Esposa para el rey

Capitulo 25

El nuevo día ya había comenzado y la reunión más importante en ese año estaba a punto de ocurrir.
Los tres reinos hablarían no solo de su unión si no de su primera acción en conjunto y esta, para temor de muchos, era la guerra.
La reunión se llevó a cabo en el salón real, ahí donde estaba el hermoso trono de Ricardo junto al de su esposa. Ambos bañados en oro y con valiosas joyas rojas decorándolos.
Todos los demás ya ocupaban sus posiciones en aquel espacio. Para esta ocasión se habían colocado mesas y sillas, dejando dos espacios muy importantes para los reyes invitados. El resto de espacios estaban para que se distribuyeran por rangos.
En esta ocasión estaban presentes Sleidy con su prometido. El príncipe que había estado en peligro se había animado a estar ahí, ocupando el valioso lugar en la corte de su padre. También estaban la reina y de Olster así como sus consejeros.
El lugar donde estaría Agusto quedaría un poco más vacío, no había príncipes ni reinas y por supuesto había falta de consejeros.
En ese espacio estaría el padre Jacinto que quien sin falta se uniría ahí como el miembro de máxima confianza. Pero había una sorpresa más....
Erendira ya se había unido a la sala y se dirigió al lugar donde siempre había estado en dichas reuniones.
Al dirigirse ahí, la reina esposa de Ricardo, la detuvo.

—¿A dónde crees que vas sobrina?—Le dijo con una voz sería la cual sorprendió mucho a Eréndira.

—Voy a mi lugar.—Respondió muy nerviosa por su interrupción.—Pretendo escuchar lo que se diga aquí.

—Ese ya no es tu lugar.—Le dijo la reina con un tono despectivo lo cual hizo sentir mal a su sobrina.—Lo has abandonado ¿Recuerdas?

—Amm mi reina yo…

Erendira creyó que debía abandonar aquel lugar pues a pesar de no esperar aquel comentario no se atrevía a cuestionar a su tía.

—Está bien, me retiro de la reunión.

Dijo mientras agachaba la cabeza en señal de respeto a su reina.

—Tu lugar está allá.—Su tía continúo al decirle antes que se fuera.—Mandé a poner una silla especial para ti en ese lado.

La reina le había indicado que debía irse con el reino del norte. Ahí donde estaba su futuro esposo.

—Generalmente tu lugar debería estar aquí con nosotros aún —La alcanzó y le dió la mano para continuar.—Pero tu tío y yo hemos llegado a la conclusión que gracias a tu intervención y ayuda estamos aquí. Así que debes tomar ese lugar importante y no el de siempre donde solo escuchabas.

—Mi reina yo no sé que decir.—Dijo mirándola a los ojos con ganas de llorar.—Solo se que deseo seguir siendo parte de esta familia.

—Y siempre lo serás, no digas esas cosas.—Le guiñó el ojo y le sonrió.—En otras circunstancias te tendríamos con silla de honor aquí pero mira ese lugar. Seamos sinceros está muy vacío por allá. Servirá tu presencia para dar peso.

Este gesto le dió ánimos y esperanzas a Eréndira. Estaba por ocupar un lugar muy importante, como reina de Agusto y así participar en esa reunión.

—Yo estoy muy bien con eso.—Respondió ella mirando hacia la zona donde estaría Agusto.—Pero ¿Crees que él esté de acuerdo?

—¿En Serio tú crees que no?—Dijo su tía riendo.—Si le encantas a ese hombre, además no tiene muchas opciones. Solo ese cura, le hace falta gente en esa zona. Créeme te lo agradecerá.

—Está muy bien tía. Estaré ahí.

—Corre mi niña, es una buena oportunidad para que te adaptes a tu nueva vida.

Erendira hizo una caravana a su tía, lo hizo por respeto aunque por dentro deseaba abrazarla.
Le dió la espalda y caminó hacia esa zona donde justo estaba llegando Jacinto a ocupar su lugar.
El cura la miró y un poco sorprendido por su presencia ahí, la saludó como dos buenos amigos.

—Lady Eréndira, futura Reina del norte.—Colocó sus manos en los hombros de la joven.—¿Qué le trae por aquí?

—Mis tíos creyeron una buena opción que yo estuviera de este lado respaldando a su reino.—Tartamudeó un poco pues aún no tenía la autoridad y deseaba ser humilde ante todo.—Espero ustedes estén de acuerdo.

—Por supuesto mi lady.—Dijo el padre indicándole con la mano muy cortés que se sentara.—Se me hizo raro ver dos sillas de más, creí que solo seríamos Agusto y yo en esta parte. Sus tíos pensaron en todo y lo hicieron bien.

Ambos se sentaron y dispuestos a esperar que la reunión comenzará, tuvieron una ligera conversación.

—El rey Agusto aún no se reporta.—Comenzó Eréndira deseosa de verlo.

—No, le gusta hacer esperar siempre.—Jacinto lo tomó con gracia.

—¿Necesitará ayuda?, ¿estará bien?—Preguntó Eréndira tomándose eso más en serio, se levantó incluso muy rápido.

—Tranquila por favor.—Le dijo el padre muy calmado.—En la mañana pasé por su habitación y ya le estaban ayudando a asearse. No se preocupe, vendrá pronto.

Tuvieron un momento de silencio mientras observaron que todos ya estaban sentados y ocupando sus lugares. Dedujeron que solo faltaba la presencia de su tan aclamado rey para iniciar aquello.

—Muy buenos días gracias por estar aquí.—Ricardo comenzó a dar unas palabras para ir calentando como se decía en ese entonces.—Daremos inicio en un momento.

En ese instante, Eréndira sintió que alguien la miraba y giró su cabeza en esa dirección. Al hacerlo corroboró que su prima Sleidy le hacía señas con sus manos. Estaba sentada justo a su príncipe declarando así la unión oficial.
Ambas se encontraban en casos similares y al ser muy unidas desde niñas se sentía bien mutuamente.
Sleidy metió un poco de diversión al hacer caras de enamorada sin que su compañera la viera. O hacía corazones con sus manos en señal de burla hacia su prima pues la veía con amor en sus ojos.
Este momento de diversión se vió interrumpido cuando las puertas se abrieron para que Agusto entrara.
El rey del poderoso reino del norte se dió cuenta que había sido el último en llegar y que parecía que lo estaban esperando. Le ocurrió esa extraña sensación como cuando no quieres que se den cuenta que has llegado tarde pero todos lo notaron porque te toca sentarte hasta delante.
Agusto intentó no llamar la atención demasiado pues su forma de desplazarse en esa silla más su hora tardía en llegar, ya hacían su trabajo.
Se desplazó hasta donde vió a Jacinto, sabía que su lugar estaba ahí. Se puso más nervioso al llegar y mirar a la bella Eréndira a su costado.
Trató de hacerlo con naturalidad llegando ahí.



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Editado: 26.03.2025

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