Jacinto se sorprendió mucho por las palabras de su acompañante, pensó que él le daría solución a todo eso pero estaba claro que estaba más entretenido en observar a la mujer que le había gustado.
El tiempo era un factor clave y el sacerdote sabía eso, perderlo era un lujo que no se podía dar.
La conversación entre los dos hombres seguía avanzando y a toda costa debía saber de qué estaban hablando para salir de dudas. Pero qué podía hacer, ir él no era lo más conveniente pues lo podrían reconocer y aunque no, sus ropas de sacerdote llamaban la atención demasiado.
—Señorita venga por favor.
Llamó a una de las damas que hacían compañía por dinero.
La chica lo escuchó pero dudó en ir pues era tímida con los nuevos, buscaba a los cocidos que sabía pagaban bien.
—Por favor venga, necesito algo.
El padre elevó un poco el tono pues la desesperación lo carcomía.
—¿Si?, ¿qué quiere?—La mujer se acercó aunque guardó la distancia, además su carácter no era el ideal para socializar.
—Necesito contratar sus servicios.—Al decir esto sacó una bolsa con muchas monedas de plata lo cual llamó la atención de la mujer.
—Padre no pensé que ustedes gastarán tanto en estos vicios terrenales.—Dijo ella un poco burlona pero satisfecha con lo que vió y se acercó lentamente hacia él.
—No son tus favores sexuales lo que busco hija.—Jacinto aclaró las cosas aunque tampoco se ofendió.—¿Ves a esos dos hombres de ahí?—Señaló a los sospechosos mientras la mujer miraba.
—Si, los ví hace tres días pero no antes de eso.—Regresó la mirada con el padre.—Supongo que hay mucho extranjero por la gran fiesta en el reino.
—Te ofrezco estas tres monedas si vas y escuchas de qué están hablando.
—¿Quiere que vaya a espiar?—Se hizo un poco la ofendida para buscar más.
—Si, te doy cinco si me dices de qué están hablando.
La mujer tomó las monedas que el padre le ofreció y le dijo.—Esos favores generalmente los hago por una cerveza pero no voy a rechazar su gentileza. Deme un momento y averiguaré.
Salió de ahí inmediatamente dejando al padre con la boca abierta, su generosidad había bastado por ese momento para lograr su objetivo.
Vió a la mujer con vestido amarillo irse de ahí y acercarse lentamente entre las mesas hasta que llegó a la indicada. Ahí observó que les ofreció algo de beber y compañía pero ellos fueron muy cortantes y le pidieron que se fuera. Estaba claro que sabían de esas técnicas y lo que tenían que hablar lo querían mantener confidencial.
La mujer no se dió por vencida, ella podía moverse por toda la taberna sin problema y lo que hizo primero fue colocarse en la mesa más cercana para hacer plática a los clientes pero escuchando atentamente a los sospechosos.
Lo segundo que hizo fue irse hacia atrás, ahí donde solo ella tenía acceso y era un punto muerto a la vista de ellos. Se quedó un momento parada fingiendo que hacía una actividad y después caminó nuevamente para intercalarse entre las mesas y no ser descubierta.
Dicha habilidad era muy requerida en aquellos tiempos y estas mujeres lo desarrollaban muy bien.
El padre observó fascinado dudando un poco si eso había sido suficiente para escuchar algo de información. Mientras esperaba el regreso de la mujer en la que había puesto su confianza para esa tarea, tronaba sus dedos muy nerviosos esperando el éxito.
Trató de disimular un poco y no ver a la mujer mucho tiempo. Aunque podría ser normal pues era un hombre encantado con la belleza de aquella chica, sus enemigos tal vez podían darse cuenta que él la mandó en caso de ser descubierta.
Su agonía no duró mucho tiempo pues la mujer pasó muy cerca de ahí pero para sorpresa del padre, no le dijo nada.
—Ey, chica ven.—Le hablaba a susurros para atraer su atención.—Chut, ¿qué pasó?
La mujer lo miró un poco molesta mientras daba sus servicios en otra mesa. Lo ignoró mientras atendía y después se dirigió ahí lentamente.
—¿Qué quiere padre?, ¿no ve que tengo que trabajar?—Seguía usando un tono molesto.
—Pues estoy esperando que me digas lo que escuchaste, es muy importante...
—Eso toma tiempo, además si hay espionaje es mejor que no me esté interrumpiendo. ¿Quiere que sepa qué usted me mandó?
—No pero entonces ¿Cómo y cuándo me dirás lo que escuchaste?—Jacinto estaba un poco confuso con aquella situación.
—Si quiere le diré lo que hasta el momento han dicho.—Suspiró como cansada.—No sé qué piensan ustedes los que no espían, que sus enemigos justo dirán lo que quieren escuchar en el momento que yo paso por ahí y que será la información breve y consistente.
—No hija, yo no dije eso...
—Pues está equivocado padre.—Interrumpió bruscamente.—En ocasiones se tienen que juntar palabras, esperar a que estén ebrios, soltar la información no es así de fácil.
—Lo siento hija, lo siento.—Estaba muy apenado por aquella explicación y ese aparente regaño.—Solo estoy ansioso porque llevo prisa y es un asunto muy importante.
—Todos tenemos prisa padre, todos...—Volvió a suspirar. Pensaba en todo lo que estaba por delante aún.—En fin... esos hombres estaban hablando de un fracaso y de un punto de reunión dentro del castillo. Parece ser que alguien de adentro les ayuda y abrirá las puertas para mañana. Creo que su plan no funcionó e intentaran hacer algo no tan discreto.
—¿Intentarán hacer algo fuera de las sombras?—El padre no pudo evitar golpear la mesa con ambas manos con dicha noticia.
—No lo sé padre, le acabo de decir que esa información es toda la que puede obtener necesito más tiempo.
—Toma el tiempo que necesites hija.—Se levantó muy acelerado jalando a Job.—Te pagaré el doble porque intentes descubrir más cosas.
Levantó a la fuerza a su compañero quién no se resistió más y se lo llevó.