Esposa Inventada

CAPÍTULO 5: ESCAPAR

CAPÍTULO 5

ESCAPAR

Quedaron sentadas una frente a la otra. El aire se sentía cargado por la tensión y afuera comenzó a caer una leve llovizna que repiqueteaba en la ventana.

Indira se transformó en cuestión de segundos. Echó a un lado su temperamento despreocupado y se le borró la sonrisa. Como si se hubiera chocado de frente con la realidad y ya no pudiera ignorarla. Por primera vez sentía la gravedad de la situación y comprendió lo que su hermana había entendido desde un principio. El asunto era grave. Su destino la alcanzaba. Estaba a merced de la inconciencia de su padre y el deseo de un hombre extraño y eso no lo iba a permitir. Había llegado el momento de actuar.

Zarah esperaba ansiosa. Se mordisqueaba el labio inferior como solía hacerlo cuando le atacaban los nervios. Una puerta a lo desconocido se estaba abriendo ante ella y temía de la oscuridad que encontraría.

—Te lo voy a decir a rajatabla y sin mucho rodeo…esta noche me iré con Leo —le anunció.

Zarah sintió que se le paralizaba el corazón.

— ¿Qué estás diciendo? ¿Quién es Leo? —preguntó confundida, con ojos de sorpresa y haciendo un esfuerzo para no perder la compostura.

—Es un compañero de trabajo, o más bien, uno de los jefes grandes de la fábrica. Pero más que eso, es el hombre que amo —confesó y tras la confesión se quedó atenta a la reacción de su hermana.

En aquel instante, todo pareció cambiar para Zarah.

¡Su hermana estaba enamorada! ¡Ahora lo entendía todo!

Acababa de suceder algo transcendental en sus vidas, allí sentadas en el sofá. Observó a su hermana transformarse ante ella y convertirse en una mujer distinta. Más resuelta, más decidida. Así sin más, sin previo aviso.

Nunca antes se había mostrado tan auténtica y libre. Nunca le habló tan segura, tan contundente. Con esa seguridad que da sentirse respaldada por un sentimiento que quita el miedo y ofrece confianza.

A Zarah le conmovió la manera que las palabras le salían llenas de amor cuando dijo que lo amaba. No obstante, también le aterraba la decisión que había tomado.

—Pero…pero… ¿Cómo es eso de que te irás con él? ¿Cuándo?

Indira le contó que tenía las cosas planeadas de antemano pero no con la premura con la que ahora se veía obligada. Que ya habían hablado de irse a vivir juntos pero más adelante, cuando él resolviera algunos asuntos.

—Pero cuando surgió el asunto de la deuda y de ese hombre que pretende casarse conmigo, me vi obligada a apurarme. Se lo he dicho a él y está de acuerdo —hizo una pausa para enfatizar sus próximas palabras — ¡Lo amo tanto!…no voy a renunciar a él por nada del mundo. ¿Me comprendes ahora?

— ¡Ay, hermana! ¡Te comprendo tanto! Es tan injusto que nuestro padre pretenda que te cases con alguien para cubrir una deuda. Sobre todo ahora que estás enamorada. No es justo.

Indira sintió un rayo de esperanza al escucharla. Conocía la nobleza de su hermana, sabía que sus palabras no caerían en oídos sordos y que la apoyaría. Se sintió animada a contarle sobre los preparativos.

—Ya tengo casi todo listo. Llevo meses ahorrando dinero y tengo preparada una maleta escondida bajo la cama. Llamaré a Leo y le diré que tiene que ser esta noche. Que no podemos darnos el lujo de dejarlo para luego. Esperaré a que papá se duerma y me iré de esta casa.

Escucharla fue entenderlo todo a la vez.

¿Cómo fue que pasó esto? Zarah no recordaba haber visto nada extraño en el comportamiento de su hermana, siempre tan tranquila y despreocupada. No se había fijado que se estuviera preparando para irse de la casa, ni que tuviera una maleta bajo la cama, ni que estuviera enamorada de nadie porque nunca se lo habló. Jamás notó un comportamiento sospechoso. De pronto se sintió tonta por tanta ingenuidad.

—Quiero que sepas que nunca estuve de acuerdo con ese insólito matrimonio que fraguó nuestro padre. Que creo que la situación es desesperada y te obliga a tomar esta decisión. Solo siento mucho que sea de esta manera —dijo con voz temblorosa, estremecida hasta los huesos.

Ambas jóvenes tenían los ojos enrojecidos por las lágrimas que se negaban a dejar salir. Conteniendo las emociones para no dar rienda suelta al llanto. Jamás sospecharon que aquella noche sería la despedida. Que un plan apresurado hubo de fraguarse para torcer el destino que se imponía a la fuerza.

—Solo me preocupa que pasará cuando me vaya…no será nada bonito lo que viene —se lamentó Indira.

—No pienses en eso. Vete, escápate y busca tu felicidad. El amor siempre encadena pero la libertad es escoger las cadenas que te atan.

Las horas fueron pasando y la noche fue cayendo. La llovizna ligera que había comenzado a caer, se había convertido en un fuerte aguacero. La noche, más oscura que nunca, parecía también querer ser cómplice.

—Antes de irme, quiero hablarte de Gennaro Ricci.

Zarah dio un respingo. Tan solo escuchar ese nombre la alteraba.

— ¿Qué pasa con él?

—He estado averiguando sobre él y no es nada fácil. Escribí su nombre en el buscador y no lo encontré. Aparecen varias personas con el mismo nombre pero ninguno es él. No hay fotos, no tiene redes sociales… ¡nada! Ese hombre es un misterio. Sin embargo…

— ¿Qué? ¿Descubriste algo? —Zarah verbalizó la pregunta no solo con su voz sino con todo su ser.

—Tiene un negocio, no sé de qué trate pero encontré su nombre ligado a una empresa. Estaba pensando que quizás es un hombre de dinero…no sé…O quizás tiene una empresa falsa para ocultar negocios con la mafia.

—No me asombraría. Vivimos en Sicilia y aquí es común ese tipo de cosas…—remarcó Zarah.

—En fin, solo te lo digo porque me pareció importante que lo supieras.

De golpe se quedaron en silencio. Sabían que el momento se acercaba pero era difícil expresarlo en palabras.

—Creo que ya papá se durmió.




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