finalmente ellos la convencieron de que se fuera para su habitación y que al tener la mínima noticia se lo harían saber.

―Le advertí que ese grupo es muy peligroso y aun así decidió ir a por ellos. ―Lamenta mientras sus pies no dejan de moverse caminando de un lado a otro.

Prometiste que regresarías con bien, espero que cumplas tu promesa. Eres la única persona a la que le he cogido cariño después de la muerte de mis padres, no sé qué será de mí si te pasara algo. ―Ruega y llora como rio desbordado que está a punto de causar estragos con sus aguas.

―¡Señorita!, ¡Señorita Dania!

¡Venga aquí ahora mismo!

― ¿Qué son esos gritos?

 Oh, no, debe ser algo malo, no puedo dar un paso, mis piernas no tienen equilibrio. ¿Qué me pasa? Estoy temblando.

―Señorita, tenemos noticias del oficial Morotova, venga con nosotros. ―Dijo el hombre y al ver que ella no actúa la tomó del brazo y la ayudó a llegar hasta el auto para posteriormente marcharse los tres.

―Le ha pasado algo a Esteban, ¿verdad? Díganme lo que sea, seré fuerte.

―La llevaremos a la clínica, allí se encuentra él.

―¿Está herido?

―Es lo que nos han reportado, no pregunte nada más porque no sabemos más detalles sobre su estado.

Minutos después llegaron a la clínica y los hombres se identificaron con su placa de militar al servicio del hombre que se encuentra ingresado allí.

―Quédese aquí, señorita, nosotros iremos a hablar con el resto del equipo. ―le ordenaron que se sentara en una de las sillas en la sala de espera.

― Ya estamos aquí. ¿Cómo está el oficial Morotova?




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