Esposa para el rey

Capitulo 22

Parecía que todo se había solucionado en aquellos momentos. Aunque algunos aún estaban desconcertados por lo que habían visto, poco a poco entendían que los reyes sabían que serían atacados en esa tarde. Así que por estrategia de Agusto acordaron fingir que el ataque les afectó y así exhibir el plan del culpable quien cayó en la trampa.
El rey Ricardo no bebió nada del veneno. Su bebida fue cambiada en el último momento y tomó un vino desagradable pero nada insalubre. Su compañera, la reina. Sabía perfectamente de este plan y ayudó a fingir a su marido.
Agusto por su parte preparó una armadura especial que puso debajo de sus ropas, esta recibió el impacto protegiendo el cuerpo del rey por completo.
El príncipe fue advertido de esto y se sabía que la única forma de ser atacado era con un infiltrado así que en la habitación donde estaba resguardado hubo un cambio. El príncipe fue trasladado a otro lado mientras que dentro de la habitación se escondieron varios hombres de la guardia real quienes someterian al asesino.
Todo fue un plan perfecto que la hasta ahora pareja no formal había ideado combinando sus ideas y apoyándose.
En el castillo las puertas laterales se abrieron y entró por ellas el jefe militar del reino Olster. Este hombre había sido el encargado de resguardar al príncipe aquella tarde.

—Por favor dime que mi hijo está bien.—Se acercó Wilson rápidamente quien también conocía el plan pero eso no le impedía estar nervioso por la seguridad de su hijo.

—Así es mi señor.—Respondió el hombre que llevaba una pesada armadura cubriéndolo.—Acabo de estar con él y se quedó protegido por la guardia real en su nueva ubicación.

—¡Bendito Dios!—Exclamó el rey.—Te agradezco mucho... a todos les agradezco.

—¿Y el asesino apareció?—Preguntó Ricardo al mismo hombre.

—Así es mi rey. Tal como lo predijeron, llegó un hombre disfrazado de la guardia real e ingresó a la habitación.—Se dirigió con respeto al rey.—Pero la defensa salió vencedora y ese hombre ahora está en el calabozo como se ordenó.

—Perfecto, uno más que nos dará información.—El monarca anfitrión celebraba y al mismo tiempo descansó pues todo se había aclarado. Su sobrina y el rey Agusto tenían razón y salvaron el día.

El rey Wilson se acercó al héroe y se arrodilló ante él.

—No tengo cómo agradecerle esa atención por salvar a mi hijo.—Dijo al borde del llanto.—Es mi heredero, todo para mí. Su vida es sagrada y usted la salvó.

—Levántese por favor.—Dijo Agusto humildemente.—Usted no tiene nada que agradecer, era lo menos que yo podía hacer pues mi presencia y mi familia fueron los que le pusieron en peligro. El príncipe no tenía la culpa de nada.

—Aún así le agradezco y vea en mí un aliado y alguien en quien confiar siempre.

Sus palabras fueron de mucho agradó para Agusto quien gracias a eso confiaba en que su reino no cayera y recuperara el poder y prestigio que tenía.

—Su majestad ¿Usted sabía todo esto y no nos advirtió?—El ministro de asuntos internos no descansó en reclamar a su Monarca por lo ocurrido.

—Por supuesto que sabía y acordamos que lo mantendríamos en secreto por el bien de la actuación.—El rey Ricardo no veía mucho problema a eso y respondió totalmente relajado.

—Prefirió contarles a unos extraños que a nosotros. Eso es humillante.

—Es más humillante cuestionar a tu rey.—El jefe militar se acercó para intervenir.—Podría ejecutarte por eso.

Tras oír esas amenazas el ministro optó por no decir nada más y tragarse su coraje.

—Su majestad, ahora que está aclarado todo.—El militar se agachó para hacer una caravana a su rey y hablarle hincado.—Estoy listo para cualquier orden militar que usted ordene. Además interrogaré yo mismo a los prisioneros.

—No hace falta el interrogatorio, eso lo dejaremos a alguien más.—Dijo el rey ya listo para avanzar al siguiente punto.—Te requiero más para planear el ataque, quedó claro que iremos a la guerra pues nos han desafiado.

A pesar de tener las pruebas del atentado todos murmuraron deseando no ir a la guerra. Eso traería pérdidas para todos.

—¿Pero qué pasa?—Gritó Ricardo muy molesto.—¿Años de paz les han ablandado? Los enemigos han venido a nuestra casa y han hecho lo que querían en nuestras narices. Tan vulnerables somos que en cualquier momento nos pueden atacar y nosotros estamos con la guardia baja.

El rey seguía hablando mientras todos bajaban sus cabezas como niños regañados. Sabían que tenía razón pues la paz les trajo muchos beneficios con los que pudieron enriquecerse por sí solos con el comercio y otras actividades. Además se habían vuelto blandos para pelear e incluso temerosos.

—Seamos concientes que en este mundo vivimos y no significa que aunque nosotros deseamos la paz los demás también lo querrán.—Se levantó de su asiento para continuar hablando y motivando a todos.—No podemos ir por la calle y pedirle a un León que no nos coma solo porque nosotros no comemos carne. Debemos defendernos.

—Entendemos señor y créame que estamos listos.—El jefe militar habló con firmeza.—En un par de días le tendré reunido a un ejército digno de usted y su misión.

—Señor entendemos que las ofensas hacía el reino de Olster y el reino Esacrum fueron aquí pero eso no significa...

—¡Somos aliados y una ofensa a uno es una ofensa a todos!—El rey Ricardo cayó de una buena vez al ministro a quien ya no le quedaron ganas de hablar.—¿Quedó claro para todos? Aunque las fiestas se suspendieron es un hecho que mi hija, la princesa Sleidy se casará con el príncipe Marín. Eso nos une en sangre. Así como nos uniremos con el reino del norte. Mi sobrina Eréndira quién es como una hija para mí, se casará con el rey Agusto aquí presente. Así que hemos decidido entre los tres que seremos una alianza, la más poderosa de todos los tiempos.



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Editado: 26.03.2025

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